Capítulo 40

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12 de febrero

Nada va bien. Cada día cuchichean más. Cada día es más largo, más pesado, más vacío. Cada día me destruyo un poco más. Una parte de mí me abandona, y dudo que esas partes vuelvan si Trish no despierta. Necesito verla despierta para volver a sentirme completo. Me daba miedo de mí mismo. Estaba aterrorizado. Comenzaba a hacer frío en mi interior. Sus últimas llamaradas de calor se habían esfumado. Ya no me abrigaban. Estaba desprotegido bajo la tormenta.

Hay días que no escribo aquí porque no tengo nada importante que contar pero hoy sí. Hoy entré en tu habitación a primera hora de la mañana y cerré la puerta para que nadie nos molestara. Era muy temprano, tu madre y los chicos no llegarían hasta más tarde. Puede que parezca absurdo escribir una conversación en este estúpido diario pero me da igual. Me arrodillé al lado de tu cama y tomé tu mano. Estaba fría, pero estaba acostumbrado a eso. Tú siempre has tenido las manos heladas, era algo que te identificaba, por eso me gustaba entrelazar nuestros dedos, porque se sentía como siempre, como si solo estuvieras dormida, y no inconsciente, como si te fueras a despertar en cuanto susurrara unos buenos días en tu oído. Pasé una mano por tu frente y te retiré el pelo que se había depositado sobre tu rostro. Sonreí ante el recuerdo de una antigua conversación. Una conversación que ocurrió después de nuestro reencuentro en Londres, el año pasado.

*
"Sí, Peter Pan eres tú", dijo ella, tratando de sonar firme. "Un niño con un arma siempre en la mano. Un niño que no tiene miedo a nada, ni siquiera a la muerte, tan solo a crecer y a que el mundo le atrape".

"¿Y tú eres Wendy?" le pregunté yo.

"Sí. Tú me enseñaste a volar, como Peter a Wendy y, al final del cuento, no acabaste conmigo".

*

Esas palabras se habían quedado grabadas en mi memoria desde que las dijo. En aquel momento me resultó extraño que me comparar con alguien tan puro, y ahora entendía el por qué de esa sensación. Después de todo lo que había pasado me había dado cuenta de que habíamos hecho nuestra propia versión del clásico, aunque no exactamente con los mismos personajes.

La miré a los ojos, como si ella los tuviera también abiertos, mirándome a los míos, y la hablé, como si pudiera escucharme. Esperando de verdad que pudiera oírme.

"Siempre has sido más lista que yo. Eso nunca lo he dudado. Pero he encontrado algo en lo que no tienes razón. Y me sienta mal comunicártelo cuando estás en este estado y no puedes debatirme", sonreí sabiendo lo mucho que le gustaba discutir. "Pero necesitas saberlo."

"Nunca he sido Peter Pan, nunca he sido un niño como él, Trish... Peter Pan eres . Sin miedo a morir, sin miedo a vivir..."

"Yo le tengo miedo a todo." Bajé la cabeza, incapaz de mirarla a la cara.

"Le tengo miedo a perderte... a perderme...Tengo miedo. Te necesito demasiado. Necesito que cuides de mí. Me siento bien cuando cuidas de mí. Cuando estoy entre tus brazos. Pero la ironía en todo esto es que estoy aquí, entre tus brazos. Tu cuerpo está aquí, pero tú no. Estás ausente. Por favor, vuelve."

"Vuelve a mí"

Me toqué el pequeño tatuaje de mi muñeca, el que compartimos, y lo apreté con fuerza a la vez que apretaba el tuyo, notando nuestro pulso, viendo como la tinta latía bajo nuestra piel.

"Haré que este corazón lata para siempre"


Louis Tomlinson.


Capítulo 41: 4 de abril

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