Capítulo 10.

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—Venga, vamos a limpiarte ese labio —dije con un suspiro, ayudando a New a levantarse, mientras él soltaba una risita forzada, como si le intentara quitar importancia a la situación.

Nos dirigimos hacia enfermería, en silencio,  con Sia siguiéndonos de cerca. La tensión era palpable, aunque ninguno de los dos se atrevía a decir nada. Mientras que caminábamos, intentaba calmar mi mente, pero mi enfado no hacía más que crecer y crecer. Cada vez que pensaba en lo que Gally había hecho, me hervía la sangre.

Al llegar, le dije a Newt que se sentara, mientras yo buscaba algo para desinfectar la herida. El lugar estaba vacío, y el silencio nos envolvía, solo roto por los leves, gemidos de dolor que Newt soltaba cada vez que movía el labio.

—Tienes que aguantar un poco —le dije, acercándome con una gasa empapada de desinfectante—. Puede que esto vaya a dolerte.

—Estoy preparado —respondió, aunque su sonrisa forzada lo delataba.

Le limpié el labio con cuidado, y aunque intentaba concentrarme para no hacerle daño, no podía dejar de pensar en  Gally. Cada segundo, que pasaba allí con Newt, cada vez que le miraba la herida, más ganas entraban de ir a donde fuera que estuviese Gally. No podía seguir así, evitando el tema, fingiendo que todo estaba bien cuando claramente no lo está.

—¿Por qué siempre eres tú la que termina metida en estos líos? —preguntó Newt de repente, con una pequeña sonrisa, intentando aligerar el ambiente.

Solté una risa corta, aunque sin muchos ánimos.

—No tengo ni idea... pero no puedo seguir así, Newt —dije, dejando caer la gasa sobre una mesa y dando un paso hacia atrás—. No puedo dejar que esto se quede así.

Newt me miró, con una cara de preocupación que se le notaba desde lejos.

Me di media vuelta, dirigiéndome hacia hacia la puerta para salir.

—¿Jade, dónde vas? —dijo Newt preocupado.

Yo simplemente le ignoré y salí por la puerta. Salir rápidamente, sintiendo una rabia en el pecho. Sabía que no iba a ser fácil la conversación, pero esto ya había llegado demasiado lejos. Tenía que entender que no podía ir por ahí soltando golpes cada vez que me veía con cualquier tío, o sea, este lugar está lleno de tíos, no lo puedo evitar.

Caminé con paso firme hacia donde había visto  a Gally dirigirse, al bosque. No tengo muy buenos recuerdos ahí. Mi corazón latía con fuerza, y mis manos estaban sudorosas, llena de nervios. No sabía que le iba a decir, pero lo que sí sabía era que no podía dejar que esto siguiera.

Mientras me entraba en el bosque, cada paso que me daba, me llenaba más de dudas, pero el enfado que sentía me estaba empujando a seguir seguir adelante. Necesitaba enfrentarme a él, y aunque mi mente me gritaba qué tal vez no era el mejor momento, no podía dejarlo ahí.

De repente, lo vi. Estaba junto a un árbol, y vi como golpeó el tronco con una de sus manos, furioso. El sonido seco de su puño contra la corteza resonó en el aire. Mi corazón se detuvo por un segundo, y, por muy enfadada que estuviera, no pude evitarlo, y antes de que pudiera darme cuenta, mis pies empezaron a correr hacia él.

—¡Gally! —grité, pero no se giró, ni siquiera me miró.

Cuando llegué a su lado, le intenté tomar el brazo, preocupada por la sangre en sus manos.

—¿Estás loco o qué —dije, pero él seguía con la mirada fija en el árbol, su pecho subía y bajaba rápidamente.

Gally apretó los puños de nuevo, aunque no volvió a golpear. Su respiración con dificultad, su rostro tenso, pero no hacían ni el más mínimo esfuerzo por mirarme.

El nuevo verducho (Gally) (The maze runner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora