Capítulo 17

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Ultraviolence

Capítulo 17. Orgullo y protección

Galadriel hundía los dedos en la tierra húmeda y esponjosa, enterrando las semillas. El aire estaba fresco, y el aroma de la tierra húmeda se mezclaba con las hojas caídas de los árboles, invadiendo sus fosas nasales. Trabajó con las manos con precisión, apretando suavemente el suelo con las yemas para crear una superficie firme, sus uñas llenas de tierra. Entonces posó una mano sobre otra y cerró los ojos, concentrándose en la tierra, mientras murmuraba unas palabras en élfico, canalizando el poder de Nenya a través de su persona.

—Inai alye tule sinë ar antalyë, armaren lin i aran. (Os ruego que crezcáis en el corazón de este lugar, prestando así vuestro poder curativo al linaje del rey). Aque ná nin, Altariel, yeldë Finarfinwa. (Os lo ruego yo, Altariel, hija de la casa dorada de Finarfin).

Ella oyó la armonía del anillo, creciendo, fluyendo desde su interior, hasta volcarse desde su palma hacia la tierra. Sintió la vida vibrante del jardín, uniéndose en solo un punto para responder a su toque. Los latidos fértiles bajo sus dedos, como si una promesa de crecimiento la respondiera desde las profundidades del suelo. El suave canto de los pájaros llegó a sus oídos, acompañado por el susurro del viento, envolviéndola en una atmósfera de serenidad y conexión.

De repente, unas manos firmes trazaron una caricia, cerrando los dedos sobre sus hombros. Halbrand inclinó la cabeza sobre ella, con una sonrisa que la elfa presintió más que ver.

—¿Las semillas de Bronwyn? —musitó él en tono juguetón—. Pensé que las habías plantado hace tiempo...

Galadriel abrió los ojos y lo miró por encima de su hombro. Se incorporó lentamente, sacudiéndose las manos, y esbozando media sonrisa al mirarle de reojo. Sin poder evitarlo, su atención escapó a los alrededores, asegurándose de que nadie estuviera cerca para verlos. Era una especie de acuerdo tácito entre ellos: nunca se tocaban ni mostraban gestos de cercanía fuera de la intimidad de su dormitorio, al menos no en público.

—Es la época perfecta del año —respondió, echándole un vistazo al jardín, donde varios arbustos con flores como las damas de noche y las rosas rojas se esparcían por los alrededores—. Las Athelas crecen durante el invierno, y en verano, florecerán con sus primeras flores blancas.

—Mnh —asintió Halbrand apreciando su información, antes de inclinarse y besarla en la mejilla desde atrás, rodeándole el pecho con los brazos.

El corazón de Galadriel comenzó a revolotear ante el contacto, y, con una sonrisa tímida, enlazó sus manos mientras él repetía los besos, uno en el costado de su rostro y dos en su oreja, notando el escalofrío que agitó los hombros de ella. Riéndose suavemente, como un niño que se divierte con un secreto compartido, tarareó a su oído, abrazándola como si fuera algo suyo.

—Halbrand... —murmuró Galadriel, encogiéndose un poco—. Nos van a ver.

—Vamos, no hay nadie por aquí —replicó él, su tono burlón y relajado.

Galadriel no lo negó, pero miró de nuevo en opuestas direcciones, con el sentido del deber siempre presente.

—Los vigilantes dan vueltas, y los empleados ponen ojos en todas las esquinas.

—¿No lo dirás por Elena? —preguntó con una ligera carcajada, como si la situación, lejos de preocuparle lo más mínimo, lo excitara.

—La otra noche —respondió Galadriel, bajando la voz—, dijo que había dejado tu capa doblada sobre la silla de mi tocador... por si tú buscabas dónde estaba. Sabe perfectamente que vienes a mi dormitorio. Y que lo haces amenudo.

Ultraviolence ⟡ Galadriel & SauronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora