Capítulo 21: Revelación

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Gojo llegó a la finca de los Zenin con pasos tranquilos pero alertas. Hacía tiempo que no visitaba ese lugar, desde el funeral de Kaori Zenin, la esposa del líder del clan. En esa ocasión, había aprovechado también para ver cómo estaban las niñas que había devuelto unos años antes. Sin embargo, esta vez su visita no era de carácter personal, sino por insistencia de Tengen, quien le había pedido que llevara a Makima Zenin para una conversación que, según él, era de suma importancia. Esa petición, aunque inusual, despertó la curiosidad de Gojo, y no pudo evitar pensar que había algo extraño en todo ello. ¿Por qué Tengen, de repente, estaba tan interesado en hablar con una niña? Parecía que ese anciano tenía cierto interés en las menores, lo cual le generaba una incomodidad.

El ambiente en la finca era distinto de lo que recordaba. Un aire pesado y sombrío lo rodeaba todo; los miembros del clan caminaban como si fueran sombras, rostros vacíos, sin emoción. Todos parecían zombis que ni lo miraban siquiera. Mientras avanzaba por los pasillos, notó el deterioro en la energía del lugar. El clan Zenin, antaño tan orgulloso, ahora parecía una ruina viva, un reflejo de su inminente colapso. Gojo suspiró para sí mismo, sin dejar que su expresión mostrara lo que pensaba, pero la situación del clan era, cuanto menos, deprimente. Aún así, no se detuvo, tenía una misión que cumplir.

Al llegar a la sala principal, encontró a Naoya Zenin, hijo de Naobito, sentado de manera despreocupada, casi desinteresada, como si la presencia de Gojo no tuviera importancia. La postura de Naoya reflejaba arrogancia, como si estuviera jugando a ser el líder, pero sin la capacidad real de manejar la situación. Gojo, observando todo en silencio, se dio cuenta de que Naoya no estaba haciendo un buen trabajo. La decadencia del clan era evidente, y aunque podía decírselo, no consideraba que valiera la pena gastar energías en ello. Sin embargo, una sonrisa divertida cruzó su rostro por un momento. ¿Debería decírselo en la cara solo para ver cómo reaccionaba?

"Vine por la pequeña Makima" dijo al fin, rompiendo el silencio con una voz serena pero directa. "¿Ya está lista?"

Naoya, que había estado sumido en su arrogante silencio, levantó la vista para mirarlo. Durante unos segundos lo observó sin decir nada, como si evaluara si responder o no. Finalmente, asintió con la cabeza de manera casi imperceptible.

"Espera aquí" respondió con frialdad, "ya llegará".

Gojo se acomodó en su lugar, cruzando los brazos mientras esperaba. Sabía que los Zenin no eran conocidos por su cortesía ni su rapidez, así que no le sorprendió la demora. Después de unos minutos, la puerta finalmente se abrió con un suave chirrido. Al voltear la mirada, ahí estaba ella: Makima Zenin, una presencia que destacaba entre el ambiente lúgubre de la finca. Su cabello rojo intenso caía en cascadas suaves, enmarcando su rostro, mientras que sus ojos dorados parecían brillar con una fuerza tranquila pero penetrante. Vestía un pantalón negro bien ajustado, una camisa blanca impecable y una corbata negra perfectamente atada. Lo que más llamó la atención fue su largo abrigo negro, casi como una capa que caía hasta el suelo. Era una prenda que su hermano nunca la había visto usar. A su lado caminaba Rika, también vestida con pantalón y camisa, pero sin el abrigo, haciendo que las dos chicas parecieran una especie de dúo intrigante y algo intimidante.

Gojo sonrió con su típica expresión relajada, pero sus ojos azules reflejaban un interés particular en el cambio de apariencia de Makima.

"¿Estás lista?" preguntó, sin perder el tono amigable.

Makima, siempre seria, simplemente asintió. Su comportamiento, como siempre, era reservado, calculado. Ella sabía a lo que iba, pero no se mostraba ansiosa ni insegura. Rika, en cambio, parecía un poco más tensa, pero mantuvo su postura firme.

Gojo, sin decir más, extendió las manos y tocó a las dos niñas ligeramente en los hombros. Antes de que cualquiera de ellas pudiera parpadear, el entorno a su alrededor cambió en un abrir y cerrar de ojos. En un instante, habían dejado atrás la deprimente finca de los Zenin y se encontraban ahora en la sala donde aguardaba Tengen. El viaje fue tan rápido y suave que Makima, sorprendida, no pudo evitar mirar intensamente a Gojo. Había oído muchas veces de su técnica de Sin Límites, pero experimentarla en persona era otra cosa. "Realmente hace honor a su nombre", pensó para sí misma, sin dejar que su expresión delatara su sorpresa.

Jujutsu Kaisen: La Hechicera del ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora