Capítulo 7.

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El sol ya estaba pegando fuerte cuando empecé a sentir algo raro. Alguien me estaba sacudiendo suavemente, pero mi mente todavía estaba en ese estado entre dormida y despierta, y no entendía nada.

—Jade... ¡Ey, Jade! —la voz de Newt sonaba cerca, demasiado cerca.

Abrí los ojos de golpe, solo para encontrarme con su rostro preocupado a pocos centímetros de mí. Parpadeé varias veces, tratando de recordar dónde estaba, qué pasaba... Y entonces lo noté.

Mi cuerpo, cubierto solo por una camiseta que me llegaba hasta medio muslo, y unas bragas que claramente no deberían ser lo único que llevara puesto. 

Mierda.

Me incorporé bruscamente en la hamaca, sin entender por qué no tenía la manta encima, ni los pantalones puestos. Sentí la brisa fresca del Claro acariciando mi piel. Mis piernas, totalmente descubiertas, y mi camiseta apenas cubriendo lo esencial. La vergüenza me estaba matando, pero intenté actuar como si nada.

—¿Qué hora es? —murmuré, aún aturdida, tratando de ganar tiempo para procesar.

—Es tarde. Muy tarde. —Newt sonaba más extrañado que otra cosa, y lo miré con una sonrisa tensa, esperando que no hubiera notado nada.

Sin embargo, su mirada recorrió de manera mi cuerpo destapado, y luego se rascó la cabeza, claramente incómodo. Ay, por favor, que no pregunte...

—¿Qué haces así? —preguntó finalmente, sin poder evitarlo. Su tono no era burlón, pero tampoco estaba lleno de curiosidad inocente.

Mi mente empezó a trabajar a mil por hora. No podía decirle la verdad. No podía decirle que la noche anterior había estado con Gally, y que, bueno, las cosas se habían descontrolado. Recordé los besos, el calor de su cuerpo, y el recuerdo me hizo sentir un escalofrío por todo el cuerpo. 

—Ehm... se me cayó la manta mientras dormía, supongo —improvisé, aunque el rubor subiendo por mis mejillas me delataba por completo. Intenté reacomodar mi camiseta, tirando de los bordes para cubrirme mejor, pero era una misión imposible.

—Ya... —respondió Newt, levantando una ceja con una sonrisa que indicaba que no se lo había creído del todo—. Y, ¿la manta?

—¿Qué? —pregunté, todavía un poco desorientada.

—La manta, Jade. ¿Dónde está? Porque si la tiraste durmiendo, no está por aquí. —Newt empezó a buscarla alrededor de la hamaca, como si esperara encontrar una respuesta milagrosa.

Justo cuando pensaba que todo estaba bajo control, intenté salir de la hamaca para al menos buscar la dichosa manta. Gran error. Me moví demasiado rápido, y, como era de esperarse, perdí el equilibrio al intentar bajar. Tropecé y acabé cayendo de bruces al suelo, justo en el lado opuesto a donde estaba Newt.

—¡Mierda! —exclamé, sintiendo cómo mi cara se ponía roja de la vergüenza.

Newt soltó una pequeña carcajada, aunque trató de controlarse.

—Bueno, parece que no es tu día, ¿no? —comentó divertido, y sentí que quería desaparecer del planeta en ese mismo instante.

Allí estaba, casi en ropa interior, tirada en el suelo después de una noche intensa con Gally, y Newt era el único testigo de mi patética escena. Y probablemente no sería el único que me vio así esa mañana.

—Newt, por favor, pásame la manta —dije, con un tono desesperado en mi voz. Necesitaba cubrirme ya.

Él dejó de reírse y miró alrededor, encontrando por fin la dichosa manta. La recogió y, antes de lanzármela, me miró de reojo.

El nuevo verducho (Gally) (The maze runner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora