Capítulo 24: Refugio en las sombras

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V sujetaba el puñal de su tío con fuerza mientras los pasos resonaban cada vez más cerca por el pasillo. Chloé se posicionó al otro lado de la entrada, su expresión de esperanza reflejaba el deseo de que quien se acercara fuera Axel. Con cautela, Chloé se asomó para intentar distinguir algo que le confirmara que era él, pero solo logró ver dos siluetas avanzando, ambas portando linternas. Al mirar a V, notó algo inusual: aunque preparado con el arma, él mostraba una tranquilidad desconocida para ella.

Las figuras se acercaban rápidamente, y V solo pensaba en cómo actuar si no era Axel quien venía. Volvió a asomarse, logrando distinguir que una de las figuras llevaba una capucha, lo que lo hizo aferrar el arma con más fuerza. Las luces de las linternas se adentraban ya en la estancia donde él y Chloé esperaban, cuando una de las personas que venía habló:

-¡Chloé! Soy Axel.

El semblante de Chloé se transformó, pasando a un alivio evidente, y salió al encuentro de Axel.

-¡Axel! Menos mal que eres tú; temía que fueran más de esa Orden -dijo, abrazándolo aliviada.

V también salió a su encuentro. Junto a Axel había un hombre encapuchado, visiblemente mayor, aunque su figura delgada y ágil, así como su paso encorvado, mostraban cierta destreza. Chloé se giró hacia el hombre encapuchado y, casi con una reverencia, lo saludó:

-Hola, Lysander. Me alegro de verte.

-Hola, Chloé. Yo también me alegro de volver a verte. La última vez que te vi casi eras una niña... has cambiado mucho -respondió el hombre con una voz ronca y profunda.

De inmediato, Lysander dirigió su mirada hacia V, observándolo con intensidad.

-Tú debes ser el hijo de Amy -dijo el hombre con su característica voz.

V, desconcertado por cómo un hombre tan mayor podía sobrevivir en aquel entorno, mantuvo el silencio por unos segundos antes de responder:

-Sí, soy el hijo de Amy... Zael hizo mucho por buscarte y traerme contigo, aunque no sé muy bien por qué...

El hombre esbozó una sonrisa, casi enigmática.

-¿Está aquí tu tío, no?

-Sí, pero está herido -respondió Chloé, con preocupación mientras se dirigía al pasillo donde estaba Zael. Axel la siguió, mientras Lysander se quedaba mirando a V, como si quisiera ver más allá de su apariencia. Tras unos segundos, finalmente dijo:

-Y tú, ¿cómo estás? Veo que también estás herido.

-Estoy bien -dijo V, restándole importancia a su estado.

El hombre avanzó, pasando junto a V sin dejar de mirarlo. En el pasillo, Chloé y Axel ya estaban agachados junto a Zael. Lysander se les unió y adoptó la misma postura.

-Tenemos que despertarlo y llegar al laberinto cuanto antes. Aquí no estamos seguros. ¿Le habéis dado algo de medicina? -preguntó Lysander.

-Sí, pero solo para aliviar el dolor -respondió Chloé.

-Bien, vamos a despertarlo -dijo Lysander mientras sacaba un pequeño frasco de su mochila.

Axel no dejaba de observar a V, claramente intrigado por lo ocurrido con los hombres de la Orden. Lysander abrió el frasco y lo acercó a la nariz de Zael, quien despertó tosiendo mientras los demás lo ayudaban a incorporarse. Aunque herido, Zael miró a Lysander y, a pesar del dolor, una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Lysander... has envejecido mucho... -dijo con esfuerzo antes de toser de nuevo.

-Calla y guarda fuerzas. Queda camino por recorrer. Vámonos ya -respondió Lysander con una leve sonrisa.

Axel tomó a Zael del hombro para ayudarlo a caminar, mientras Chloé recogía su mochila, y V recogía la de su tío. Al pasar junto a Axel, este seguía observando a V, buscando algún cambio en sus ojos. V miró a su tío, quien le lanzó una mirada de complicidad, como si estuviera orgulloso de él.

Caminaron despacio, avanzando tan rápido como el estado de Zael les permitía, hasta que llegaron a la entrada del laberinto: un conjunto de pasillos oscuros y un poco más estrechos que se entrecruzaban, todos parecidos entre sí. Agotado, Zael parecía necesitar descanso.

-Descansemos aquí unos minutos -dijo Axel, fatigado tras ayudar a Zael durante el recorrido.

-Sigamos; queda poco -respondió Lysander, decidido, sin detenerse ni un segundo.

En el laberinto, un aire denso y húmedo lo impregnaba todo, y a lo largo de los estrechos pasillos aparecían trampas para ratas, cuidadosamente dispuestas por Lysander, el único habitante de aquel refugio subterráneo. Dentro de algunas trampas, los pequeños cuerpos de ratas muertas yacían inmóviles, algunos apenas huesos y otros aún en descomposición, dejando un rastro acre que se mezclaba con la penumbra y el silencio. Las trampas, oxidadas y gastadas por el tiempo, revelaban la dura realidad de la vida solitaria de Lysander, quien vigilaba hasta el más mínimo rincón, obligado a mantener la muerte cerca para preservar su precario refugio en las profundidades.

V tomó a su tío del otro hombro, aliviando la carga de Axel, y continuaron siguiendo a Lysander, quien, a pesar de su edad, se movía con sorprendente rapidez y familiaridad por los pasillos. Finalmente, Lysander se detuvo frente a una puerta de madera, la abrió, y descendieron por unas escaleras hasta un nivel inferior. Mientras descendían, Lysander encendía antorchas colgadas en las paredes, iluminando una gran estancia.

La sala era más lisa que el resto de las catacumbas y estaba acondicionada con muebles llenos de latas de comida y frascos de líquidos desconocidos para V. En el centro, un símbolo enorme parecía pintado con sangre encima de el un cuenco que parecía de plata con cenizas en su interior. A un lado, había cuatro camastros y, en una de las paredes, colgaban armas de aspecto medieval, debajo de las armas, montones de maderas apiladas que parecían preparadas para hacer fuego. Axel y V ayudaron a Zael a tumbarse en una de las camas; exhausto y dolorido, Zael se dirigió a V:

-Aquí viví muchos años con tu madre, escondidos... Es el único sitio que conozco donde realmente estamos a salvo.

-Descansa -dijo Axel, viendo cómo Zael se esforzaba al hablar.

V miraba el lugar, intrigado, pensando en cómo aquel refugio había sido un hogar para su madre y su tío. La apertura en la pared le llamó la atención, así que se acercó, iluminando con su linterna para ver que llevaba a una habitación aún más oscura. Al girarse, se encontró a Lysander demasiado cerca, mirándolo fijamente, y dio un respingo.

-Es hora de descansar. hay comida y camas; hablaremos después -le indicó Lysander.

V se recostó en la cama junto a la de su tío, sumido nuevamente en pensamientos caóticos mientras intentaba asimilar todo lo que había sucedido. de nuevo tenía que esperar para obtener mas respuestas.

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