Astrid

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Capítulo 10

~A veces debemos saber

Que nada

Volverá a ser igual. ~

Entro a nuestro apartamento con cautela, deseando tomar una ducha de agua hirviendo para eliminar su olor de mí, su tacto de mí, la sensación de su piel helada contra la mía, y lo que me hizo sentir, sobre todo quiero borrar el hecho de que lo dis...

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Entro a nuestro apartamento con cautela, deseando tomar una ducha de agua hirviendo para eliminar su olor de mí, su tacto de mí, la sensación de su piel helada contra la mía, y lo que me hizo sentir, sobre todo quiero borrar el hecho de que lo disfrute.

Cruzo nuestra sala de estar cuando la luz de nuestra cocina se enciende, revelando a Mek con su bata de seda roja y su cabello hecho un desastre, una copa de vino descansa en su mano, los tatuajes en su piel resaltan, la tinta negra sobre su piel blanca y sonrosada y solo lo sé, sé que acaba de tener sexo, me sonríe con complicidad, como si supiera lo que yo estaba haciendo antes de llegar a casa, y el pánico toma mi corazón en un puño apretado haciendo que mi respiración sea dolorosa, mi estómago se revuelve y las náuseas atacan queriéndome hacer devolver el vacío que lo habita.

—Llegas algo tarde, ¿Qué estuviste haciendo princesita? —Recarga sus brazos sobre la barra moviendo la copa que descansa entre sus dedos haciendo que el líquido rojo se remueva.

Le sonrió con naturalidad, porque estoy bien, el pánico no existe en mí, nadie debe verme titubear, yo soy una Van De Laar, nosotros no titubeamos, lanzo mi bolso al sillón individual y me acerco a ella, tomando un vaso y llenándolo de agua con hielos, todo sin responder a su pregunta, doy un largo trago para bajar el sabor amargo que me había invadido hace unos momentos, es entonces cuando hablo.

—Estaba en una reunión de estudio, no nos dan tregua ni siquiera por haber iniciado las clases recientemente, dicen por ahí que Brodway no se llenara solo—Me ve de forma escéptica, sin embargo no hay manera en que crea que le he mentido, sabe que soy muy dedicada en mis clases, siempre a tiempo, cumplo con cada trabajo y nunca pierdo una asistencia hasta hoy.

—Debes conseguir todos los protagónicos princesita, dame un pretexto para usar todos esos vestidos elegantes que mi madre me obliga a comprar—Le sonrió con ligereza, me acerco a ella por detrás, su aroma a rosas silvestres me inunda, su cabello rojo intenso esta alborotado pero húmedo, lo cepillo con mis dedos aprovechando que está en una posición que me permite alcanzarla sin necesidad de estirarme, Mek deja caer su cabeza hacia atrás facilitándome el trabajo, estas somos nosotras, siempre hemos sido de esta manera, ella es la rebelde, yo la niña buena, ella nos metía en problemas, yo nos salvaba de ellos, cuando en su casa todo era demasiado estricto, venía a la mía en donde la dejábamos ser libre, somos mejores amigas, casi podríamos ser hermanas, opuestas pero no hay forma en que no estemos juntas, Mekyla no tiene una vida fácil, desde que tiene uso de razón ha estado sometida a clases de etiqueta, mientras yo estaba entrenando ballet, a ella le enseñaban la forma correcta de dirigirse a un Lord, yo corría con libertad por nuestros jardines y ella estaba aprendiendo para que servía cada cubierto en la mesa y en qué momento utilizarlos, todo porque está comprometida con Anton Bridge, uno de los ancianos que rigen nuestra jerarquía de poder.

—Soy yo, por supuesto que tendré cada uno de los protagónicos—Comienzo a trenzar su cabello, cuando gira dejando mi trabajo a medias, sus manos toman mi cintura y la sonrisa que baila en su rostro me dice que lo que sea que esté a punto de decir no me va a gustar, pero de igual manera la seguiré.

—Tengo una idea para aligerar el peso que tienes encima—Suelto un suspiro esperando lo que tiene que decir—Vayamos al circo—No puedo evitar la mueca que se forma en mis labios.

El circo, uno de los lugares donde las tres universidades pueden convivir sin querer matarse los unos a los otros, territorio neutral para diversión y caos, el lugar perfecto para Mek.

Una pesadilla para mí.

— ¿El circo? ¿Lugar al que mis hermanos me prohibieron repetidamente no asistir? No creo que sea una buena idea Mek, podríamos quedarnos aquí, y ver pelicular de comedia romántica estúpidas o incluso películas de terror ridículamente malas que nos hagan reír—Muerde su labio inferior negando con la cabeza.

—Vamos Astrid por favor, que se jodan tus hermanos ellos no dictan tu vida, además te ayudare a pasar desapercibida, usaras algo de mi guarda ropa, nadie sabrá que eres tú, estarás bien y te divertirás, por favor, casi no salimos durante el instituto—Me siento un poco culpable por haberla abandonado en nuestros momentos de pubertad, no eran los mejores momentos para mí, la deje sola en el instituto ya que prefería la educación en casa, solo asistía a ciertas clases y volvía a encerrarme en las grandes paredes de la casa de mis padres, el único lugar en el cual me sentía segura, así que supongo que sí.

Se lo debo.

Asiento al final haciendo que ella chille de felicidad, deje su vino olvidado en el mármol de la barra y me abrace con fuerza.

—Sera una noche inolvidable ya lo veras—Me da un beso en la mejilla y se va a su habitación, dejándome sola en el silencio de mi mente, la cual no tardara en gritar todos los errores que cometí hoy.

Ya siento las manos tomar mis extremidades haciendo que el moverme sea doloroso, siendo la suciedad que me recorre desde la punta de los pies hasta la cabeza, hasta que una de esas manos negras, sucias y monstruosas tapa mi boca para impedirme pedir ayuda, para decir cualquier cosa con tal de salvarme de este hundimiento lento y tortuoso a la desesperación, cierro los ojos y cuando los vuelvo a abrir, es por el escozor de mi piel enrojecida y ardiente, el agua hirviendo enjuagando la suciedad de mi cuerpo que permití me invadiera, tallo con más fuerza en mi cuello hasta que arde, el contraste frio de mis lágrimas me hace estremecer, cierro el grifo y me envuelvo en mi toalla, salgo de la ducha sentándome al borde de la tina, trato de calmar a mi errático y temeroso corazón, trato de que mis pulmones comprendan que no hay nada presionándolos, nada impidiéndoles trabajar correctamente, pero todo es inútil, sé que lo es y solo hay una sola cosa que podrá ayudarme a volver a estar en control de mi misma, y dejar atrás esta maldita versión fantasma que detesto, me levanto camino hacia el lavabo, observando mi reflejo y odiando lo que veo, odio como mis pómulos se pegan al hueso por la falta de peso, como mis clavículas son tan visibles que parece se romperán, odio como las manchas oscuras rodean mis ojos enrojecidos, antes de continuar con mi cadena de odio el frio sustituye el calor de la ira irracional hacia mí, cuando el ardor me hace volver a centrarme, cuando sale de mi toda esa oscuridad que estaba tragándome viva, veo como las manos se retiran de mi cuerpo con lentitud, es entonces cuando puedo respirar correctamente, es entonces cuando vuelvo a ser yo.

No puedo permitir que esto vuelva a suceder, no puedo permitir a ese bastardo cerca de mí jamás.

Él es peligroso y no por su reputación llena de sangre, violencia y muerte, él es peligroso porque me hizo sentir, me hizo disfrutar de algo que no tengo derecho a experimentar.

Rage Sokolov está prohibido para mí.

BEAUTIFUL MISTAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora