CAPITULO XVIII LAS RUINAS DE PERLA DEL NORTE

9 1 0
                                    

Pasado el devastador terremoto en Perla del Norte la tierra no volvió a ser la misma, su estructura cambió de tal manera que parecía haber sido removida por el mismo diablo con el único propósito de causar muerte y desastre. Muchos vecindarios se habían hundido en profundos agujeros que parecían no tener fondo, por el lado contrario en otras zonas grandes columnas de tierra se habían elevado por los aires como rascacielos hasta un máximo de 20 metros de altura.

Los servicios básicos como el agua potable y la energía eléctrica fueron los primeros en desaparecer, Perla del Norte estaba totalmente incomunicada, la rede de comunicación como el internet también se había caído, era como si estuviesen en una isla desierta incomunicados del mundo.

El único hospital de Perla del Norte no dio a bastos en cuanto a material y servicio médico, por lo que tuvieron que tomar la decisión de salvar las vidas necesarias para que las medicinas y material quirúrgico no se desperdiciaran en personas que lamentablemente estaban al borde de la muerte.

Pasados los días, la policía, los bomberos y el ministerio medico luego de grandes esfuerzos lograron establecer el orden y organizar a los sobrevivientes. La luz y la comunicación había vuelto, se rumoraba que ya era posible comunicarse con Phantasmo y esperaban que el presidente de Arancia eventualmente mandara la ayuda necesaria para salvaguardar la vida de los pocos sobrevivientes de las ciudades. Fueron días desesperantes y llenos de lamentos tras la muerte de muchas almas y las precarias condiciones de vida a las que se enfrentaban todos.

Los cadáveres eran apilados en las esquinas y eventualmente recogidos por un camión de basura que los llevaba a las afueras en las montañas para intentar enterrarlos o simplemente dejarlos tirados en el suelo. El hedor a quemado, el polvo, la humedad y la muerte que deambulaba en el aire era terriblemente hostiles.

Serafín al igual que muchas otras personas, luego de pasar por una evaluación en las instalaciones del hospital, era llevada afuera y puesta sobre una de las camas improvisadas de madera las cuales eran puestas bajo el refugio de una carpa.

La joven abrió los ojos, observó a su frente, una mujer embarazada yacía acostada sobre una puerta cubriendo su pierna con una sábana y la otra con un torniquete. Serafín sintió en su brazo derecho una aguja, observó que recibía liquido vía intravenosa.

-Serafín al fin despertaste -Escuchó decir a Jason. El joven estaba sentado junto a ella tomándole la mano.

-Jason, ¿Dónde estamos? -Preguntó confundida

-En Perla del Norte, estabas muy deshidratada, pero te pondrás mejor, dicen que en un día u dos estarás como nueva. Hoy es viernes así que para el domingo estarás fuera de aquí.

Serafín no comprendía que había estado inconsciente por casi 24 horas desde que la harpía Celinda los bajó del nido.

-Tú como estas? ¿Dónde está Alan?

-Yo estoy bien, solo necesitaba hidratarme igual que tú, de hecho, me dieron de alta hoy, pero decidí quedarme para cuidarte. Alan está en el hospital, creo que tuvieron que operarlo y a las personas operadas las mantienen allá adentro y no afuera bajo las carpas.

Serafín empezó a recordar lo ocurrido, sentía que había despertado de una terrible pesadilla la peor de todas, sintió en su alrededor seguridad y las sábanas bajo su cuerpo le dio al fin paz, aunque tocaba vivir con los desastres del terremoto agradecía a Dios por estar a salvo lejos de esas harpías. Pobres de las personas que quedaron allá arriba sin posibilidad de rescate solamente esperando la muerte.

Jason se levantó del asiento en el que estaba sentado y se acercó a Serafín, se inclinó hasta el rostro de la joven y besó su frente.

-Fuiste muy valiente, hiciste un gran esfuerzo, de no ser por tu ayuda, no hubiéramos salido con vida de ese nido.

PoseídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora