Capítulo 38: Encuentro

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Maki se encontraba casi lista para dirigirse a su clase matutina. Había terminado de ajustar su uniforme, y con una respiración profunda, tomó su naginata, sintiendo el peso familiar y reconfortante del arma en su mano. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de salir, un golpe en la puerta la hizo detenerse en seco. Frunció el ceño, confundida, ya que quien podria buscarla. Con algo de desconfianza, fue hacia la puerta y, cuando la abrió, se quedó helada.

Allí, de pie, estaba Makima, su prima. Esos ojos dorados, de un brillo hipnótico y cruel, que durante tanto tiempo habían atormentado sus pesadillas, la miraban intensamente. La sorpresa y el miedo se mezclaron en su rostro, y sin poder evitarlo, sus dedos se cerraron inconscientemente alrededor del asta de su naginata, apretándola con fuerza.

Makima, observándola desde una altura que parecía imponente, inclinó ligeramente la cabeza en una expresión de indiferencia, evaluándola con esa mirada fría y calculadora que parecía ver a través de todo. "Así que es verdad," murmuró mientras la observaba de arriba abajo, como si estuviera inspeccionando algo insignificante.

Maki sintió cómo su pulso aumentaba al oír su tono y, aunque quería mantener la compostura, sus ojos se desviaron hacia el suelo por reflejo. "¿Qué haces aquí?" preguntó Makima, con una calma que ocultaba cualquier atisbo de emoción.

Maki se mordió el labio, sintiendo una mezcla de rabia y vergüenza ante la mirada de su prima, pero logró responder, aunque apenas en un susurro. "Eso... eso debería decir yo." Apenas pudo terminar la frase cuando Makima, con un gesto de impaciencia, la empujó suavemente hacia el interior de la habitación, obligándola a retroceder mientras ella avanzaba sin pedir permiso. La presencia de Makima parecía llenar el espacio de una manera opresiva.

"Responde la pregunta," ordenó Makima, recorriendo la habitación con la mirada, como si estuviera analizando cada rincón. Sus ojos se posaron sobre la naginata que Maki sujetaba con fuerza.

"Me admitieron en el instituto," respondió Maki, intentando sonar firme, aunque en su voz era evidente la tensión.

Makima asintió ligeramente, como si aquello apenas tuviera importancia. "¿Naoya no dijo nada?" preguntó con frialdad.

Al escuchar el nombre de Naoya, el hermano de Makima y su propio primo, Maki sintió un golpe de rabia contenida. Apretó aún más el arma en su mano, recordando los interminables desdenes de Naoya, las palabras hirientes y las burlas con las que siempre la había menospreciado. "No," respondió, su tono cargado de resentimiento. "Solo se burló."

Una ligera sonrisa apareció en el rostro de Makima. Aquello era tan típico de Naoya que ni siquiera pareció sorprenderle. Tras una breve pausa, su mirada regresó a la naginata que Maki tenía en sus manos. "¿Y qué haces con eso?" preguntó, señalando el arma con un ligero movimiento de la cabeza. "Eso le pertenece al clan."

Maki bajó la mirada de nuevo, intentando mantener la calma y ocultar la rabia que sentía en su interior. "Me lo dieron," replicó en voz baja, sabiendo que, aunque el clan se lo hubiera permitido, a Makima nada de aquello le importaba. Para ella, todo lo que Maki hacía parecía ser un simple juego que no tenía ninguna relevancia.

Makima se quedó en silencio por unos segundos, sin prestarle mayor atención a su respuesta. Con una ligera inclinación de la cabeza, evaluó a Maki una vez más, como si se tratara de un animal en exhibición. De pronto, en un tono firme que no admitía oposición, ordenó: "Levanta la vista."

Maki sintió un escalofrío recorrer su espalda. No quería hacerlo; sabía perfectamente el efecto que los ojos de su prima tenían sobre ella. Esa mirada intensa, esos ojos concéntricos que parecían perforar su mente y su espíritu, siempre conseguían que su voluntad flaqueara. Respiró hondo, sintiendo una fina capa de sudor frío en su frente, y muy lentamente alzó la vista, encontrándose con los hipnóticos ojos dorados de Makima.

Jujutsu Kaisen: La Hechicera del ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora