III ENELDO BARBOSA

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13 años después de los acontecimientos narrados anteriormente.

En el centro de Perla del Norte, Eneldo Barbosa era un joven de 18 años el cual había abandonado sus estudios para ser el proveedor de su familia.

Años atrás su padre el cual era alcohólico los había abandonado luego de romperle las rodillas a su esposa, dejando así la responsabilidad de cuidos y económica al hijo mayor.

Eneldo había conseguido un trabajo lo suficientemente remunerado para sustentar a su madre y hermana menor. El trabajo era muy sencillo, solo debía de encargarse de un adulto mayor, bañarlo, limpiarlo, alimentarlo y darle su medicamento. El único problema era que ese adulto pesaba casi 400 libras, superando a Eneldo por 284 libras.

Cada mañana Eneldo tenía que salir muy temprano de su casa para empezar su día laboral, el hijo del señor obeso le había entregado una copia de la llave para que Eneldo pudiese entrar y salir las veces que fuera necesario.

Las mañanas rutinarias eran cansadas, pero valían la pena cuando era día de pago. Eneldo entraba en la casa aun a oscuras y en silencio y entraba a la habitación del señor Torres.

Atado a un tanque de oxígeno el obseso hombre odiaba que lo despertarán temprano y siempre refunfuñaba al oír los pasos y la voz del joven.

-Es demasiado temprano, cof cof, lárgate de aquí pedazo de mierda, cof cof- esos eran sus buenos días.

-Vamos señor torres es hora de su baño- Respondía Eneldo tratando de levantarlo de la cama.

Intentar levantar un brazo del señor Torres era como Intentar levantar su propio peso, sus dedos regordetes y uñas puntiagudas se aferraban a los brazos o la espalda del joven cada mañana. El Intentar levantarlo de la cama era una lucha enorme que le ligaba el abdomen, estaba casi seguro que lo había herniado.

Una vez sentado en la cama debía de moverle las piernas para que esté logrará sentarse al borde y fuese más fácil sentarse en su silla de ruedas.

-Por favor apóyese en mí y en su bastón para poder sentarse, ¿está listo?

-HACEMOS ESTO CADA MALDITA MAÑANA CALLATE! - Le Reclamó salpicándole el rostro con saliva amarga y maloliente.

Una vez puesto en la silla de ruedas, Eneldo lo empujaba hasta el baño, al menos la ducha no era tan complicada, la silla de ruedas era resistente al agua así que solo debía de colocarlo en la regadera, quitarle la bata y bañarlo.

Su cuerpo se dividía en sección es de gordura que tapaban las coyunturas, no había cuello, ni codos, ni muñecas, ni rodillas, ni entrepierna, era como ver un regordete globo de carne, con pelos en ciertas partes del cuerpo y muchos barros.

-Por favor sosténgase de la barra de la pared necesito lavarle atrás.

El señor Torres se apoyó de su bastón y sostuvo la barra, esa era una misión casi imposible que debía de hacerse a gran velocidad antes que el viejo se dejara caer en la silla, en varias ocasiones el peso de su cuerpo le ganó y atrapó la mano de Eneldo provocándole mucho dolor y hasta la ruptura del meñique.

Una vez bañado tomaba media hora y dos toallas dejarlo totalmente seco.

Luego lo llevaba nuevamente a la habitación donde le colocaba una bata limpia la cual abotonaba por enfrente.

-vamos a la cama, que le gustaría comer hoy?

-Lo que sea no me importa- Respondió, aunque Eneldo sabía que no era así ya que una vez le lanzó el plato al suelo 5 veces hasta que Eneldo supo que lo que deseaba desayunar era queso a la parrilla con tostadas francesas.

Luego de dejarlo en cama el joven presuroso pasaba a la cocina para hacer el desayuno. Vio por la ventana, estaba lloviendo otra vez.

-Ya con esto es una semana que no para de llover- dijo una voz masculina tras él.

-Señor Torres hola, buenos días- le dijo Eneldo al hijo del regordete viejo, aunque entre padre e hijo la única diferencia es que esté aún se valía por sí mismos, aunque por su peso y uso de silla de ruedas Eneldo sabía que era cuestión de meses para que terminará encargándose de padre e hijo.

-Como está Viña? - Le preguntó el hombre acercándose al comedor

-Mamá está bien, aún sigue en el hospital, ya controlaron la infección estomacal, pero quieren tenerla en observación. Nuevamente gracias por el préstamo señor Torres- Decía Eneldo presuroso preparando el desayuno para ambos.

-Y Violeta como va en sus clases de violín? No interfiere con sus clases diarias.

-Claro que no señor, mi hermana puede con ambas cosas es muy inteligente-Respondió sonriéndole.

-Claro, con esa cara que tiene debía de ser inteligente- dijo entre risas.

Eneldo no consideró gracioso el chiste, pero de igual manera emitió un sonido como de risa.

-Ella es igual de fea que tú, ¿pero al menos ella conseguirá un marido que la mantenga, en cambio tu no creo que quieras conseguir un marido o sí? - volvió a reír burlesco.

-Claro que no señor, a mí me gustan las mujeres- rio incómodo.

-La primera vez que te vi pensé que te gustaba el pito, eres muy amanerado para ser un adolescente de 18 años, si decides irte por ese bando tengo un primo que le encanta el pito- el hombre rio histérico.

Eneldo no volvió a reír sólo continuó cocinando, deseando por dentro que uno de estos días ambos murieran ahogados.

Luego de alimentar a los "cerdos" como Eneldo los llamaba en su mente, pasó a limpiar la casa la cual se llenaba de polvo con mucha facilidad.

Al caer la tarde estaba oscuro ya y el celular del joven sonó.

-En, no puedo ir a cuidar a mamá, ¿ya saliste del trabajo? - le decía Violeta.

- ¿Aun no, porque no puedes ir a cuidar a mamá?

-Sigue lloviendo a cántaros y las calles de la escuela de violín están en mal estado, es un río aquí, aún no se si quiera como llegaré a casa, no pasan taxis ni moto taxis. Tu estas más cerca del hospital.

-Está bien, yo me encargo, bye.

Eso solo significaba que debía de pedirle permiso a su jefe para salir antes.

-Señor Torres-Dijo dirigiéndose al hijo- mi hermana está atascada por la lluvia y no puede ir a ver a mi mamá, me preguntaba si puedo salir media hora antes para ir a verla.

El hombre enfocado en la televisión asintió amable- Pero, haz la cena antes de irte, no quiero pedir a domicilio, y también alimenta a mi papá, gracias- y continuó enfocado en su programa de espectáculos.

Preparar la cena y alimentar al cerdo roñoso que no puede respirar le tomaría justo el tiempo extra que estaba pidiendo para irse.

Eneldo sin decir nada caminó hasta el baño principal y se encerró ahí. Cuando era pequeño y estaba preocupado por el trato que su padre le daba a su madre mientras él estaba en la escuela, Eneldo aprendió un truco, una extraña habilidad la cual era un secreto y que no le contaba a nadie

Puesto frente al espejo sobre El lava manos, colocó sus manos sobre el marco como si fuera a desprenderlo del botiquín. Observó su reflejo con detenimiento y se concentró en su madre. La pupila de sus ojos castaños se empezó a expandir, se expandió tanto que cubrió la cuenca de sus ojos, viendo fijamente al espejo Eneldo pudo ver a su madre acostada en la cama del hospital, podía verla gracias al reflejo del cristal en la ventana, movió su cabeza a la derecha para poder apreciar al monitor de pulso y todo se veía normal, su madre estaba bien.

La pupila de sus ojos volvió a la normalidad y luego de tomar un poco de agua del grifo salió del cuarto de baño para ir a preparar la cena.

PoseídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora