Abro mis ojos intentando adaptarme a la luz que entra por mi ventana, no es tan fuerte pero para es un jodido fastidio después de haber dormido no se cuantas horas.
Siento el cuerpo pesado pero a la vez relajado, es reconfortante sentir que he descansado, lastima que lo hago gracias a medicamentos.
—¿Cómo te sientes mi amor?—veo a la mujer que se encuentra sentada al lado de mi cama, la mujer de mi vida.
—Me siento adormecido—me quejo, siento que he consumido una excesiva cantidad de droga—, cada vez son mas fuertes.
—Sabes que es por tu bien—mi madre lleva sus manos a mi rostro para inclinarse y dejar un beso en mi frente, me mira con adoración—, se que detestas tomarte los antidepresivos pero si no lo haces sabes que todo empeora y no soporto verte sufrir de esa manera mi amor.
La entiendo, Irisha Caruso ha tenido que sufrir demasiado por causa de la enfermedad de su hijo, un trastorno sin cura que poseo desde que soy prácticamente un bebé.
—¿Cuánto dormí esta vez?—pregunto.
—Casi dos días—hago una mueca, siempre que tomo mi medicación es como si me volviera un ser vulnerable, un ser que necesita depender de antidepresivos para poder llevar una vida normal, si es que la tengo.
Detesto mi enfermedad.
Detesto tener bipolaridad.
Ese ha sido todo el problema de mi vida desde que tengo uso de razón. Mi madre me dice que me detectaron este trastorno cuando tenia 5 años de edad, no fue fácil para nadie aceptar algo que me acompañaría el resto de mi vida y algo con lo que no es fácil lidiar.
Mi enfermedad domina mis emociones, me permite sentirlas al máximo y a niveles exagerados, puedo sentir mucha alegría, deprimirme o irritarme en segundos, la mayoría del tiempo me la paso irritado, me molesta todo a mi alrededor y es algo que simplemente no puedo evitarlo.
Mi enfermedad me ha traído problemas, fui un niño problemático que siempre buscaba peleas o se metía en cosas que no debía, trataba mal a personas que me importaban, recuerdo una vez que tenia una amiga, una niña muy bonita y rubia pero que dejo de hablarme después de que le grite y me enfade con ella, nada fue fácil después de eso.
No volví asistir a ninguna escuela, saque mis estudios con profesores particulares porque me molestaba la idea de herir a otros, era mi miedo constante.
Con la familia era lo mismo, recuerdo haberle dicho a mi padre muchas veces que lo odiaba en mis episodios hipomaniacos, recuerdo gritarle a mamá que no me obligara a tomarme los medicamentos que me sedaban como a un loco, recuerdo que en una discusión con mi hermana la empuje y esta cayo en una mesa de vidrio lastimándose, es algo de lo que me sigo arrepintiendo hoy en día, he herido a mi familia de muchas maneras.
Y es por eso que decidí alejarme de ellos, no quería herir a las personas que amaba.
Cuando me encontraba bien gracias a los medicamentos y las psicoterapias logre sacar mi profesión de literatura, encontré la forma de escapar de la realidad que me lastimaba, me volví escritor.
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Corazón frágil (Libro 3 de trilogía "Latidos del corazón")
Genç KurguAlessandra inicia su sueño en Caruso, una prestigiosa empresa de licores, donde su dedicación y pasión rápidamente la hacen destacar. Sin embargo, su mundo se tambalea cuando en una reunión aparece Viktor Caruso, el enigmático hijo menor del dueño...