𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟐 | Explicaciones.

2 0 0
                                    


C A P I T U L O D O C E

Explicaciones.

Estoy sentada en el balcón. A mi lado, Ezra parece estar en otro mundo, observándome con esa mirada que me hace sentir como si estuviera siendo analizada. Es raro, y un poco incómodo, pero lo entiendo, luego de lo que paso, solo lo solté, y me senté aquí.

Hace tres días que salí de la universidad, pero no exactamente de vacaciones. La universidad está en remodelación, así que nos dieron unos días libres de las clases virtuales, lo que es increíble. Aunque, sinceramente, me siento un poco culpable, porque me había propuesto practicar mis suturas, pero ahora mismo parece que esa preocupación ha quedado en segundo plano.

— Fiorella, ¿qué fue eso? — Su voz preocupada me saca de mis pensamientos. Lo miro, pero él no está viendo hacia mí, sino que está absorto en el agua. Entonces, me concentro en su perfil.

Cejas gruesas, la línea de sus labios perfectamente dibujada, sus ojos brillando con el reflejo del sol. Me cuesta no notar cómo el calor de la luz hace que su mirada se vea aún más clara. Su nariz de perfil, recta, y perfecta. La mandíbula bien definida, y esa barba incipiente que está empezando a crecer ahí, en una mezcla de descuido, y estilo. Su cabello está ligeramente despeinado, como si se lo hubiera pasado varias veces por las manos. Y su postura... erguida, recta, no encorvada. Lleva una camisa blanca, sencilla, que parece haber sido la primera que encontró esta mañana, y unos pantalones cortos. Sus manos descansan sobre la madera del piso, abrazando el borde del balcón.

Él baja la mirada, y luego me observa, con una expresión que no sé si es curiosidad o algo más. — ¿Me dirás? — No hago ningún movimiento, realmente prefiero no volver a hablar de eso nunca más.

Me tomo mi tiempo para analizarlo, para disfrutar del momento, y de cómo la luz del sol hace que su piel se vea dorada. Sus ojos, que antes parecían más claros, ahora se han suavizado, y su expresión ha cambiado: ya no está fruncido, está más tranquilo. Es como si el calor del día lo relajara. Y entonces sonríe, de forma sutil, pero lo suficiente como para que el mundo a mi alrededor se apague por un segundo.

— Vamos a caminar por ahí, a ver si compramos algo para comer. — Su tono es suave, pero determinado. Asiento sin pensarlo, y él se levanta, extendiendo su mano para ayudarme. La acepto con una sonrisa.

[...]

Caminamos un rato, sin rumbo fijo, hasta que veo un pequeño puesto de pulseras, collares, y cosas hechas a mano. Mi instinto me lleva directo hacia allí, y sin pensarlo, jalo a Ezra de la mano.

— ¿Qué, a dónde vamos? Yo tengo hambre. — Dice él, con una leve queja. Ruedo los ojos, no sé si está bromeando o realmente está molesto, pero en el fondo sé que se está divirtiendo.

— Cállate, y camina, llorón. — Le respondo sin perder el ritmo. Llegamos al puesto, y me quedo mirando las cosas que están expuestas: pulseras de colores, collares con conchas, cuarzos... Todo está tan bien hecho, tan cuidado.

De repente, una señora me saluda con una frase en un idioma que no entiendo. — Buenos días, jóvenes. — Sonríe y yo, un poco avergonzada, sólo la miro y le devuelvo la sonrisa, aunque no tengo ni idea de lo que dijo.

Ezra, que ya está mirando el puesto de al lado, se acerca. — ¿Español? — Pregunta a la señora, y ella asiente, sonriendo ampliamente.

— Buen día. — Le sonrío también, mostrando un poco los dientes.

La señora se ve contenta, y no puedo evitar fijarme en cómo su tienda parece estar llena de cosas únicas. — Me gusta mucho este collar con conchas. — Le digo, señalando una pieza que me llama la atención. La señora sonríe con orgullo.

Cenizas del pasado. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora