—Su desayuno ya esta servido señor—termino de atarme la corbata y me giro para ver a Emilia y su alborotado cabello azul apuntar a todos lados.
—No tengo hambre Emilia—digo seco ganado una mala mirada de su parte.
—No quiere comer hoy como tampoco lo hizo ayer—se queja, no es mi culpa no sentir el mas mínimo indicio de querer comer—, me esta preocupando enserio.
—No te he pedido que lo hagas—me coloco uno de los relojes de mi colección, me gustan los relojes.
—Bien, no le insisto mas entonces—dice molesta saliendo de mi habitación, si fuera otra persona la ignoraría por completo pero Emilia es de las pocas personas a la que tolero, es mi empleada domestica desde hace 5 años y con eso ha sido suficiente para que coja confianza y quiera mandarme cada que puede, es solo dos años mayor que yo pero pareciera que tiene menos.
Niego estresado por hacer esto, odiando a Chiara.
Ella sabe que detesto asistir a esa reuniones en las que solo hablan cosas que no me interesan y mucho menos estar rodeado de personas, eso me frustra.
Termino de vestirme y salgo de mi habitación viendo de reojo a Emilia quien recoge los platos de la mesa maldiciendo en voz baja.
No me importa así que ni me despido.
En la entrada de mi casa, Dante mi chofer ya me espera con la puerta abierta.
—Buenos días señor—saluda, ¿señor? solo tengo 25 años pero esta demás reclamar.
—Buenos días—saludo, el cierra la puerta cuando entro ya molesto de saber al lugar al que me dirijo, sube al auto sin mediar palabra porque sabe que prefiero el silencio, es lo único que me hace sentir tranquilo.
El viaje es relativamente corto, me coloco los lentes oscuros al bajar porque no quiero riñas de Chiara, no estoy para escucharla en este momento.
Entro a la empresa como si fuera el jodido dueño y en parte lo soy, entro sin saludar a nadie con el único objetivo de llegar a la sala donde se realizara esa reunión, se que puedo ser grosero pero si saludo querrán entablar conversación y no puedo hacerlo, no cuando tengo la necesidad de maldecir y desahogarme todo lo que traigo por dentro, y es tanto que duele.
Subo el ascensor y veo como unas jovenes se susurran cosas entre ellas dándome miraditas coquetas, ruedo los ojos aburrido por sus reacciones.
Salgo del ascensor a toda prisa para sin tocar, meterme en la oficina de la presidenta.
—¡Viktor!—Chiara muy emocionada al verme se levanta de su escritorio, entro en alerta cuando la veo acercarse y rodear mi cuello con sus brazos dejando un beso en mi mejilla, intento con todas mis fuerzas devolverle el abrazo pero no puedo, no quiero hacerle daño como lo he hecho siempre—, enserio viniste.
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Corazón frágil (Libro 3 de trilogía "Latidos del corazón")
Ficção AdolescenteAlessandra inicia su sueño en Caruso, una prestigiosa empresa de licores, donde su dedicación y pasión rápidamente la hacen destacar. Sin embargo, su mundo se tambalea cuando en una reunión aparece Viktor Caruso, el enigmático hijo menor del dueño...