Una dama, una Lady, siempre debe dar una buena imagen.
Una Lady no muestra sus emociones en público.
No.
Nosotras somos la imagen de la serenidad.
Por eso antes de tomar el título nos dan "libertad" durante nuestros años universitarios.
Libertad no...
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Astrid se aleja corriendo pasando de mí, en dirección al laberinto, me tomo un momento dejando que mi cuerpo se llene de la adrenalina de la caza, dejándome llevar por mi instinto primitivo, mis músculos se tensan, mi estómago se retuerce con la emoción creciente de obtener a mi presa, de tenerla entre mis dientes, mía, a mi merced, completamente mía para devorar.
Cuando creo le he dado el tiempo suficiente camino hacia nuestro patio trasero, hasta dar con el laberinto, reacomodo la máscara, levantando la tela para cubrir la mitad de mi rostro, entro en las grandes paredes recubiertas de enredaderas, el olor húmedo llena mis pulmones pero eso no es lo que sigo, como un maldito sabueso me aferro al suave aroma a fresas de Astrid, siguiéndolo por los pasillos, la noche comienza a caer sobre nosotros, escucho sus pasos apresurados por el suelo lleno de hojas secas, doy vuelta en un pasillo y veo el fantasma de su cabellera rubia ondeando con el viento y la agitación, es cuando decido que caminar me ha cansado y comienzo a correr detrás de ella, no pierdo de vista su figura frente a mí, a pesar de tener cuidado en mis pisadas, para no delatar mi posición, mira sobre su hombro y me encuentra, casi cae cuando trata de correr más rápido dejando salir de su garganta un grito de profundo terror, mi polla se endurece al instante, quiero que me tema, quiero que tenga miedo de mí, el calor estalla en mis venas cual lava, cuando llego a ella, tomándola por su estúpido enorme suéter, jalándola hacia mí, su grito resuena en mis odios, es casi cómico como las situaciones se repiten, vuelvo a tenerla en mis manos, en mi territorio, y en el centro del laberinto.
—Como dije ángel, no hay manera en que escapes de mi—Su respiración jadeante y entre cortada me hace cosquillas en la cara, cuando me acerco a ella para hablarle en un susurro, siento el temblor de su cuerpo, cuando la obligo a recargarse en la pared detrás de ella, sé que las ramas posiblemente estén arañando su piel al traspasar la tela de su suéter, no me interesa.
—Déjame ir—Pide en un susurro tembloroso, haciéndome sonreír debajo de mi cubierta—Por favor Rage—Sus delicadas y pequeñas manos se posan en mi pecho queriendo marcar un espacio entre nosotros, pero es no está sucediendo, mi rodilla abre sus temblorosas piernas
—Mmm... Me gusta cómo se escucha mi nombre en ese acento elegante tuyo—Mi mano izquierda toma su cuello, obsesionándome con su latente y errático pulso debajo de mis dedos, mientras llevo mi mano derecha recorriendo su delgada, sumamente, jodidamente delgada figura, hasta el borde de su enorme ropa, dejo que se filtre debajo de la capa de lana tejida, debo hacer uso de cada gramo de autocontrol para no estremecerme, mierda, que suave y cálida es, es como tocar el cielo, esto es lo más cerca que estaré del cielo, Astrid es la única misericordia que el supuesto dios ha mostrado conmigo, alguien como yo que lleva la muerte como segunda piel no merecemos cosas tan puras, pero la tengo y no la dejare ir, su piel se eriza cuando mi mano helada la acaricia, toco todo lo que puedo de ella, sin quitar mis ojos de los suyos, quiero morir en esa miel que tiene como mirada, ahogarme en su dulzura, llevo mi toque hasta el borde de sus senos, tocándolos y amasándolos por sobre su sujetador de encaje, sus ojos brillan en un desafío silencioso, en una ira palpable, así que cuando sus pezones se endurecen, pellizco uno con fuerza, jadea, y su espalda se arquea—Pero que princesa tan zorra eres tú, pequeño ángel, apuesto a que si llevo mis manos, tu coño estará llorando por mi ¿Comprobamos la teoría? —Ella niega con la cabeza, lo mejor que puede dado a mi agarre en su cuello, me acerco a ella absorbiendo su olor, lleno mis pulmones de ella, todo de ella, y lo he decido, mi mano abandona sus senos para ir a una zona más apetecible, desabotono sus pantalones, llevando mis manos a tocar sus bragas de encaje, no rompo contacto visual en ningún momento, cuando toco sus pliegues ya mojados por sobre la delgada tela, un jadeo sale de sus labios.
—Por favor, por favor para—Ruega ante mí, ¿Qué pare? Pero su cuerpo se está derritiendo por mí, acaricio sus pliegues y su clítoris, un gemido la abandona.
—No veo por qué parar, tu cuerpo me está pidiendo a gritos que lo folle—Hago a un lado la delgada tela, para sentirla directamente, mis dedos se burlan de sus pliegues tan suave tan húmeda, tan caliente y mía, porque Astrid me pertenece, juego con su clítoris acariciándolo en círculos perezosos ayudándola a relajarse, un gemido reprimido se escapa de sus labios, puedo notar el arrepentimiento de que eso haya pasado.
—Detente, ahora por favor—Su jadeo me hace estremecer quiero sentir su interior, sumergirme tan dentro de ella, que su coño ahogue mi polla, joder estoy perdido por esta mujer, su olor, su sabor, el olor a su excitación, su pulso desbocado bajo mi tacto y sé que estoy jodido, enfermo y adicto y no quiero que se me cure jamás de ella, cansado de sus suplicas sin sentido, introduzco dos dedos en su caliente y apretado interior, sus paredes me aprietan deseando más, la follo con mis dedos, mientras sus jadeos y gemidos bajos llenan mis oídios, el descarado vomito de unicornio balancea sus caderas contra mis dedos.
—Ángel mentiroso, ¿no te han enseñado que mentir es parte de la corrupción del alma? Alguien como tú no debería ser una sucia mentirosa, por esta ocasión aceptare tu perdón en forma de un orgasmo—Introduzco un dedo más a su apretado coño, y con mi pulgar masajeo su clítoris Su espalda se arquea y el más delicioso gemido sale de sus labios, mi garganta se seca, joder estoy sumamente sediento de la miel que corre por mi mano y sus muslos.
Necesito más, lo quiero todo, todo lo que ella tiene es mío y si no me lo da por voluntad, lo arrancaré de su ser hasta dejarla sin nada, hasta que solo pueda correr a mí para conseguir lo que desee, yo seré el único al cuál ella verá, yo, Rage Sokolov y solo yo.
La follo más rápido, necesito ver su cara cuando cae en esa espirar de placer y ella como el ángel que es me lo regala, mejillas rosadas, lágrimas surcando su rostro, labios abiertos, respiración agitada, todo un espectáculo visual, y lo más hermoso que he visto en mi vida.
Saco los dedos de su interior, sus ojos nublados aún por el éxtasis siguen mis movimientos cuando bajo la máscara y los meto a mi boca uno a uno limpiando los del desastre que ha hecho, sus ojos brillan con una emoción diferente, cuando terminó paso mi lengua por mi labio inferior.
—¿Terminaste?—Suvoz jadeante hace un pésimo intento de mantenerla firme, completa y como laperra que todos creen que es.—Me gustaría ir a mi casa ahora.