22: FIN

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Tara

Dani y yo volvimos casi un mes después a Australia, nuestros amigos seguían allí, y yo a los pocos días me puse de parto. Siempre supe que dolería, pero nunca pensaba en que dolería de una manera tan fuerte como la que estaba sintiendo ahora mismo. Me propusieron ponerme la epidural y negué. Por suerte a las pocas horas me puse de parto al dilatar rápido y salió rápido. Fue algo intenso, pero después, al oírla llorar, me sentí en paz. Dani a mi lado me abrazó como pudo y se emocionó también al ver a su bebita por fin aquí. Éramos los dos las personas más felices y afortunadas del mundo.

Cuando nuestros amigos y familiares pudieron entraron a la habitación con mogollón de regalos, flores y globos. Algunos sensibles lloraron, como Jopa, que no dejaba de hablar sobre lo preciosa que era. Todos estábamos emocionados con la llegada de la nena a nuestras vidas. Iba a ser la favorita. Días más tarde ya estábamos en casa, con nuestra pequeña. Nos salió llorona. No nos dejaba dormir ni dos horas.

–Ya voy yo... –Cuatro y veintisiete de la mañana. Era la tercera vez que lloraba esa noche. No tenía ni idea de qué le pasaba pero era desesperante.

–¿Está enferma? Me empieza a preocupar... –Daniel se revuelve entre las sábanas antes de erguirse.

–No creo que lo esté, algunos lloran mucho.

Tras cogerla un rato en mis brazos y darle el pecho, dejó de llorar y la volví a poner en la cuna junto con el peluche que me regaló Borja de Chispas. Nos volvimos a dormir y nos dejó tranquilos hasta por la mañana a las nueve. Era lo mismo siempre. Me empezaba a doler la cabeza de la falta de sueño. Era lo que tenía la maternidad, por lo menos los primeros meses.

–¿No hay alguna manera de apagarla? –bromeó Dani.

–No, cariño.

–Pues nada, a sufrir de falta de sueño unos mesecitos... Dámela, a ver si la calmo yo.

Se la paso y él la acunó en sus brazos. Y fue como magia, en dos segundos estuvo calmada.

–Tiene papitis –sonríe él mientras se acomoda en el sofá con ella en brazos.

–Quien no tendría papitis teniendo un hombre como tú.

–Me vuelves a hablar así y me pongo a maullar.

–Mejor gímeme.

–... Miau.

Ambos reímos. Por fin tenía la vida que quería con él hombre que amaba. Pero faltaba un pequeño, insignificante y desinteresado detalle. La boda. Estaba claro que quería casarme con él. Me daba igual que fuera pronto, ya teníamos una hija.

Una mañana estábamos con la nena en la cama, en medio de ambos y lo miré a los ojos sonriendo. Él me sonrió también. Era algo tan bonito entenderte con una persona simplemente con una mirada.

–Dani, amor.

–¿Sí?

–Cásate conmigo.

–Sí –le brillaron los ojos.

Nos besamos como pudimos con la nena en medio. Lo amaba. Lo amaba más que a mí misma.

–Te amo.

–Y yo a ti, canija.

Siempre me llamaría así. Me encantaba.

Y esta es la historia de cómo me enamoré de nuevo del hombre de mi vida. Fue un camino muy difícil, pero el destino siempre junta aquello que tiene que estarlo. Y Dani y yo estábamos hechos para morir juntos. Y aquí nos quedaremos, casados y con una niña. Juntos para siempre.

FIN.

todo por aquel viaje [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora