Capítulo 14.

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La alarma resonó por todo el Claro, rompiendo la calma de la mañana. La caja había subido.

—Otro novato —comentó alguien a lo lejos, pero yo no presté atención. Estaba acostumbrada. Cada mes, lo mismo: otro chico asustado salía de la caja, perdido, sin saber qué hacer.

Gally ya se dirigía hacia la caja cuando llegué.  Lo vi desde lejos, con su paso decidido y esa mirada que siempre usaba cuando algo no le gustaba. Una mirada que la mayoría de los novatos temían al instante. Yo lo conocía lo suficiente para saber que simplemente era su forma de medir a los nuevos, de dejar claro desde el principio quién mandaba aquí.

La puerta de la caja estaba cerrada, y podía ver a Gally, haciendo esfuerzo para abrir una de las puertas. Esa mirada seria y amenazante no faltaba, como siempre que llegaba un novato. Me coloqué un poco más atrás, sin demasiada prisa.

Las bisagras chirriaron como si no quisieran dejar salir a nadie, pero finalmente se abrió por completo, revelando a un chico tembloroso en el fondo, con la cara pálida y los ojos bien abiertos, como si estuviera a punto de desmayarse.

—Vamos, novato, respira —gruñó Gally antes de lanzarse dentro de la caja, como siempre hacía. Se acercó al chico, que no parecía saber qué estaba pasando ni dónde estaba. Gally le puso una mano en el hombro, su expresión seria. —Te sacaré de aquí.

El chico, demasiado aturdido como para decir algo, dejó que Gally lo ayudara. Su cuerpo parecía rígido, con los puños cerrados y la respiración descontrolada. Entonces, Alby, que estaba justo al borde de la caja, se inclinó hacia adentro.

—Relájate, hermano. Estás a salvo. Respira profundo —le dijo Alby con calma, intentando tranquilizar al novato que no dejaba de mirar alrededor como si todo lo que veía fuera una pesadilla.

Gally lo sacó de la caja con un empujón suave, pero en cuanto el chico puso un pie fuera y vio a toda la multitud de clarianos observándolo, su rostro cambió. La confusión en sus ojos se transformó en puro pánico.

De repente, sin pensarlo dos veces, salió corriendo. Fue un movimiento rápido, como si algo en su cabeza le gritara que tenía que escapar. El pobre tipo no tenía ni idea de adónde iba, solo quería salir de allí.

Pero el Claro no era el lugar ideal para correr a ciegas. Apenas dio unos pasos antes de tropezar con una raíz expuesta en el suelo. Se desplomó de golpe, y la caída fue aparatosa. Gally, parado cerca, soltó una carcajada, una de esas risas que siempre guardaba para momentos así, cuando alguien hacía el ridículo.

Y, aunque intenté mantenerme seria, no pude evitar que se me escapara una risa también. El chico había salido corriendo como si estuviera huyendo de un monstruo, solo para caer en el suelo en cuestión de segundos.

Me llevé una mano a la boca, tratando de contener la risa, pero al ver la expresión de Gally, supe que él también lo había notado.

—Buen intento, novato —se burló Gally, con esa sonrisa arrogante que me resultaba tan familiar. El chico, sin embargo, seguía en el suelo, jadeando, mirando a su alrededor sin entender nada.

Observé cómo Alby y Gally arrastraban al novato hacia el hoyo, mientras los murmullos y las risas de los clarianos llenaban el ambiente. Era un ciclo repetido tantas veces que, para muchos, ya no tenía nada de especial. Pero había algo en este novato, en la forma en que luchaba por soltarse, que me hizo detenerme un momento más.

—¡Dejadme! —gritaba, con los ojos llenos de pánico, forcejeando con más desesperación mientras lo empujaban hacia el pequeño refugio que usaría como celda temporal.

—Cálmate, novato —dijo Alby, aunque su tono ya no tenía la misma paciencia de antes.

Gally, por su parte, mantenía su habitual seriedad. Pero cuando se giró hacia mí, nuestros ojos se encontraron brevemente, su expresión cambió. Sabía que, por mucho que le gustara intimidar a los recién llegados, había más en él que esa fachada de tipo duro.

El nuevo verducho (Gally) (The maze runner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora