Capítulo 25.

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Estaba sentada junto a Gally, cuando la figura de Chuck se apareció corriendo, con la cara iluminada de emoción.

—¡Ya han vuelto! —gritó, con los ojos como platos—. ¡Minho y Thomas están de vuelta del laberinto!

Gally y yo intercambiamos miradas, la tensión en su mandíbula era evidente, pero se levantó sin decir una palabra. Caminamos rápido hacia las puertas, donde ya se había reunido un grupo de clarianos, todos murmurando y apuntando con curiosidad hacia los corredores que acababan de aparecer.

Minho, jadeando y cubierto de sudor y polvo, levantó la cabeza y miró a todos. —Hemos encontrado algo —dijo, su voz quebrada por el cansancio—. Un pasadizo que podría ser una salida.

Un murmullo de sorpresa se extendió entre los clarianos. Newt dio un paso al frente, incrédulo. —¿En serio? ¿De verdad?

Minho asintió con la cabeza, aún recuperando el aliento. —Abrimos una puerta que nunca había visto antes. Tiene que ser donde los laceradores se esconden durante el día.

Chuck, que estaba parado cerca, frunció el ceño y soltó, nervioso: —¿Habéis encontrado dónde viven los laceradores? ¿Y queréis que vayamos allí?

Thomas, que estaba junto a Minho, dio un paso adelante, mirando a todos con determinación. —Su entrada podría ser nuestra salida.

El murmullo se detuvo al instante cuando Gally se adelantó, y lo miró con enfado. —O podría haber una docena de laceradores esperando, listos para matarnos a todos. La verdad es que no sabes lo que has hecho, para variar, Thomas.

Thomas se giró hacia Gally, con los ojos encendidos y la mandíbula apretada. —Al menos yo he hecho algo. ¿Qué has hecho tú, Gally? Además de ocultarte tras estos muros. 

La mirada de Gally se endureció y su voz salió en un gruñido bajo. —Te diré algo, novato. Llevas aquí tres días... ¡Yo llevo aquí tres años!

Thomas no se echó atrás, dando un paso más cerca. —¡Sí! ¡Y sigues aquí, Gally! ¿Qué te dice eso? Quizás debas cambiar tu modo de actuar.

Los segundos que siguieron fueron como un latido prolongado, en el que todos contenían la respiración, esperando a ver qué pasaría después.

El ambiente se cortó como un cuchillo cuando, de repente, Teresa irrumpió corriendo entre la multitud, con la cara pálida y la respiración entrecortada.

—¡Alby ha despertado! —gritó, atrayendo la atención de todos. Sia, empezó a ladrar al verla, como si sintiera la agitación en el aire.

Gally apretó los puños, claramente frustrado, y sin decir una palabra más, se giró y se alejó con pasos rápidos y pesados. Lo miré un segundo antes de decidir seguirlo. Tenía que calmarlo antes de que esa furia le nublara la razón.

—¡Gally! —lo llamé. Cuando al fin se detuvo en una esquina más apartada, se giró hacia mí, su mirada oscura y cargada de algo que reconocí de inmediato: rabia, frustración y una necesidad de liberar todo aquello que lo consumía.

—Jade, ¿por qué siempre tienes que seguirme? —su voz era baja, pero ronca, como si estuviera al borde de perder el control.

Me acerqué sin dudar, acortando la distancia hasta que pude sentir el calor que irradiaba su cuerpo. —Porque no te voy a dejar solo cuando estás así —dije, mi tono desafiante, y mis manos encontraron su pecho.

Gally soltó una risa amarga, sin apartar la mirada de mis ojos. Sus manos se posaron en mi cintura, con una fuerza que no era brusca, pero sí posesiva. En un movimiento rápido, me empujó suavemente contra la pared de piedra, y su cuerpo se acercó al mío, envolviéndome en una calidez que me hacía olvidar el caos a nuestro alrededor.

El nuevo verducho (Gally) (The maze runner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora