Capítulo 9.

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Llevaba una semana sin hablar con él, sin dirigirle, una sola palabra, y Gally tampoco había hecho el mínimo esfuerzo por acercarse a mí, pero tampoco quería.

Además, Gally estaba más borde que nunca, lo notaba en su forma de trabajar. Todo el mundo lo notaba. Siempre trabajaba con intensidad, ahora parecía estar a punto de explotar en cualquier momento, golpeando cosas con más fuerza de la necesaria, gruñendo a cualquier chico que se le acercaba. Lo peor de todo es que yo también estaba igual de tensa.

No podía evitarlo, cada vez que lo veía de reojo, sentía un enfado que no podía controlar. Por fin habíamos empezado a entendernos, o eso había pensado, hasta que la cagó. Y ahora todo es un caos.

—Jade, cuidado. —La voz de Minho me sacó de mis pensamientos, justo cuando casi derramaba agua al mover uno de los cubos.

Le lancé una mirada rápida, intentando centrarme en lo que hacía. Ni siquiera estaba poniendo atención al trabajo, a lo que realmente debía hacer. No dejaba de darle vueltas al tema. A él.

—Gracias —murmuré, de tanto recomponerme. Pero la verdad era que no podía concentrarme en nada. Todo mi cuerpo estaba tenso, y no era solo por el trabajo.

Minho se quedó cerca, mirándome con esa expresión que siempre llevaba cuando sabía que algo no iba bien. No era estúpido, sabía perfectamente cómo me sentía, y aunque no lo decía, estaba claro que él esperaba que lo arregláramos de una vez.

—No puedes seguir así, Jade —dijo finalmente, bajando la voz para que solo yo lo escuchara—. Ninguno de los dos estáis bien así.

—No quiero hablar de eso ahora —dije mediante un suspiro, intentando no perder la calma.

—Pues deberías —replicó Minho, con un tono más serio—. Porque si no lo haces, esto va a empeorar. Para ti y para él.

Sabía que tenía razón, pero no quería admitirlo. Miré de reojo a Gally, que estaba más lejos, concentrado en algo, pero su sueño fruncido y sus movimientos bruscos lo delataban. A pesar de la distancia, podía sentir su tensión, la misma que llevaba cargando toda la maldita semana. Cada vez que lo veía, cada vez que lo sentía cerca, era como una corriente de rabia y frustración que me atravesaba.

—¿Y qué se supone que tengo que hacer? —dije, soltando el cubo de agua—. ¿Hablar con él? Porque es justamente lo que no quiero hacer.

—Mira, no digo que te lances a sus brazos y arregles todo en un segundo —respondió Minho, cruzándose de brazos—. Pero tampoco puede seguir ignorándolo. Ni tú a él, ni él a ti. Porque se nota que te afecta, Jade, y a él también. Este rollo no va a terminar bien si seguís así.

—Es que él no ha hecho nada para cambiar las cosas —respondí frustrada, pasando una mano por mi pelo—. Todo lo contrario, está peor.

Minho levantó una ceja, como si estuviera esperando que me diera cuenta de algo obvio.

—¿Y tú si has hecho algo? —me soltó, directo—. No es por defenderlo, Jade, pero a veces también hay que dar el primer paso.

Bufé, sin saber qué responderle. Tenía razón, en parte, pero no me iba a rendir tan fácil. Sabía que él estaba lidiando con sus propias mierdas, pero eso no quitaba que yo también lo estuviera. Cada vez que nos acercábamos, parecía que algo nos empujaba a separarnos más. Y esta última semana había sido el colmo.

—No sé, Minho... —murmuré al final, sintiendo un nudo en el estómago—. Es como si todo lo que ha pasado entre nosotros hubiera vuelto en nuestra contra. Y no quiero ser yo la que quede como una estúpida otra vez.

El nuevo verducho (Gally) (The maze runner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora