Capítulo 20

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Ultraviolence

Capítulo 20. El trato hostil

"Mas temeraria y fatalmente ciega, lo que la llama al Fénix aún le niega,

Pues en su daño arrepentida arde, y quiere, obstinada, que a su ambición aguarde.

Cenizas hará, si abrasa el humo, tarde lo que tarde."

El choque de la espada de Isildur detuvo la del elfo silvano frente a él. Su contrincante tenía la piel cetrina, de un bronceado oscuro, y unos ojos negros que brillaba con ferocidad. Se movía rápido, con la agilidad y ligereza característica de los elfos, y unos ojos negros brillaban con ferocidad. Su armadura, tallada con intrincados motivos que emulaban la corteza de los poderosos árboles del Bosque Negro, parecía imbuirlo con la fuerza de la misma naturaleza. Cada ataque era preciso y veloz, forzando a Isildur a retroceder lentamente. De pronto, otro elfo se unió en la batalla, atacando desde el flanco, comenzando a arrinconarlo cerca de la muralla que defendían a capa y espada.

Isildur bloqueó los ataques como podía, percibiendo cómo el anillo susurró para él "zughosh" y un poder resonó en lo más profundo de su ser, recorriéndole las venas como fuego oscuro. Sus movimientos se volvieron más letales, repartiendo los golpes entre un elfo y otro, se agachó bajo la hoja de uno y embistió contra la espada del otro. A su alrededor, los hombres de la Guardia Real caían de rodillas, heridos, y aunque los elfos no terminaban de ejecutarlos, los dejaban indefensos.

Fue entonces cuando la imagen dispersó la concentración de Isildur, cuando de pronto, el filo de una espada voló peligrosamente hacia su cuello: una hoja fugaz bloqueó el golpe con un estruendoso sonido metálico y empujó a uno de sus enemigos. Era Theo. Ambos se miraron, jadeando, y él le ofreció el antebrazo, ayudando a Isildur a incorporarse.

—¿Dónde está el rey? —preguntó Isildur, sin aliento, la piel cubierta de sudor.

—Más arriba. Buscándole —respondió Theo, con la voz igual de entrecortada.

—¿A quién? —insistió, esquivando un nuevo ataque, mientras su compañero se unía al duelo.

—A Thranduil.

Sin más palabras, los dos se posicionaron hombro con hombro, sus anillos de ónix vibrando mientras la conexión llegaba a ellos. De pronto, sus sentidos se agudizaron, y juntos se movieron como uno solo: noqueando al primer elfo con una tajada en el estómago, seguido de una rápida estocada que dejó al segundo fuera de combate. A su alrededor, la batalla seguía, con sus compañeros cayendo al suelo, cuando de repente, dos flechas pasaron volando por encima de sus cabezas, descendiendo desde lo más alto de la muralla. Isildur y Theo levantaron la cabeza, con sus ojos entrecerrándose por el fogonazo de luz del amanecer tras aquella silueta. Theo usó una mano para cubrirse del sol y poder verla. Y ahí, de pie, sobre la muralla, una larga melena dorada ondeaba al viento: Galadriel.

—Dínen le nallon! Caro ha úva sira hí —gritó en élfico, su voz elevándose en el viento con autoridad y fiereza. (¡Retiraos ahora! Si os quedáis, no habrá piedad para vosotros.)

Uno de los elfos que luchaba cerca de ellos alzaba la vista, con su semblante llenándose de asombro y duda. Isildur miró por encima de su hombro, esbozando una leve sonrisa. Y pensar que esa sería pronto su reina...

—I tyern Galadriel —oyó decir al elfo, que dio un paso hacia atrás.

Desde la muralla, la voz de ella volvió a resonar clara y firme, en palabras que nadie más que ellos entendían:

Ultraviolence ⟡ Galadriel & SauronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora