Capítulo 3: Psique

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El viento soplaba suavemente, agitando las ramas de los árboles en el jardín Zenin. Makima se encontraba de pie, observando el cielo. Una pequeña ave volaba en círculos, disfrutando de su libertad. Con un movimiento casi perezoso, Makima alzó su mano, apuntando con su dedo índice hacia el pájaro.

"Posate."

Sin siquiera vacilar, el ave giró abruptamente en el aire y se dirigió hacia su mano. Con precisión y delicadeza, se posó sobre su dedo, sin mostrar resistencia. Makima lo miraba con una mezcla de curiosidad y desinterés, como si fuera una simple herramienta bajo su dominio.

"Parece gozar de mucha libertad con esas alas... "susurró, su voz casi inaudible.

Con una mano, comenzó a jalar suavemente una de las alas del ave. El animal no mostró ninguna reacción, permaneciendo inmóvil en su control. Makima continuó estirando el ala, tirando de ella con más fuerza. La piel del pájaro se tensó, y el ala crujió ligeramente, como si estuviera a punto de ser arrancada de cuajo.

"D-déjala..."

Una voz tímida interrumpió el silencio. Makima se detuvo, girando lentamente la cabeza para ver a su prima, Mai, que había estado observando desde la distancia. Los ojos de Mai estaban llenos de miedo, y su cuerpo temblaba. Era como si al cruzarse con la mirada hipnótica de Makima, toda su valentía se hubiera desmoronado.

"¿P-por qué le quieres hacer daño...? "La voz de Mai temblaba tanto como su cuerpo. "C-confió en ti... y así le pagarás?"

Makima ladeó la cabeza, su expresión imperturbable, aunque una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

"No confío. Obedeció." Su tono era frío, carente de empatía. "Es solo un animal... su voluntad es débil. Es voluble a mi control."

Mai dio un paso hacia atrás, con los ojos abiertos como platos. El pánico en su rostro se hacía más evidente a medida que las palabras de su prima calaban en su mente.

"P-pero, si un niño viniera aquí... y cayera bajo tu control... ¿también le harías daño?" preguntó Mai, con la voz quebrada. Las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.

Makima, con un gesto casual, ladeó la cabeza como si estuviera considerando la pregunta. Entonces respondió con calma, sin el menor rastro de duda.

"Claro que no." El alivio llenó el rostro de Mai por un instante, pero sus palabras no terminaron ahí. "Mamá se enojaría si lo hago."

El corazón de Mai se desplomó en el pecho, el alivio que sintió desapareció tan rápido como había llegado. Sus ojos se agrandaron ante la frialdad de su prima.

"¿Q-qué...?" fue todo lo que pudo balbucear.

Makima no le prestó más atención. Sin titubeos, con un movimiento rápido, arrancó el ala del pájaro. Un suave "crack" resonó en el aire. El pequeño cuerpo del ave se estremeció levemente antes de desplomarse al suelo. Comenzó a revolverse en agonía, su cuerpo sacudido por el dolor, pero sus ojos seguían vacíos, carentes de la chispa de vida que un animal debería mostrar al luchar por su supervivencia.

"Iré a ver qué hacen mis hermanos." Makima anunció sin más, como si el sufrimiento del ave y el miedo en su prima fueran irrelevantes.

Mientras se marchaba, Mai se quedó paralizada, mirando el cuerpo indefenso del pájaro. Los sollozos que había estado reprimiendo comenzaron a escaparse de su garganta. Las lágrimas brotaron de sus ojos, empañando su visión. Un frío temblor recorrió su cuerpo mientras comprendía algo aterrador: su prima no solo poseía un poder devastador... sino que carecía por completo de compasión.

Jujutsu Kaisen: La Hechicera del ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora