Togata Mirio

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El aire fresco de la tarde acariciaba las calles de Musutafu mientras el cielo se teñía de naranjas y rosados. La academia U.A. estaba más tranquila que de costumbre, ya que los estudiantes habían terminado las actividades del día.

 Togata Mirio, con su radiante sonrisa habitual, esperaba pacientemente junto al gran árbol en el patio trasero. Había pasado semanas buscando el momento adecuado para invitarte a una pequeña "cita". Y finalmente, hoy era el día.

Llegaste con tu uniforme ligeramente desordenado después de un intenso entrenamiento. A pesar del cansancio, no pudiste evitar sonreír al ver a Mirio. Él, con su energía contagiosa, siempre parecía iluminar el ambiente.

—¡TN! —exclamó, agitando la mano con entusiasmo—. ¡Qué bueno que viniste!

—Claro que sí, Mirio. No iba a rechazar tu "misteriosa invitación". Aunque aún no me dices qué vamos a hacer. —Tu tono era una mezcla de intriga y diversión .

Él rió mientras se pasaba una mano por la nuca, un gesto típico cuando estaba emocionado.

—Es una sorpresa. Pero te prometo que será divertido. ¿Confías en mí?

—Siempre. —Tu respuesta fue inmediata, sincera. Había algo en Mirio que inspiraba una confianza inquebrantable.

Te llevó por las calles menos transitadas de la ciudad, donde los árboles formaban túneles naturales. 

Mientras caminaban, Mirio hablaba de todo y de nada: anécdotas de sus entrenamientos, historias de su infancia con Tamaki y Nejire, y hasta teorías absurdas sobre qué pasaría si los héroes tuvieran que enfrentar a un ejército de gatos gigantes. 

Te reíste tanto que por momentos olvidaste el cansancio.

Finalmente, llegaron a una colina que daba una vista espectacular de la ciudad. Allí, sobre una manta, había un pequeño picnic preparado: un par de sandwiches, unas botellas de agua y una caja de fresas frescas. Nada ostentoso, pero muy propio de Mirio.

—¿Tú preparaste esto? —preguntaste, sorprendida.

—¡Claro! Bueno, Tamaki me ayudó un poco. Aunque... creo que comió más fresas de las que dejó. —Se rascó la cabeza, avergonzado, y ambos estallaron en risas.

Se sentaron en la manta mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. La conversación fluyó naturalmente, como siempre lo hacía con Mirio. Pero esta vez, había algo más en el aire, algo que hacía que tu corazón latiera más rápido de lo habitual.

De repente, Mirio se quedó en silencio, algo raro en él. Te miró con una expresión que no habías visto antes: una mezcla de nerviosismo y determinación.

—TN, hay algo que quiero decirte. —Su tono era más suave de lo habitual, y sus ojos azules parecían brillar con una intensidad especial.

Lo miraste, sorprendida por el cambio en su actitud.

—Claro, dime. —Tu voz apenas fue un susurro.

Él tomó aire, como si estuviera preparándose para un gran salto.

—Siempre he creído que un héroe debe proteger lo que es más importante para él. Y para mí... tú eres una de esas cosas importantes. —Sus palabras salieron con una sinceridad tan pura que sentiste cómo tus mejillas se encendían—. Me haces querer ser mejor, no solo como héroe, sino como persona. Cada vez que estoy contigo, siento que todo es posible.

Te quedaste sin palabras. Mirio, quien siempre parecía tan seguro de todo, ahora estaba ahí, frente a ti, confesando sus sentimientos con una vulnerabilidad que jamás habías imaginado.

—Mirio, yo... —Comenzaste, pero él levantó una mano.

—No tienes que decir nada ahora. Solo quería que lo supieras. —Aunque sus palabras eran seguras, había un leve temblor en su voz.

Pero tú no querías esperar. Te inclinaste ligeramente hacia él y tomaste su mano.

—Mirio, también siento lo mismo. —Tus palabras eran sinceras, y tus ojos no se apartaban de los suyos—. Eres increíble. Siempre me haces sentir que puedo enfrentar cualquier cosa. Y, honestamente... no quiero imaginar un día sin ti.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, y luego, su sonrisa se extendió, radiante como el sol mismo.

—¿De verdad?

—De verdad. —Sonreíste, y antes de que pudieras decir algo más, Mirio te envolvió en un abrazo cálido, lleno de alegría.

El mundo pareció detenerse por un momento. Allí, bajo el cielo teñido de colores cálidos, compartieron un instante que sería solo suyo, un recuerdo que guardarían para siempre.

Cuando finalmente se separaron, Mirio miró el cielo y luego te miró a ti, como si estuviera viendo algo más hermoso que el atardecer.

—TN, prometo que siempre estaré a tu lado. Pase lo que pase.

Sonreíste, sintiendo que no había lugar más seguro ni feliz que a su lado.

—Lo sé, Mirio. Siempre estaré contigo también.

Os mirasteis el uno al otro sin esconder todo el amor que llevabais meses escondiendo.

—¿Te puedo besar TN? —Preguntó con mirada inocente y una sonrisa deslumbrante.

—Llevo esperándolo toda la vida.—Le afirmaste sintiendo tus mejillas arder.

No esperó ni un segundo para juntar nuestros labios en un beso tierno y sin prisa. 

Esta sensación es mucho mejor de lo que imaginé... ¡ni siquiera se acerca!

Nos separamos cuando nuestros pulmones empezaron a reclamar aire. 

Nos miramos riéndonos como dos tontos enamorados... 

aunque eso es lo que somos ¿no?


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𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 𝐁𝐍𝐇𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora