Capítulo 23

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Ultraviolence

Capítulo 23. Un nuevo amanecer

Antes de que abriera los ojos, pudo presentir el calor de la piel de Halbrand contra la suya mientras despertaba el nuevo amanecer. Su cuerpo se había acomodado cómodamente entre la almohada y el hueco de su hombro, con la nariz y boca cerca de su barbilla. En algún momento de la noche, se habían metido bajo las sábanas de seda negra de Halbrand, bajo la suave colcha manchada por los dos. Acomodados entre los cojines junto al cuerpo del otro, hablaron en voz baja, ella, bajo el leve tamborileo de sus dedos sobre uno de sus brazos, dejándose llevar finalmente por la vigilia hasta caer en el sueño, y él, tan satisfecho como un felino, fue dulce y calmado, como las veces en las que él entraba en su cama buscando dormir a su lado.

En ese momento ella inhaló despacio, con un leve parpadeo que recuperaba la claridad vidriosa de sus ojos ágata, percibió el aroma de su compañero: olía a sándalo y a canela, un toque de cedro de fondo. Su mano, extendida sobre su pecho, se deslizó para acariciar la firmeza de su pecho bajo su palma. Se sentía fuerte... y protector, a pesar de que esa noche se había portado como una fiera, hundiendo sus uñas en ella, gruñéndola en su frenesí, buscando saciar toda su hambre por ella como si no fueran a vivir ni una noche más. El brazo de Halbrand descansaba ahora lo largo de su espalda, bajo su cascada de pelo de oro, y estaba quieto, su cuerpo inconsciente, mas su calor, suave y reconfortante bajo las sábanas, ya no se sentía inapropiado ni incorrecto.

Y hacía una edad que nada la sostenía así.

Galadriel levantó el codo y tocó su rostro, adorando a Mairon. A Halbrand. Estaba casada y estaba enamorada. No había nada entre los dos, y no lo pensaba por sus pieles, sino por sus almas. Él la había asegurado que mantendría intacta su fe y lo había cumplido. Ella, en muestras de debilidad por él, habría dejado con esfuerzo todo eso de lado, pero finalmente... podía sentirse orgullosa de amarlo. Podía sentirse una Noldor y seguir amándolo. Cerró los ojos de satisfacción, suspiró despacio y envolvió el brazo alrededor de su cintura para aferrarse más a él. ¿Eso era la pura felicidad? Era una contemplación del edén. Como la promesa de los elfos al partir hacia Valinor: ese fugaz chorro de luz inundándola, la satisfacción, haciéndola saber que, nunca más, habría que volver a sufrir ninguna calamidad. Aunque ella, en su momento, se lanzó por la borda del barco a las puertas de Valinor y escapó de aquel destino que, cuya veloz rueda debió girar a gran velocidad, dirigiéndola hacia Halbrand. ¿Quién, o qué, llevaba el gran timón de la rueda cósmica?

Las yemas de los dedos de él comenzaron a peinar su cabello tras su espalda, y presionó los labios suavemente en la parte superior de su cabeza.

—Es pronto... Pero, ¿Buenos días? —susurró, y el aleteo de su pecho respondió incrementando sus latidos.

Galadriel lo miró de soslayo, sus nervios saltando de momento.

—Buenos días.

Mhnh... —él se desperezaba, girando la cabeza hacia el balcón, el cual se había preocupado de cerrar horas antes para que el frío de la noche no los molestara. El amanecer estaba a punto de romper, liberando sus primeros rayos de sol. Era temprano, pero tenían una agenda pendiente, y él se pasó una mano por el rostro y el pelo, con la otra envuelta en su cintura, sin soltarla ni un momento—. Deberíamos salir ya mismo...

Hmhn —tarareó ella, sin moverse del sitio. Los dedos de él reanudaron una lánguida caricia por su cintura y luego por su cabello. Galadriel se volcó más cerca suya, con una pierna entre las de él, que le permitió sentirlo y verlo ligeramente por encima. Besó en su barbilla, en la comisura de sus labios, extendiendo una caricia por su hombro y luego ahuecándole el rostro con una mano.

Ultraviolence ⟡ Galadriel & SauronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora