La última semana había sido una completa locura. Desde esa última vez, desde ese último beso, Aunque dije que no se había arreglado nada, mentí. Nos empezamos a ver a escondidas, y las cosas entre nosotros se habían vuelto más intensas. Y ya no era solo era esa tensión que siempre había entre los dos, sino que ahora no podíamos parar de buscarnos, de estar juntos. Nos besábamos cada vez que podíamos, y aunque a veces me sacaba de quicio, esos momentos eran... increíbles.
Había algo en él que me hacía perder el control, algo que no podía explicar. Nos habíamos estado acostando a escondidas, aprovechando cualquier momento para estar solos, como si estuviéramos haciendo algo prohibido, y en cierto modo lo estábamos. A veces, solo el hecho de que fuera un secreto lo hacía aún más emocionante.
Estábamos cerca en el almacén, escondidos detrás de unas cajas después de haber pasado un buen rato juntos, cuando casi nos pilla Fritanga. Su voz resonó cerca, tarareando una canción extraña, y nos quedamos quietos como estatuas. Gally estaba tan cerca de mí, que podía sentir el calor de su cuerpo contra el mío, y por un segundo, pensé que Fritanga nos había visto.
—Ha estado cerca —murmuré, aguantando la risa nerviosa mientras él me miraba con una expresión divertida.
—Demasiado cerca —respondió Gally, aunque no parecía muy preocupado. De hecho, sonrió de esa forma que siempre me desarmaba, y en lugar de alejarse, se inclinó para besarme otra vez.
Era ridículo, como podía pasar de estar furiosa con él a desear besarlo en cuestión de segundos. Gally tenía esa habilidad de sacarme de quicio como nadie, pero esos momentos juntos, lo compensaban todo. Aunque sabía que no podíamos seguir así para siempre.
Después de que Fritanga casi nos pillara, las cosas se volvieron mucho más emocionantes. Cada vez que estábamos cerca el uno del otro, era como si todo lo demás desapareciera. La tensión entre nosotros seguía ahí, pero se sentía más viva. Era una locura pensar que apenas unas semanas no podía soportarlo, y ahora... bueno, ahora no podía quitármelo de la cabeza.
Los días pasaban rápido, tan rápido que no me daba ni cuenta.
Una vez, mientras Gally y yo estábamos escondidos en el granero, riéndonos bajito, después de habernos escapado otra vez del trabajo, me di cuenta de lo mucho que me había acostumbrado a esto. A él. A sus manos recorriendo mi espalda, a la forma en que sus labios buscaban los míos, como si no pudiera tener suficiente. Estaba completamente enganchada, y lo peor era que no me importaba. O mejor dicho, lo mejor.
—¿Qué pasa? —preguntó Gally, notando que me había quedado en silencio.
—Nada —mentí, tratando de desviar la mirada, pero él no se lo creyó ni por un segundo.
—No me vengas con eso —insistió, acercándose aún más—. Cuando te quedas callada es porque algo está dando vueltas en esa cabeza tuya.
Suspiré, medio sonriendo.
—Solo pensaba en cómo casi nos pillan el otro día. Y en lo fácil que es acostumbrarse a todo esto —hice un gesto con la mano, señalándonos a los dos—. No es normal, Gally.
Él se quedó en silencio por un segundo, como si estuviera pensando en qué decir. Luego, se encogió de hombros, con ese estilo suyo de despreocupado.
—¿Y qué si no lo es? Nada de lo que nos rodea es normal. Así que, ¿por qué deberíamos serlo nosotros?
Me quedé mirando, sorprendiéndome una vez más de cómo podía hacer las cosas tan pequeñas, y de como siempre encontraba la forma de dejarme sin palabras. Y, como siempre, antes de que pudiera responder, me tomó por la cintura y me besó. Ese beso que había empezado como algo intenso, ahora se sentía como una necesidad, algo inevitable.
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El nuevo verducho (Gally) (The maze runner)
FanfictionA veces, el amor aparece donde menos de la esperas, incluso en medio del caos. Incluso el corazón más endurecido puede llegar a rendirse ante una sola mirada. (Cabe aclarar que esta historia no va a ser una continuación de la anterior, va a ser una...