Astrid

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Capítulo 20

~ El recuerdo:
Otro tipo de cicatriz. ~

Lavo mis dientes, y hago lo que se pueda con el desastre de mi cabello, termino amarrándolo en un moño alto, y lo adorno con un listón lila, salgo del baño hacia mi armario, cada paso es una tortura, fue la noche de antier que mis dedos sangraron ...

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Lavo mis dientes, y hago lo que se pueda con el desastre de mi cabello, termino amarrándolo en un moño alto, y lo adorno con un listón lila, salgo del baño hacia mi armario, cada paso es una tortura, fue la noche de antier que mis dedos sangraron por toda la presión en la que los sometí, tomo el vestido azul cielo colocándomelo con dificultad, las lágrimas se aglomeran en mis ojos con cada movimiento que hago mi espalda punza, arde y me hace querer desear el perder mi maldita espina dorsal, tomo la sudadera crop top lila y me la pongo sobre el vestido, saco unas medias blancas con bordado de corazones del mismo color que el vestido y las plataformas del color del top, las banditas que cubren mis dedos se ven rojizas, seguramente porque las heridas volvieron a abrirse anoche, sentándome sobre mi cama, saco mi botiquín de mi mesa de noche, retirando las bandas inservibles, para cambiarlas por la cinta para heridas, no sin antes desinfectar los cortes, el ardor me hace estremecer, y un sollozo se escapa de mis labios, aprisiono mi labio inferior entre mis dientas para evitar que algún otro sonido patético me traicione, una vez lista, vestida y con las máquinas de tortura que me encanta usar como zapatos, salgo de mi habitación para tomar mi batido de cada mañana y la maldita medicación para la lesión de la espalda.

Mek no está en casa, no me sorprende sus clases inician normalmente antes que las mías, eso no me ayuda a extrañarla menos, hoy sería el día perfecto para quedarnos acurrucadas en nuestra sala de estar con las ridículas comedias románticas que solemos ver, o tal vez las películas de terror que son tan malas que nos hacen reír.

Saco mi batido de la nevera y el recipiente con un almuerzo perfectamente balanceado que Kor se hace cargo de entregarme cada mañana, o cada noche si no la veré por la mañana, así como las comidas restantes de mi día a día, cuando la vibración de mi teléfono desde la barra me toma por sorpresa, abandono mi desayuno, yendo a por él, notando que es una notificación de mensaje, por un segundo pienso podría ser mi querido novio falso, la emoción se amarga con el mensaje que me encuentro.

Desconocido

Princesa no te tomaba como una mal educada.
Responde mis mensajes, te extraño, me haces falta.

Pongo los ojos en blanco y como todos los mensajes de este tipo que he recibido uno a cada semana, lo bloqueo, estoy acostumbrada al acoso en sus diferentes presentaciones, ¿Estos mensajes? No son nada, y si el enfermo detrás de esto piensa que me asusta, déjame reír mientras cuento los ceros en mi cuenta bancaria, no son nada, simples cucarachas, una plaga más, soy una Van De Laar no me intimidan simples amateurs en el arte de la intimidación, a parte cuando ya conoces al verdadero monstruo, difícilmente las sombras te asustan.

Como mi desayuno y tomo mi batido, disfrutando del tiempo que aún tengo para poder llegar a la IRA y comenzar con un día de mierda, porque de alguna manera mi antiguo instructor, logro hacer que se me dieran clases como a una futura bailarina, como si el diagnostico que desahucio mis sueños no existiera.

Subo a mi auto colocando la música a todo volumen, dejando que la vibración de, el equipo de sonido inunde el espacio, hasta llegar a la universidad, cuando aparco en mi cajón particular y salgo del auto casi choco con un pecho que está demasiado cerca, mi instinto sería decirle que se moviera, está en mi espacio y no le di el permiso, después las notas cítricas de su loción asaltan mis sentidos dándome cuenta de que es el mismísimo Caelan Bermont quien me espera.

—Caelan, que sorpresa encontrarte aquí—Saludo con amabilidad y una sonrisa perfectamente practicada ilumina mi rostro.

—Estaba esperando a tu llegada, así podre acompañarte hasta tu salón de clases—La suavidad en su voz me resulta incómoda, normalmente es frio al hablar, incluso conmigo y nuestras interacciones pasadas, no perdía la frialdad, hasta este momento, cuando voy a negarme toma mi bolso colgándolo de su hombro y me ofrece su brazo para tomarlo y caminar con él, muerdo mi labio inferior con fuerza, sin embargo lo hago, no puedo ser mal educada, ya lo he humillado suficiente al negarme a casarme con él.

Llevo una semana evitando a mi supuesto novio, no es lo correcto ya que necesitamos ser vistos en público, pero simplemente me ha sido imposible poder contactarme con el después de follar, maldita sea no es buen momento para pensar en eso, ya siento el calor subir a mis mejillas.

—Debo dirigirme al teatro, debo ensayar—Explico mientras cambiamos de dirección, al ala más alejada de la universidad.

—Me he enterado por mi madre el que Eleanor volverá a estar en los escenarios con la representación de, el lago de los cisnes, ella representando a la bella Odette, es asombroso y un honor poder verla actuar—Asiento con suavidad.

BEAUTIFUL MISTAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora