Capítulo 3

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POV TRISH

Era sorprendente lo mucho que tu vida podía cambiar en un año. La mayoría de las veces no te dabas ni cuenta hasta que llegaba alguien y te recordaba lo diferente que eras doce meses atrás. Lo peor de ser consciente de lo mucho que habías cambiado era recordar el día en que todo cambió porque ese día se convertía en un martirio para ti. Había tenido esa sensación de que hoy sería un algo así... Y, efectivamente, no me estaba equivocando. Por más que intentara no pensar en ello, el veintisiete de agosto había marcado un antes y un después en mi vida y, aunque me negara a reconocerlo, siempre recordaría esa fecha con una mezcla de rabia y melancolía.

Una fecha no se convertía en algo importante para ti a menos que tú quisieras darle importancia, y creo que ese era mi problema, que por más dolor que me produjera, no quería olvidar todo lo que sentí. Al fin y al cabo, todas esas experiencias me habían convertido en la persona que era hoy en día y en este momento, me sentía más fuerte que nunca.

-Trish... ¿Qué haces todavía en la cama? Son las doce de la mañana -murmuró mi madre desde la puerta de mi cuarto mirándose el reloj de muñeca.

-Me he levantado temprano pero... no le he encontrado sentido al día de hoy, así que me he vuelto a acostar.

-Pues más te vale encontrarle el sentido rápido porque nos tenemos que ir -murmuró evitando cualquier tipo de conversación profunda.

-¿Adónde? -pregunté incorporándome ligeramente.

-Los Hudson nos invitaron a pasar el día en su casa. Tienen una piscina enorme. ¿Quieres venir?

No sabía quiénes eran los Husdon y no estaba dispuesta a averiguarlo.

-No, gracias. Me quedaré aquí intentando encontrarle el sentido a la vida.

-Trish, por Dios -farfulló y se fue a su habitación para terminar de vestirse-. ¡Más te vale levantarte antes de que nos vayamos!

Dejé que el peso de mi cuerpo cayera sobre la cama de nuevo y cerré los ojos con fuerza. Llevaba tanto rato acostada, dándole vueltas a las cosas, que me había empezado a entrar sueño. No podía dormirme. El estrés me ocasionaba pesadillas y no quería soñar ese tipo de cosas estando sola en casa. Me levanté y decidí arreglar la estantería de mi habitación, colocando los libros por tamaños en vez de por autor. Algo estúpido e innecesario pero que me ayudaría a despejarme y olvidar todo lo demás durante un rato. Decidí acompañar la tarea con música de Michael Bublé.

-¿Trish? -Matt volvió a aparecer al lado de la puerta, como había hecho mi madre hacía un momento-. Me ha dicho Lillian que no quieres venir.

-No, no quiero ir -comenté poniendo a Hamlet al lado de The Turn Of The Screw.

-¿Ni un poquito? -inquirió mostrando la pequeña porción con sus dedos.

-Nada.

-Hay piscina.

-Aquí también tenemos piscina -comenté. Matt se había pasado el verano cavando un hoyo en la parte trasera de la casa para colocar una pequeña piscina. No era la gran cosa pero lo suficiente para echarte unos largos.

-Aquella es más grande.

-Matt, de verdad lo aprecio, pero no estoy de humor.

El hombre se quedó parado en el marco de la puerta observándome. Quería decir algo, se le notaba en la cara, pero optó por mantenerse en silencio mientras suspiraba.

-Sólo te aconsejo que no hagas tonterías mientras estamos fuera... Por favor.

Su ceño fruncido y su voz, sumamente preocupada, me hicieron sentir lástima a la vez que una gran ternura. No podía explicarlo pero Matt había traído una gran sensación de seguridad y tranquilidad a esta casa, la cual nos había agradado tanto a mi madre como a mí. Era un hombre honesto, sincero y protector, cariñoso cuando tenía que serlo y lo suficientemente inocente como para que no le tomaran por tonto. Al principio pensé que esto sería temporal. No imaginaba a nadie que fuera capaz de soportar a mi madre durante tanto tiempo, porque ni siquiera yo lo hacía, pero él era distinto. Había cambiado a mi madre para bien. Matt no se daba cuenta, porque no sabía cómo era antes, pero todo ese miedo a las relaciones y a la confianza había desaparecido, estaba más tranquila y contenta que nunca, y eso ayudaba mucho a nuestra relación. Apenas peleábamos y hasta habíamos empezado a salir de nuevo juntas. Sentía que las dos habíamos crecido en diferentes aspectos y habíamos dejado atrás esa etapa infantil e inmadura en la que habíamos vivido durante tanto tiempo. El responsable de todo esto era Matt. En poco tiempo había conseguido algo que muy poca gente había conseguido: que le quisiera.

Fast: IgnitionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora