Capítulo 32: Rutina

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Shoko Ieiri entró a su oficina con un suspiro al notar el cansancio acumulado. Su día apenas comenzaba, y ya sentía la necesidad de fumar. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso más, algo llamó su atención. Sentada en el suelo, justo en el umbral de la puerta, estaba una joven, con la cabeza inclinada ligeramente hacia un lado y una sonrisa brillante en los labios. Era su estudiante de los últimos meses: Rika.

Los ojos de la joven destellaban con un entusiasmo infantil y contenido, como si no pudiera esperar a decirle algo. Al ver a Shoko, Rika dio un salto ágil, poniéndose de pie en un instante. Su energía irradiaba mientras se abalanzaba hacia su maestra.

"¡Sensei, lo hice, lo hice, lo hice!" gritó Rika, casi brincando alrededor de Shoko como un cachorro que acaba de aprender un nuevo truco. Sus pasos eran rápidos y torpes, haciendo pequeños círculos alrededor de ella mientras sus manos se agitaban.

Shoko alzó una ceja. No era la primera vez que Rika la sorprendía con alguna demostración extraña de energía juvenil. Soltó un largo suspiro, deseando por un segundo tener un cigarrillo entre los labios para calmarse.

"¿Qué hiciste esta vez?" preguntó Shoko con una media sonrisa, intentando moderar su tono, aunque no podía evitar estar interesada. Algo en el brillo de los ojos de Rika le decía que esta vez había sido diferente.

Rika, en lugar de responder directamente, metió la mano en su bolsillo y sacó un bisturí pequeño que parecía brillar bajo la luz de la oficina. Shoko frunció el ceño, anticipando lo que venía, pero antes de poder detenerla, Rika quitó la tapa y deslizó la hoja afilada sobre la palma de su mano izquierda con un corte profundo. La sangre empezó a brotar de inmediato, manchando su piel.

Shoko estaba a punto de soltar una reprimenda. Sabía que Rika era propensa a hacerse pequeños cortes para experimentos y pruebas, pero esto era más grave. Siempre se limitaba a cortes superficiales en la yema de los dedos, nunca nada tan dramático.

"¿Qué te pasa? ¿Por qué un corte tan profundo?" empezó Shoko, pero las palabras murieron en sus labios cuando algo increíble sucedió. El corte, que aún debería estar sangrando profusamente, empezó a cerrarse ante sus ojos. La piel de Rika se regeneraba a una velocidad impresionante, como si las células mismas se apresuraran a unirse nuevamente, cerrando la herida sin dejar rastro alguno. En cuestión de segundos, no quedaba ni una cicatriz.

Shoko parpadeó, sorprendida. Su ceño fruncido se relajó, transformándose en una expresión de asombro genuino.

"Lo lograste..." susurró finalmente, sus ojos azules brillando con un orgullo que pocas veces dejaba ver. Rika había logrado dominar la técnica inversa a un nivel de calidad que superaba las suyas.

Al escuchar esas palabras, Rika estalló de alegría. Su entusiasmo fue tal que, sin pensarlo, se lanzó hacia Shoko, abrazándola con fuerza. Shoko, que no era del tipo afectuoso, se quedó momentáneamente rígida, pero luego, viendo la sinceridad de su alumna, le devolvió el abrazo con una suave palmada en la espalda.

Pero, de repente, el cuerpo de Rika se tensó. Un dolor agudo atravesó su cabeza, como una punzada que la hizo soltar rápidamente a su maestra. Llevó las manos a su sien, apretando los dientes mientras se recordaba lo que le había advertido su ama

Shoko la observó, confusa por el repentino cambio de humor de Rika. De la euforia y el abrazo efusivo, ahora parecía estar lidiando con un dolor interno. Sin embargo, en lugar de presionarla, Shoko simplemente sonrió, aunque en su mente comenzaban a surgir preguntas.

"Bueno, esto... tendremos que celebrarlo después, ¿eh?" dijo Shoko, intentando aliviar la tensión en el aire. Sus instintos le decían que había algo más detrás del comportamiento de su alumna, pero por ahora, decidió dejarlo pasar. Rika le devolvió una sonrisa débil, aún un poco mareada, y asintió.

Makima corría a toda velocidad por el campus, sintiendo cómo sus músculos se tensaban y relajaban en perfecta sincronía con cada paso. El aire fresco de la mañana golpeaba su rostro, revitalizándola. El correr se había convertido en parte fundamental de su rutina desde que Rika empezaba sus clases privadas con Shoko Ieiri a primera hora. Makima valoraba esos momentos de calma y soledad, donde podía despejar su mente y organizar sus pensamientos sin interrupciones.

Sin embargo, esa mañana, algo fuera de lo común sucedió. Al escuchar pasos acelerados detrás de ella, Makima miró por encima de su hombro y se sorprendió al ver a Kirara, una de las estudiantes, intentando seguirle el ritmo.

"¿Qué haces aquí?" preguntó Makima con tono plano, aunque ligeramente desconcertada. Rara vez alguien se atrevía a interferir en su tiempo personal.

Kirara sonrió, aunque ya comenzaba a jadear un poco. "Te veo todas las mañanas desde mi ventana, siempre corriendo sola. Pensé en ajustar mi horario para acompañarte. Siempre es más fácil mantener una rutina si tienes compañía, ¿no crees?"

Makima la miró de reojo mientras mantenía su ritmo constante. La situación era, cuando menos, extraña. Hasta donde ella sabía, Kirara no debería tener una inclinación tan marcada hacia ella. Su técnica de control aún no había surtido pleno efecto en la chica, lo que hacía que su comportamiento resultara inesperado.

"¿De verdad?" respondió Makima con un ligero tono de escepticismo, sin girar completamente la cabeza hacia ella. El viento movía sus cabellos suavemente mientras calculaba mentalmente cuánto tiempo más podría aguantar Kirara corriendo a ese ritmo.

Kirara, sin embargo, parecía entusiasta. "Sí, claro. Es que... bueno, siento que si corro contigo me motivaré más. Además, he estado queriendo mejorar mi resistencia. Tú siempre pareces tan disciplinada."

Makima no respondió de inmediato. En su mente, procesaba la información. Podía ser cierto que Kirara quisiera mejorar su resistencia, pero su instinto le decía que había algo más. Podía sentir que su técnica no había afectado lo suficiente la voluntad de Kirara para que estuviera tan inclinada a acercarse a ella. No todavía.

"¿Mantenerte motivada, huh?" dijo Makima, desacelerando un poco su ritmo, permitiendo que Kirara respirara un poco mejor. "Debo admitir que correr en compañía puede tener ventajas... aunque rara vez lo hago."

Kirara rió entre jadeos, agradecida de que Makima hubiera bajado el ritmo. "Bueno, entonces tal vez pueda ser la excepción, ¿no? Además, podría acostumbrarme. Y quién sabe, tal vez terminemos siendo buenas compañeras de carrera."

Makima ladeó ligeramente la cabeza, sin perder la concentración. Sabía que algo estaba pasando con Kirara. No era solo la compañía lo que buscaba. Decidió que no podía arriesgarse a subestimarla, por lo que pensó en probar algo.

"¿Compañeras de carrera? Veremos..." dijo Makima con una voz suave y enigmática. "Kirara, dime... ¿hasta dónde estás dispuesta a llegar para mejorar?"

El tono de Makima se volvió casi hipnótico, una pizca de su técnica empezaba a filtrarse en sus palabras, sutil pero presente. Kirara, aunque cansada, notó el cambio en la conversación y su sonrisa vaciló un poco.

"¿Qué quieres decir?" preguntó Kirara, con una mezcla de curiosidad y cautela en su voz.

Makima observó la reacción de Kirara con cuidado. Aún era temprano, pero estaba intrigada por ver cuánto podía influir sobre ella y hasta dónde llegaría su nueva "compañera" sin que ella siquiera se diera cuenta.

Jujutsu Kaisen: La Hechicera del ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora