C A P I T U L O T R E S
Realidades, y problemas.
— No importa, nosotros no seremos los únicos que no lo sepamos bailar, ven. — Dudo uno segundos. Pero, igual nos acercamos a la pista, y al mismo tiempo veo como los señores de mayor edad salen, y se van a otro salón.
Las luces del lugar bajan, quitándole todo el profesionalismo que antes tenía, pero, dando una gran entrada a un ambiente más de fiesta.
— Vamos, ¡baila conmigo! — Ezra suplica, estirando su mano hacia mí con esa seguridad, y confianza que parece ser lo que más lo caracteriza.
Yo nunca había sido la mejor bailarina, pero algo en la forma en que él lo pedía hacía que todo pareciera más fácil. Tomé su mano, y poco a poco comenzamos a movernos al ritmo del reggaetón. Él parece tener una habilidad innata para hacer que me sienta cómoda, incluso cuando, al principio, dudaba de si estar cerca de él, o permitirlo tocarme estuviera bien para mí, para mi cuerpo, y sus signos de alarma para cada hombre que se acercara más de lo necesario.
Desde lo que paso con Hans, yo he tenido un terror de acercarme a otros hombres, que al principio daba miedo, pero con mucha terapia psicológica, pude convivir libremente con los hombres, aunque en ciertas situaciones me siento incomoda, pero regulando mi respiración logro manejarlo, sin embargo, con él, no ha pasado, todo el tiempo me he sentido cómoda, como si mi cuerpo no percibiera absolutamente nada en él, y no se como sentirme con eso.
— Para mí es un placer conocerte. —Me susurra al oído con una sonrisa pícara, cantando con su voz grave, y juguetona justo en el momento que la canción lo decía. No pude evitar reírme.
— Ezra, ¡qué haces! —Dije entre risas, mientras intentaba mantener el ritmo, y no perderme en la tonada.
— Conóceme primero, que no te arrepentirás. —Continuó, mirándome a los ojos, intensificando su mirada mientras cantaba cada palabra con intención. Mis mejillas se encendieron, y no supe si era por el calor del momento o porque él realmente sabía cómo hacerme sentir especial.
En algún momento, otros invitados empezaron a unirse a nosotros en la pista. Al principio solo una pareja, pero luego varias más se animaron a bailar al ritmo contagioso de la canción. De pronto, éramos como un pequeño ejército de personas siguiendo el compás, moviéndonos todos juntos, como si estuviéramos sincronizados en ese mismo ambiente festivo. Las risas, y la energía vibrante nos rodeaban.
— Voy a hacerte olvidar, el pelo te soltaré, haré una historia con tu cuerpo. —Cantó de nuevo Ezra, esta vez con una voz un poco más baja, mirándome intensamente. A pesar de lo juguetón de la situación, algo en la manera en que lo dijo hizo que me quedara en silencio por un segundo, perdiéndome en sus ojos por un instante. Parecía que ya no solo era una canción, sino algo más personal.
— Bueno, no sé si la historia se pueda hacer, pero por ahora, podemos seguir bailando —Le respondí con una sonrisa traviesa, intentando aligerar el ambiente que de pronto se sentía un poco más íntimo de lo que esperaba.
Nos reímos, y mientras la canción seguía su curso, no pude evitar sentir que, en ese momento, con la música, el baile, y la compañía, todo era extrañamente normal, era como si esa parte de mi vida hoy no me atormenta. Todo se sentía tan irreal, y perfecto, que me costaba creerlo.
— Podría ser que sí. — La manera en que me lo dice, y su cuerpo contra el mío, me hace sentir tan extraña, trato de bajar la cabeza, y él me agarra de la barbilla obligándome a verlo. Jadeo cuando su cabeza baja a mi cuello, en donde siento que deja un beso, y luego sopla.
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Cenizas del pasado. (+18)
Roman d'amourFiorella Salvatore nació en la parte húngara de Europa, pero actualmente vive en Estados Unidos. Con 25 años, es hermosa, y estudiosa; recién graduada en medicina, y persiguiendo su sueño de especializarse en cardiología. Aunque tiene muchos sueños...