Una dama, una Lady, siempre debe dar una buena imagen.
Una Lady no muestra sus emociones en público.
No.
Nosotras somos la imagen de la serenidad.
Por eso antes de tomar el título nos dan "libertad" durante nuestros años universitarios.
Libertad no...
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La piel pálida de Astrid resalta sobre las sabanas negras de mi cama, después de salir de la fiesta, se quedó dormida en mis brazos, Soren nos trajo de vuelta a la residencia, no ha reaccionado, ni siquiera cuando la desnude nuevamente y la acosté sobre mi cama, ahora está cubierta por la seda de las sabanas, y duerme tranquilamente.
Es la primera vez que no tiene pesadillas, desde que cuido su sueño, el sonido de la notificación de su teléfono me hace desviar mi atención, lo tomo de la mesita de noche, mi ceño se frunce cuando leo lo que hay ahí.
Desconocido
Princesa, estas siendo muy cruel, al torturarme así.
Verte en las manos de otro me está matando.
No olvides a quien te entregaste primero, a quien siempre pertenecerás.
¿Qué mierda?
Desbloqueo su teléfono y llamo al número, timbra una, dos veces, cuando contestan, no hablo espero a que quien quiera que sea lo haga, una respiración distorsionada se escucha al otro lado, dejándome saber que no podre identificarle por voz.
—No creí que necesitaras oírme princesa—Es un hombre eso es seguro, la pregunta es quien, no respondo, mientras busco en mi escritorio lo necesario, si podría decirle a Soren y lo haría más rápido pero no ha vuelto de la maldita fiesta, conecto el teléfono que uso de rastreador, conecto los necesario, abriendo los programas, conecto el teléfono de Astrid.
— ¿No dirás nada? Por favor princesa, he necesitado tanto escucharte nuevamente—Dejo salir un suspiro, tengo que mantener mi cabeza fría, no puedo dejar que la posesividad me traicione.
—No creo que ella este deseosa de hablarte, no como lo imaginas al menos, lamento ponerte en línea de la situación—Un gruñido sintético se escucha al otro lado de la línea.
—Eres tú, el hijo de puta que ensucia a mi amada y adorada niña—Pongo los ojos en blanco siempre son los peores, recitan un amor poético que no existe.
—Rage Sokolov un gusto—Digo simplemente, los códigos corren por la pantalla del teléfono, buscando su ubicación, nombre todo lo que pueda conseguir.
—Sugiero, te alejes de ella, solo es cuestión de tiempo en el que ella vendrá a mí, volverá a mí y te dejara sin nada—Puedo fingir que le creo, pero no lo hare. —Y si no te alejas de ella te matare—Oh ahora si se puso interesante esta conversación de mierda.
—No me digas—Digo con sarcasmo, sonriendo cuando un nombre aparece en la pantalla— ¿Y cómo me mataras? —Pregunto realmente intrigado, pue es imposible que pueda tocarme siquiera.
