²Personalidad infantil.

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Jeongyeon cargaba a Mina en sus brazos como si fuera una princesa, corriendo por la sala mientras la japonesa no paraba de protestar.

― ¡Bájame, Yoo! ― chilló Mina, aunque su risa la delataba.

― Está bien, está bien, ya te bajo ― respondió Jeongyeon con una sonrisa traviesa, deteniéndose para dejarla con cuidado en el suelo.

Mina suspiró, ajustando su ropa con un toque de dignidad recuperada.

― Ahora devuélveme mi celular ― extendió lq mano.

― Te lo daré... si logras atraparme ― respondió Jeongyeon, dándole un beso fugaz en la mejilla y, sin previo aviso, salió corriendo por toda la casa, riendo como si fuera una niña.

Mina, con los brazos cruzados, la observaba con incredulidad.

― ¡Jeongyeon, ni se te ocurra salir al porche! ¡Está lloviendo y el piso está mojado! Te vas a caer ― advirtió.

Por supuesto, las advertencias solo sirvieron para animar más a la mayor, quien, descalza y sin pensar las consecuencias, salió corriendo bajo al lluvia. No fue sorpresa cuando, segundos después resbaló y terminó en el suelo con un golpe seco.

― ¡Ah! ― gimió, llevándose una mano a la frente.

La japonesa salió corriendo tras ella, sacudiendo la cabeza.

― ¡Te lo dije, Yoo! Siempre haces lo mismo, no escuchas y terminas lastimándote. ¡Parece que tengo que cuidarte como si fueras una niña! ― exclamó.

Le tendió la mano y, al levantarla, notó un pequeño hilo de sangre corriendo por su frente, el tono de Mina cambió.

― Jeongyeon, estás sangrando...

La preocupación en su voz fue suficiente para hacer que la traviesa sonrisa de Jeongyeon se desvaneciera.

― No es nada ― dijo la mayor con voz temblorosa, intentando minimizar el golpe.

... 🩹...

De vuelta en el sofá, Mina trabajaba en limpiar la herida de Jeongyeon, con una expresión que combinaba molestia y ternura.

― ¿Qué me vas a poner? ¿Eso arde? ― preguntó la rubia, mirando con ojos grandes el hisopo que su novia sostenía, empapado en un líquido oscuro.

― Es yodo, para desinfectar antes de ponerte la bandita, y no, no arde ― respondió Mina, concentrada en la tarea.

― Bueno, está bien... ― murmuró Jeongyeon, cediendo.

Pero en cuanto el hisopo tocó su piel, Jeongyeon hizo una mueca y soltó un quejido.

― iAuch! ¡Duele!

― Ni te quejes ― contestó Mina, sacudiendo la cabeza―. Tú misma te lo buscaste ― replicó Mina.

Terminó de desinfectar la herida y con una sonrisa más suave, puso la bandita con cuidado sobre la herida.

― Listo.

Jeongyeon, todavía con la expresión de alguien que ha sido ligeramente maltratada por el destino, la miró fijamente.

― Gracias... ―bdijo en voz baja, observando a Mina mientras esta guardaba los materiales en la cajita de primeros auxilios―. Mina-ssi... ¿estás enojada?

La menor se quedó en silencio por un momento, sin mirarla. Jeongyeon se inclinó un poco, intentando encontrar los ojos de su novia.

― ¿Mina-ssi? ― insistió suavemente.

Mina soltó un suspiro y la miró de reojo.

― ¿Y si me enojara? ¿Qué harías?

― Mmh... ¡Puedo hacerte un dibujo! De un dinosaurio... un pingüino, o un corazón, como prefieras ― respondió.

― ¿Eso es lo que harías para calmarm mi enojo? Qué inmadura, Jeong ― dijo Mina, tratando de contener la risa.

― ¡No soy inmadura! Solo tengo... ¡personalidad infantil! ― se defendió Jeongyeon, dándole un ligero codazo a Mina, que se echó a reír―... ya hablando en serio, ¿no estás molesta, verdad?

― No, no lo estoy... solo me preocupa que no te cuides lo suficiente. Me duele verte lastimada.

Jeongyeon sonrió con cariño y entrelazó sus dedos con los de Mina, apretándolos suavemente.

― Prometo que la próxima vez te haré caso... pero, dime, ¿quién te haría reír si no me cayera de vez en cuando?

Mina intentó mantener una expresión seria, pero una sonrisa inevitable se asomó en sus labios.

―Tienes suerte de que te quiero, Yoo Jeongyeon.

Jeongyeon soltó una pequeña risa, divertida por el comentario de Mina. Se inclinó un poco más cerca, observándola con esa mirada juguetona que siempre lograba desarmarla.

― ¿Suerte? ―preguntó, fingiendo estar ofendida―. Pensé que era mi increíble encanto lo que te tenía enamorada.

Mina rodó los ojos, aunque la sonrisa en su rostro la traicionaba.

― Modesta, como siempre ― murmuró, sin soltar su mano.

― Ya sabes, no hay nadie como yo, mi amor ― respondió Jeongyeon, revolviéndole el cabello con aire de diva.

― Tonta ― Mina le dio un suave golpe en la frente.

― ¡Auch! Me has lastimado ― fingió Jeongyeon, llevándose la mano a la cabeza como si de verdad doliera.

― ¡Ay! Perdón, cariño, no era mi intención...

Antes de que pudiera terminar, Jeongyeon la interrumpió con un beso suave y cálido, sellando la disculpa con sus labios.

― ¿Qué te parece si hacemos chocolatito caliente y lo acompañamos con...?

― Malvaviscos o galletas ― completó Mina, sonriendo.

― Suena perfecto, ¡vamos ya! ― Jeongyeon se levantó del sofá de un salto y corrió hacia la cocina.

― ¡Jeongyeon, te dije que no corraaas! ― gritó Mina mientras la seguía riendo.











FIN.

 One Shots ★ JᴇᴏɴɢMɪ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora