C XXV

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Harry Potter

La fiesta fue increíble. Draco me dió el mejor regalo de todos sin duda, aunque no acepto que la organización de toda la fiesta fuera para mí un gran regalo, ya que igual me entrego muchos regalos.

Logre quedarme con el último piso de la tarta, una taza de chocolate y por supuesto la snitch de caramelo que volaba en el tercer piso.

Fue triste verificar que realmente no eran joyas de verdad, aunque estuvieron deliciosas.

Y cuando llegó la hora de mi deseo fue sorprendente que esa vela me rodeara antes de cumplir mi deseo.

¿Que pedí? Liberar a todos los elfos de mi familia, según Draco debería tener a mi servicio a elfos pero yo no quiero estar esclavizando a nadie, bueno, no decidí esclavizarlos yo a ellos así que no me interesa.

Y como si eso hubiera avisado a todos, un puñado de elfos aparecieron a mi lado inclinados.

Empezaron a suplicar que no los echara de la familia Potter y que los aceptará de vuelta, jurando lealtad y demás... Bueno. No pude decir que no, había incluso niños elfos que se aferraban a las sucias prendas de mayores llorando y suplicando.

Pero como no soy un desgraciado con todos opte por hacerles una oferta, aceptaría quedarme con todos ellos si aceptaban ser tratados como mi servidumbre, en pocas palabras les daría un sueldo.

Me negaba a aceptarlos sin tal, no tienen ni siquiera ropa decente que los cubra.

Se negaron a aceptar un solo galeón de mi, pero aceptaron como pago alimentos, ropa y un techo dónde dormir. Bueno al menos me aceptaron eso.

El señor Ragnuk me miró y la verdad esperaba una reprimenda... Se que no le gusta que criaturas mágicas como ellos sufran la esclavitud a manos de los magos pero tampoco puede decir mucho cuando ellos hicieron algo similar con un dragón que por suerte ya está recuperándose después de tanto tiempo en cautiverio. Aunque al final no me dijo nada más que acariciar mi cabello.

Por un momento tuve un pequeño ataque de pánico cuando levanto su mano pero confíe en que no me lastimaria... Supongo que algunas cosas no se olvidan fácilmente.

Todos los elfos se quedaron conmigo y mientras el resto comía yo me dedique a transformar sus sucias prendas en algo más decente.

No podía hacer mucho por ahora, considerando que ni siquiera a Neville pudimos darle unas prendas de calidad con nuestra magia.

Pero ya luego arreglaría sus prendas adecuadamente, al menos pude limpiar a todos y mantenerlos en un lugar cómodo.

Se presentaron por supuesto, muchos nombres que memorizar.

Y como querían ayudarme les encargué cuidar de mis compañeros.

Menos del huevo que aún estaba en mi cabello, siendo celosamente protegido por Fawkes.

Después de comer y brindar pude por fin ver a mi querido profesor, llegó algo tarde por un trabajo extra que tenía en el colegio. Me había mencionado que incluso podría perderse mi día por un drama que hacia la cabra y como aún la queremos viva tuvo que volver a cuidarlo.

Estaba molesto era claro, pero no podía hacer mucho para retenerlo, sobre todo cuando el feo me convenció de dejarlo ir.

Fui el primero en acercarme y vaya que me quede helado con lo que sentí.

Un asqueroso olor se pegaba al cuerpo de mi querido profesor y claramente no me lo tomé bien.

Rastree el olor a su muñeca, trate de ser cuidadoso pero con mis sentidos tan alertas lo jale un poco. Me disculpé entre dientes y pude notar una maldita joya de cuarta pegada a su piel.

Serás míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora