João
Amelia se acomodó en el sofá, buscando una posición más cómoda mientras comenzaba a contarme sobre la recuperación de su padre. Había algo reconfortante en la forma en que hablaba de él, llenando el ambiente de calidez a pesar de la nube de preocupación que aún nos rodeaba.
— Está mejor, realmente. Ramón me dijo que está respondiendo bien al tratamiento y que los médicos son optimistas — dijo, esbozando una pequeña sonrisa. — Aunque a veces parece un poco confundido, lo cual es normal, supongo.
La miré fijamente, sintiendo una mezcla de admiración y tristeza por la fortaleza que mostraba. Sabía que tenía que ser duro lidiar con todo esto, y aún así, allí estaba, dispuesta a mantener la esperanza.
— Eso es genial — respondí, intentando infundir más ánimo a la conversación. — Tu padre es un hombre fuerte. Estoy seguro de que se recuperará pronto.
Ella asintió, su expresión se suavizó al recordar las historias que compartían. Sin embargo, no podía evitar que mi mente divagara hacia lo que había dicho antes sobre Gavi.
La imagen de él riendo con Amelia seguía dando vueltas en mi cabeza, y aunque trataba de ignorarlo, los celos continuaban acechando.
La noche llegó antes de que nos diéramos cuenta, pero no se por que, yo no quería que este momento se terminara tan rápido
— Oye había hecho algo de cena en mi casa — le dije como quien no quiere la cosa — ¿Te apetece venir a cenar conmigo?
Amelia levantó la vista, sorprendida pero claramente interesada. Sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y curiosidad.
— ¿Cenar contigo? — preguntó, una sonrisa asomando en su rostro. — ¿Estás seguro de que no es mucha molestia?
Negué con la cabeza, sintiendo que había una chispa de esperanza en su mirada.
— Para nada.
— Vale, me parece una idea genial — respondió, asintiendo con entusiasmo.
Me sentí aliviado al escuchar su respuesta. Mientras nos dirigíamos a mi casa, mi mente estaba en ebullición. La idea de tenerla a solas en un ambiente más íntimo me llenaba de una mezcla de alegría y nerviosismo.
Una vez en casa, me puse a preparar la cena mientras ella se acomodaba en el sofá. La vi observar el lugar, tocando algunas cosas con curiosidad, y sentí una extraña satisfacción al tenerla allí. Mientras cocinaba, me robé un par de miradas hacia ella, disfrutando del momento.
— Oye, ¿quieres ayudarme a preparar la ensalada? — le pregunté, tratando de romper el hielo.
— Claro, ¡me encanta cocinar! — dijo mientras se levantaba rápidamente del sofá.
Ambos nos pusimos a picar verduras, riéndonos y charlando sobre trivialidades, lo que hizo que el ambiente se sintiera más relajado.
Mientras la miraba concentrada en su tarea, no pude evitar sentir un escalofrío de aprecio. Sin embargo, la imagen de Gavi y su conexión con ella seguía acechando en mi mente.
— ¿Te gusta cocinar? — pregunté, intentando desviar mis pensamientos.
— Me encanta, es una forma de expresarme. Mi madre siempre decía que la cocina es donde se hacen los mejores recuerdos. — su voz se tornó melancólica, y no pude evitar sentirme más cerca de ella en ese momento.
— Eso suena bonito. Yo solía cocinar con mi madre también. — respondí, compartiendo un fragmento de mi historia.
La cena estuvo lista en poco tiempo. Serví los platos y nos sentamos a la mesa. A medida que comíamos, la conversación fluía con facilidad. Pero en el fondo, sabía que había algo más, una tensión que ambos sentíamos y que aún no habíamos abordado.
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Destinados - João Félix
Romance- Estábamos destinados João Félix, la estrella en ascenso del FC Barcelona, está en el ojo del huracán tras una ruptura muy publicitada con su novia. Acostumbrado a ser el centro de atención, su vida se ha convertido en un desfile de escándalos medi...