Capítulo 24

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Ultraviolence

Capítulo 24. Las aguas

La atmósfera en el camarote del barco estaba cálida y embriagada por el vino que compartían. Halbrand estaba lo suficientemente ebrio para dejarse llevar, pero no tanto como para perder su habilidad de provocarla con precisión. Galadriel intentaba leer, pero estaba sentada sobre él, con las piernas cayendo a un lado de su regazo mientras él la rodeaba con sus brazos, pegándola contra su pecho. Los labios de Halbrand se habían vuelto incansables, paseando por la curva entre su cuello y su hombro, donde la tela del vestido dejaba al descubierto su piel blanca, delicada, perfecta.

—Halbrand —musitó ella con un tono entre advertencia y necesidad. Cada vez era más difícil concentrarse en las palabras del libro con los continuos besos suaves que él plantaba en su piel.

—Debería haber una nueva unidad de medida solo para ti —murmuró él, su voz grave y un poco más baja por el vino, junto a su oído, provocando un estremecimiento que recorrió su espalda. Su aliento caliente se sentía como una brisa íntima que la hacía perder el hilo de sus pensamientos. Él continuó, deslizando los labios por su cuello, haciendo pausas para dejar nuevos besos, mientras sus manos ascendían por su costado—. ¿Cuántos besos miden tus piernas? ¿Cuántos besos miden tus brazos? ¿Cuántos se necesitan para trazar las líneas de tu espalda?

Galadriel cerró el libro de golpe, levantando apenas una ceja y reprimiendo una sonrisa. No era inmune a su juego, a ese modo embriagador de seducción que él dominaba tan bien.

—¿Eso es lo que te preocupa ahora? —le preguntó con ironía, su voz manteniendo ese tono calculadamente severo que no podría sostener durante más tiempo—. ¿Mis medidas?

Halbrand soltó una risa baja y profunda, como un rugido suave.

—Oh, son perfectas —dijo, sin titubear—. Toda tú lo eres... toda tú... en tu gloriosa extensión, en tu dulce y cruel belleza...

Galadriel sintió un estremecimiento recorriéndola cuando él volvió a besarla justo en un punto específico, justo en el borde del cuello, donde parecía que su piel reaccionaba más intensamente al roce de su boca. Ella ya llevaba un rato conteniendo el calor que se acumulaba en su cuerpo. Halbrand lo sabía. Sabía cómo crear esa chispa que se convertía en fuego. Con una de sus manos, él la acarició por el costado, subiendo lentamente hasta alcanzar uno de sus pechos, que agarró con posesividad, haciéndola gemir levemente bajo la prenda que aún cubría su piel.

Mhn... —soltó ella, tratando de mantener la compostura, aunque sus ojos se habían entrecerrado con placer bajo el toque de sus manos—. No vas a detenerte, ¿no?

Él sonrió contra su piel, sus labios aún sobre su cuello.

—¿A caso quieres que lo haga?

Ella tomó aire, su pecho subía y bajaba mientras el calor de su cuerpo se intensificaba bajo sus caricias. Dejó el libro a un lado, con un brillo neblinoso creciendo en sus ojos celestes, fríos pero ardientes al mismo tiempo. Con una sonrisa apenas perceptible, se giró sobre él, pasando una pierna sobre su regazo, por encima de sus caderas, quedando sentada completamente frente a él, con las rodillas apoyadas a cada lado de su cintura. Entonces, Galadriel se inclinó hacia él, sus dedos hundiéndose sus rizos castaños, su boca apenas rozando la suya, con su aliento entremezclándose antes de que sus labios se tocaran.

—Algunas personas nacieron para ser mimadas —él dejó un beso corto en la comisura de sus labios—, adoradas —volvió a besar en su mejilla—, amadas —repitió otro muy cerca— y apreciadas... —musitó él, su voz ronca mientras sus manos recorrían su cintura y subían por su espalda, pegándola a él, para que lo sintiera—. Y recibir el mejor trato de reina...

Ultraviolence ⟡ Galadriel & SauronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora