Capítulo 37: Intriga

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Makima estaba concentrada en sus estudios, con el ceño fruncido mientras llenaba las hojas de su cuaderno con cálculos y ecuaciones complejas. Susurraba para sí misma, con la voz apenas audible. "Descarté esta idea porque no me daba tiempo de ponerme a salvo... literalmente, sería una técnica suicida intentar algo así," murmuraba, como si no hablara con nadie más que consigo misma. Hizo una pausa, meditando mientras repasaba la fórmula con los dedos. "Aunque, considerando que mi muerte ya no es un problema... podría ejecutarla, pero tendría que calcular con precisión el porcentaje exacto de energía y la cantidad de materia implicada. Si no, el daño podría ser... bueno, más allá de lo físico."

Rika, quien la miraba sin comprender nada de lo que decía, suspiró y regresó a sus libros, intentando no distraerse. Había tenido una mañana frustrante: su sensei, Shoko Ieiri, le había permitido intentar curar a un hechicero por primera vez. Era un privilegio que nunca antes le había concedido, pero no había podido lograrlo. Cuando intentaba liberar la energía invertida, esta se desestabilizaba, y al final el flujo se rompía y se disipaba antes de que pudiera surtir efecto. Solo podía curarse a sí misma, pero no había logrado controlar la técnica inversa en otra persona. Shoko intentó tranquilizarla, pero sus explicaciones fueron vagas como siempre, lo que la dejó más frustrada. Rika suspiró, volviendo a sus estudios con determinación; no iba a permitir que esta técnica se le resistiera, sin importar lo difícil que fuera.

De repente, el silencio se rompió cuando la puerta de la casa se abrió, con un chirrido distintivo. Ambas chicas sabían quién era: solo una persona vendría a molestar a esa hora.

"¿Dónde se metieron?" resonó la voz inconfundible de Gojo Satoru, su tono despreocupado y siempre con esa confianza que lo caracterizaba. Sus pasos resonaron por el pasillo, acercándose a la habitación donde estaban Makima y Rika, y luego abrió la puerta con su característica sonrisa. "¡Oh, qué niñas tan estudiosas tengo aquí!" exclamó, mirándolas con esa expresión de orgullo fingido.

Makima, sin perder un segundo, cerró su cuaderno rápidamente y apoyó la cabeza en la mesa, sacando su celular del bolsillo para fingir que estaba ocupada. Ignoró a Gojo por completo, con el móvil en las manos y sin siquiera molestarse en mirarlo.

"Eh, no seas así," protestó Gojo, llevándose una mano al pecho como si estuviera herido en sus sentimientos. "Se supone que soy tu sensei, ¿no? ¡Qué desconsiderada!"

Makima ni siquiera alzó la vista, menos aún le dedicó una palabra. Gojo soltó un suspiro, resignado, pero no iba a darse por vencido tan fácilmente. "Como sea," continuó, "vine a darte una noticia." Pausó un momento, esperando alguna reacción, y añadió: "Tu prima, Maki, es mi nueva estudiante."

El comentario finalmente captó la atención de Makima, quien levantó la cabeza con una expresión de sorpresa. "¿Maki? ¿Aquí?" Preguntó, en tono incrédulo. No era que le importara demasiado, pero la idea de que su prima, a quien consideraba una inútil, hubiera logrado entrar en la escuela de hechicería le resultaba difícil de creer.

Gojo asintió, disfrutando de su reacción. "¡Sí! Deberías ir a saludarla, está en una de las habitaciones. Aunque ahora ya pasó el toque de queda, así que será mejor que esperes hasta mañana. Además..." Se detuvo un momento, mirando a Makima con una sonrisa cómplice. "Esto es un poco fuera de lo común, pero logré convencer a los ancianos de que te permitan acompañar a los estudiantes de segundo año en su próxima misión. Solo como observadora, claro. A mí no me toca enseñarles, así que no podré ir, pero confío en que no harás nada demasiado problemático." Gojo hizo una pausa, con una sonrisa que Makima consideró un tanto sospechosa. "¿Sabes a lo que me refiero, verdad?"

Makima inclinó la cabeza, dejando que las palabras de Gojo se asentaran en su mente. Era muy inusual que él permitiera que saliera del campus sin su supervisión directa, y aquella concesión le resultaba sospechosa. Miró de nuevo a Gojo, quien continuaba con su eterna sonrisa, su expresión despreocupada y aparentemente amable. Pero Makima no se dejaba engañar fácilmente; había aprendido a desconfiar de esa sonrisa tanto como de cualquier otra amenaza.

Gojo giró hacia Rika y le guiñó un ojo. "Oh, y Rika, lo siento, pero no logré convencer a Shoko de que te deje saltarte sus clases." Hizo un puchero teatral. "Es una mezquina, ¿no es cierto?"

Rika dejó escapar un suspiro frustrado, aunque ya sabía que Shoko no iba a ceder fácilmente. Si Makima le pedía que la acompañara, lo haría de todos modos, pero tener el permiso hubiera facilitado las cosas.

"Bueno, con eso dicho, me retiro. Tengo unas cosas que hacer," anunció Gojo, y en un instante, antes de que cualquiera pudiera responder, desapareció del umbral de la puerta, dejando solo un ligero eco en el ambiente.

Makima observó por un momento el espacio vacío que él había dejado, procesando cada palabra que acababa de escuchar. La llegada de Maki, el permiso inusual para salir del campus y acompañar a los estudiantes de segundo en una misión... era mucho más de lo que esperaba recibir en una simple visita nocturna de su sensei.

Guardando finalmente sus apuntes y cerrando su cuaderno con un golpe seco, miró de reojo a Rika, quien seguía observándola atentamente. "¿Quieres que vaya contigo?" preguntó Rika, preparándose mentalmente para ignorar cualquier restricción que Shoko pudiera imponerle si su ama decidía que necesitaba su compañía.

Makima negó con la cabeza, su expresión fría y concentrada. "No hace falta. Concéntrate en lo tuyo por ahora. Aún tengo que enterarme de qué trata exactamente esa misión. Puede que falten días antes de que tenga lugar."

Rika asintió, y, resignada, comenzó a guardar sus propios libros y apuntes en silencio. Aunque obedecería, no podía evitar una ligera inquietud. Algo en la actitud de Gojo parecía contener una advertencia velada, y si Makima iba a salir sin él, quería estar lista para cualquier eventualidad. La joven hechicera organizó sus cosas de manera meticulosa y miró de nuevo a su ama, quien continuaba con la mirada fija en la puerta, perdida en sus pensamientos.

Una vez que ambas terminaron de recoger, se dirigieron al placar para cambiarse a ropa más cómoda. Makima se quitó la blusa y, con movimientos cuidadosos, eligió algo ligero y sencillo, como si solo estuviera preparándose para una noche común. Sin embargo, su mente seguía dándole vueltas a las palabras de Gojo y al enigma que representaba el repentino cambio en su rutina.

Finalmente, se recostaron en la cama. Rika apagó las luces, y la oscuridad cubrió la habitación, envolviendo el silencio con una calma engañosa. Aunque Rika trató de relajarse, la cabeza de Makima seguía activa, llenándose de pensamientos e ideas que se formaban y se disipaban rápidamente.

Rika, sintiendo la tensión en el aire, se deslizó más cerca de Makima en la penumbra, buscando el leve consuelo de su proximidad. Con movimientos suaves, se acurrucó a su lado y apoyó delicadamente la cabeza sobre la almohada, pegando su rostro al de Makima. Su respiración era tranquila y pausada, y cada exhalación rozaba cálidamente la mejilla de su ama. Al sentir el calor de Rika tan cerca, Makima se permitió una pausa en sus pensamientos, relajando apenas su expresión. Rika, en un gesto afectuoso y sin decir palabra, acomodó su mano sobre el hombro de Makima, como si quisiera transmitirle calma y seguridad.

"¿Qué podría estar tramando Gojo?" pensaba para sí Makima, aunque ahora, con Rika acurrucada a su lado, sus pensamientos parecían perder un poco de su urgencia. Era inusual que él le permitiera salir sin vigilancia, sobre todo en un encargo de los ancianos. Algo en la sonrisa de Gojo le parecía fuera de lugar, como si estuviera ocultando una pieza importante del rompecabezas.

Rika intentaba calmarse, cerrando los ojos en un intento de serenarse, pero la inquietud la mantenía alerta. Esta sería la primera vez que se separaría de Makima en una misión, y el pensamiento le generaba un poco de temor. La idea de estar lejos de su ama, sin la cercanía y guía que siempre había tenido, hacía que el pecho se le comprimiera de ansiedad. Cada vez que trataba de conciliar el sueño, su mente regresaba a la misma preocupación, preguntándose si sería capaz de cumplir con lo que se esperaba de ella sin la presencia de Makima a su lado.

Intentó acercarse un poco más, como si el contacto pudiera disipar sus temores. Acarició suavemente el hombro de Makima, buscando en esa proximidad una seguridad que no sentía.

Makima, en cambio, seguía absorta en sus planes y en sus cálculos mentales, imaginando las posibilidades y las formas de maximizar su técnica si la misión resultaba ser una prueba oculta. Una sonrisa apenas visible se dibujó en sus labios cuando, en un susurro apenas audible, murmuró para sí misma: "Boom."

Finalmente, tras algunos minutos más, cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de anticipación y poder que había construido en su mente, mientras el calor reconfortante de Rika a su lado lograba, al menos por un instante, aquietar la tormenta de pensamientos que poblaban su mente.

Jujutsu Kaisen: La Hechicera del ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora