Capítulo 20: ¿De Dónde Saliste?

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Se podía apreciar a toda la gente huyendo por sus vidas, mientras Elia yacía en el suelo. Al otro lado, Zael bajaba lentamente su mano tras haber lanzado el ataque.

«Raw, ¿qué diablos fue eso? ¡Maldito sea quien se atrevió a atacarme sin previo aviso!» exclamó Vorath, furioso.

«Elia, responde. Elia, por favor, no me hagas esto», suplicó mientras intentaba reanimarla.

«Ah, maldito, fuiste tú», dijo al notar a 2.0. «Me las vas a pagar, maldito».

Se lanzó a atacarlo, pero antes de que pudiera hacer algo, Zael ya estaba frente a él y, con una ráfaga de ki, lo eliminó de inmediato.

«No te preocupes, Elia está viva. Solo está desmayada; después de lo que le hicieron, era obvio. Vamos, rápido, salgamos de aquí».

Cargó a Elia y salieron de la arena de combate.

«Vamos, rápido, llévatela. La nave está allá, suban y huyan de este lugar. ¡Vamos, de prisa!». Ordenó con firmeza.

«Claro, y gracias por lo que haces», respondió con gratitud.

Cuando Cestia tomó a Elia, los demás enemigos aterrizaron detrás de Zael, haciendo temblar el suelo por el impacto. Cestia logró subir a la nave junto a Elia y escapar del planeta, pero Zorath, el hermano de Vorath, salió disparado hacia la nave en un intento de acabar con ellas. Sin embargo, Zael, a una velocidad impresionante que sorprendió a Tariot, lo interceptó con una patada, mandándolo a estrellarse contra una pila de rocas.

«La pelea es conmigo», declaró mientras arremetía contra Zorath.

«Maldito, no imaginé que quisieras atacar así. Te acabaré», respondió Zorath, lleno de furia.

Se lanzó contra Zael, pero en un instante este desapareció de su vista, reapareciendo a su costado y lanzando una enorme ráfaga de Ki que lo eliminó al instante.

«Mhm... Ya puede estar feliz», murmuró.

«Ya veo, este sujeto aumenta y disminuye su poder de combate. Es fascinante; para ser un simple humano, tiene un poder sorprendente», comentó Tariot, impresionado.

«Maldición, señor, déjeme acabar con ese pequeño bastardo», pidió con impaciencia.

«Adelante, puedes hacerlo», respondió con calma.

«Excelente, ahora sí, pequeño mocoso, te toca luchar contra mí. Será imposible que me derrotes», dijo mientras observaba a Zael con una mirada desafiante.

«Muy bien, serás mi oponente ahora. Solo debo decidir de quién podría interrumpirnos», respondió Zael, sin inmutarse.

«¡Cállate, bastardo!», exclamó el enemigo, lleno de ira.

El último enemigo se lanzó contra Zael, propinando varios golpes que él esquivó con facilidad.

«¡Ah, maldición, deja de moverte, maldito!» exclamó frustrado.

«Interesante», comentó Tariot, observando la pelea.

«¿Qué ocurre, Tariot?» preguntó otro, curioso.

«Ese tipo aprende a leer la forma de pelea de sus oponentes a gran velocidad. Jamás había visto algo así; es extraordinario. La última vez que vi a alguien con esa habilidad fue hace más de 30 años», explicó Tariot.

«¿Quiere decir que podríamos estar en problemas?» Preguntó preocupado.

«Nada de eso. Solo digo que será muy interesante acabar y humillar a alguien con esa habilidad», respondió Tariot, con una sonrisa confiada.

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