XXIV,LA AMENAZA

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Luego de cenar esa noche pasaron a la sala de estar para charlar un poco antes de subir a dormir, cuando entonces tocaron a la puerta, Serafín volvió su rostro con extraño ya que no esperaban a nadie, al volver la mirada a Sophie esta articuló una pregunta.

- ¿Será tu papá?

El corazón de Serafín se agitó ya que por un segundo pensó que tal vez su madre tenía razón y su papá por fin había regresado por ellas luego de tanto tiempo.

La joven se levantó con apuro para atender la puerta mientras el resto permaneció sentado en sus lugares.

La joven acudió hasta la puerta acomodándose el cabello, por un momento recordó las noches en las que su difunto novio llegaba a visitarla y ella con mucha alegría corría a recibirlo, también, pensó que quizás Gabriel había decidido regresar y estar en compañía de ellos, aunque era un chico insufrible debía de admitir que lo extrañaba.

Serafín llegó a la entrada y tomando el picaporte lo giró y abrió la puerta.

Al hacerlo sintió una extraña fuerza que le agitó el cuerpo enteró, la rudeza con la que esa energía la embistió fue solo comparable con aquella ola que con la fuerza de mil elefantes que arrasó con las costas de San Miguel y la arrastró a ella.

Al abrir los ojos luego de sentir dicho oleaje de energía Serafín vio como parados fuera de su puerta se encontraban 13 personas. 

Frente a ella se volvió a verla una mujer, su rostro tenía la sonrisa más encantadora jamás antes vista y unos maravillosos ojos redondos de color castaño.

-Hola -Le saludó la fascinante mujer con voz cantarina. -Podemos pasar? -Le preguntó alegre.

Al escuchar su voz la mujer dejó salir de si una presencia enérgica la cual Serafín no pudo comprender, no era nada que hubiera sentido antes, no sabía con qué compararlo, lo único que le vino a la mente fue que si el diablo existía seguramente era ella.

Serafín experimentó una extraña sensación dentro de su ser, algo en ella que la forzaba a bajar la mirada como si estuviese frente a la presencia de un dios.

Con voz trémula Serafín contestó que sí y se hizo a un lado abriendo la puerta de par en par para que esa mujer y sus acompañantes entraran. Serafín no alzo el rostro hasta que todos entraron. Cuando el ultimo pasó la respiración de la joven volvió a la normalidad ya que hasta ese momento estaba entrecortada, sus manos sudaban y las rodillas le temblaban, se dio cuenta que tenía miedo.

-Hola mucho gusto -Escuchó a la mujer decirles -Por favor no se levanten están perfectos ahí.

Serafín cerró la puerta y giró sobre sus talones al ver a las personas que había permitido entrar se dio cuenta que la mayoría eran hombres de ascendencia afroamericana median 2 metros de alto cada uno incluyendo a esa mujer.

-Por favor ven, siéntate acá frente a mi -Le indicó la mujer de manera jovial. 

Como si fuese una mesa de plástico uno de los hombres tomó el comedor  hecho de madera y dos sillas y la puso en medio de la sala de estar.

Serafín pasó a sentarse frente a la mujer, dándole la espalda a Sophie y sus amigos. La joven batallaba con todas sus fuerzas para no demostrar que estaba temblando o que las comisuras de sus labios eran jaladas en forma de arco mostrando lo que posiblemente era un llanto de temor.

-Permíteme un momento, el señor Atwater va a pasar a tu cocina para servirnos un maravilloso té -Le indicó la mujer guiñándole un ojo. Serafín notó como la mujer hablaba con un acento extranjero, era como escuchar a un Estado Unidense hablar español. Encontrar esa pequeña carencia en la fluidez de su acento provocó que Serafín despertara, los pensamientos de su mente intentaban hacer que ella se avivara y saliera de ese extraño entumecimiento que le provocó el conocer a dicha mujer.

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