Estaba trabajando, intentando arreglar la valla de las cabras. Estaba muy agobiada por el sol, y sentía como las gotas de sudor caían lentamente por mi frente. Aún era por la mañana y ya estaba completamente agotada.
No podía más, sentía mis piernas pesadas, así que dejé las herramientas que estaba usando caer en el suelo y me senté justo al lado, apoyando la espalda en una zona de la valla que no estaba rota. Estaba con los ojos cerrados, pensando en todo lo que quedaba de día, cuando escuché unos pasos acercarse hacia donde yo me encontraba.
—Toma.
Al abrir los ojos me di cuenta de que se trataba de Alby, estaba parado frente a mí, con un vaso de agua en una de sus manos. Abrí los ojos como platos, como si estuviera desesperada por bebérmelo. Alby me extendió la mano con el vaso y yo me incorpore un poco para poder llegar a cogerlo.
—Gracias, lo necesitaba —suspiré al acabarme el vaso entero y dejarlo en el suelo junto a mí.
—Lo sé —respondió con una sonrisa que dejaba visible sus blancos dientes.
—¿Qué pasa? —pregunté enarcando una ceja y volviendo a acomodarme en la valla. Sabía que no había venido solo a traerme un vaso de agua.
—Hoy... Hoy viene un nuevo verducho, Jade —dijo agachando la cabeza—. Necesito tu ayuda con esto. Se que no es tu mayor pasión conversar con la gente, pero te necesito en esto.
Alby, el líder de este lugar, es obvio que le voy a decir que sí, no tiene por qué rogarme.
—Sabes que puedes contar conmigo —dije mirando al césped, aunque no tenía ganas, no tenía ganas de volver a explicarle a un nuevo verducho todo lo que era este lugar, da... pereza. Una pereza increíble.
—Bien —dijo mientras formaba una pequeña sonrisa que se podía notar en las comisuras de sus labios, luego se volteó y sin decir nada más simplemente se fue.
Era muy temprano, aún quedaba algunas horas para que la caja volviera a subir, con un nuevo verducho y alimentos para mantenernos con vida un mes más.
Habíamos intentado escapar de todas las formas posibles, cualquier cosa que hayas imaginado, ya lo hemos intentado créeme, pero no hay forma. Y eso me amargaba.
Había acabado de arreglar aquella valla, cuando escuché el ladrido de Sia, al girarme me di cuenta de que corría hacia mí, pero llevaba algo en la boca.
—¿Sia? —dije enarcando una ceja mientras ella seguía acercándose.
Sia es mi perrita, estaba conmigo cuando subí por aquella caja, y desde entonces no se ha separado de mí, no sé cuántos años puede tener, pero Jeff me dijo que entre unos dos o tres años, es joven. El nombre, no sé cómo se me ocurrió, simplemente me vino a la mente, y al parecer acerté. Por más que he intentado acordarme de si estaba conmigo antes de llegar al Claro, no lo consigo.
Cuando Sia se acercó, me di cuenta de que llevaba un pájaro en la boca. Era de tono marrón grisáceo, y piaba y piaba sin parar intentando escapar de entre los dientes de Sia.
—¡Oye suelta eso! —le grité levantándome de un salto y acercándome a ella.
Pero pareció no querer hacerme caso, simplemente me miró y ladeó la cabeza, aún con el pájaro entre los dientes.
—¡Sia! ¡Dámelo! —le volví a gritar. Y esta vez pareció entenderme, porque agachó su cabeza lentamente, y con cuidado dejó al pájaro en el suelo. tenía una pequeña herida en una de sus alas, quizás por eso me lo había traído, y al parecer no podía volar—. Oh, Sia. ¿Me lo has traído para que le ayude? —le pregunté mientras le acariciaba la cabeza—. Vamos.
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El nuevo verducho (Gally) (The maze runner)
Fiksi PenggemarA veces, el amor aparece donde menos de la esperas, incluso en medio del caos. Incluso el corazón más endurecido puede llegar a rendirse ante una sola mirada. (Cabe aclarar que esta historia no va a ser una continuación de la anterior, va a ser una...