Zael salió al encuentro de las dos personas que acababan de doblar la esquina del callejón. Cuando la escasa luz que salía de la puerta del bar los iluminó, V pudo distinguir mejor a las figuras. Eran un chico y una chica que parecían fuera de lugar en comparación con el ambiente sombrío del bar. El chico, de unos treinta años, llevaba una chaqueta corta de cuero negro con ribetes plateados y un pantalón negro a juego. La chica, parecía algo más joven, vestía una chaqueta de montaña rosa y negra, con un pantalón negro lleno de roturas.
En cuanto la chica vio a Zael, lanzó una exclamación emocionada:
-¡Zael! ¡No puedo creerlo!
Sin duda, se alegraba de verle. El chico, por su parte, se quedó quieto, observando a Zael. Con movimientos tranquilos, encendió un cigarro sin dejar de mirarlo. Inhaló el humo y esbozó una sonrisa.
-¿Qué tal estáis, chicos? -dijo Zael, visiblemente contento de haberlos encontrado-. Pensábamos que os había pasado algo grave. Hace mucho que desaparecisteis de repente -añadió el chico, soltando el humo lentamente.
-Axel, es una larga historia, pero tuvimos que hacerlo -respondió Zael.
La chica, sin dejar de sonreír, miró hacia la puerta del bar, como si fuera a entrar.
-¿Y tu hermana? ¿Está dentro? -preguntó la chica, dando un paso hacia el bar.
Zael negó con la cabeza, manteniendo el tono tranquilo.
-No, Chloé, ella no está aquí. Pero bueno, os presentaré a alguien... -Zael hizo una pausa y, con un gesto orgulloso, señaló a V.- Este es V, el hijo de Amy.
-¿Cómo es posible? -preguntó Chloé, claramente sorprendida mientras examinaba a V con la mirada-. Nunca dijo nada sobre esto. Y... parece muy mayor -añadió, sin dejar de observarlo con detenimiento.
-¿Seguro que no es una de tus bromas? -intervino Axel, con desconfianza en la voz.
-Es en serio, Axel -respondió Zael, su tono firme.
Axel se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.
-Cuando desaparecisteis... tu hermana pidió dinero a mucha gente, entre ellos a mí. ¿Es por eso que no está aquí? -preguntó, intentando encontrar una respuesta.
Zael cambió de expresión, su rostro se oscureció mientras suspiraba profundamente. Tras unos segundos de silencio, finalmente respondió:
-Ella murió.
Chloé se detuvo en seco, la noticia la golpeó como una ráfaga fría.
-No... No puede ser... ¿Amy? -murmuró, casi al borde de las lágrimas, llevándose una mano a la boca mientras sus ojos se llenaban de tristeza.
Zael asintió lentamente, manteniendo la compostura, pero había dolor en su mirada.
-¿Crees que fueron ellos? -preguntó Axel, con el rostro serio.
-Sé que fueron ellos -contestó Zael con convicción, apretando los dientes.
-Siguen ahí, Zael... -dijo Chloé, bajando la voz-. Cuando os fuisteis, ellos se hicieron con nuestra zona de las catacumbas. Desde entonces, nadie se ha atrevido a volver por allí.
-¿Y Lysander? ¿Sabéis algo de él? -preguntó Zael, visiblemente interesado.
Axel negó con la cabeza, cabizbajo.
-No volvimos a verle, ni a él ni a muchos de los nuestros... -respondió Axel-. Cuando la Orden entró, escapamos por los pelos. Pero no todos. Confío en que Lysander se haya escondido o escapado, pero ya lo conoces... no salía nunca de allí.
Zael apretó los labios, frustrado.
-Necesito encontrarle -dijo, con un tono de resignación.
-¿Y cómo lo vas a hacer? Es imposible, demasiado arriesgado -intervino Chloé, preocupada.
Zael sonrió con determinación.
-Con vuestra ayuda, claro.
Axel se quedó pensativo... y finalmente dijo:
-Chloé, tendríamos que volver. Era nuestro territorio... quizá no estén.
-Sí que estarán -contestó Zael-, pero por eso os necesito, para llegar hasta Lysander sin que nos vean ellos.
Zael tomó aire y continuó con voz grave:
-Ellos saben que estamos aquí. Nos siguieron, aunque logramos perderlos... pero saben que hemos vuelto.
Axel frunció el ceño, su mirada fija en Zael.
-Estás arriesgando mucho al regresar, Zael... Esa Orden tiene ojos en todas partes en esta ciudad.
Hubo un silencio pesado antes de que Axel asintiera, resignado.
-Te ayudaremos, pero déjanos prepararnos. Mañana, al anochecer, nos encontraremos en la entrada oeste. Pero quiero que tengas algo en cuenta: solo te llevaremos hasta el laberinto. No pasaremos de ahí.
Chloé, que hasta entonces había permanecido en silencio, cambió de semblante y murmuró con un tono de preocupación:
-Pero Axel...
Axel la miró con seriedad y colocó una mano en su hombro.
-Chloé, no tienes obligación de venir... es tu decisión -dijo, con un tono más suave-. Yo iré. Hace tiempo que quiero ver cómo están las cosas allí abajo.
Chloé parecía visiblemente indecisa, pero no dijo nada más. Zael asintió agradecido.
-Gracias, Axel. Pensé que sería más difícil convencerte.
Axel dejó escapar una ligera sonrisa, aunque su rostro reflejaba algo de amargura.
-Lo hago por mí -respondió-. Ese era mi sitio también, y tuve que abandonarlo. Perdimos a muchos de los nuestros cuando pasó todo..., no tiene que ver contigo, Zael. Además, no me viene mal bajar con compañía.
Zael sonrió levemente, comprendiendo el trasfondo de sus palabras.
-Aun así, gracias, Axel -repitió, más suave esta vez-. Es hora de irse. Mañana al anochecer te veré. Y tú, Chloé... tranquila. Con Axel de guía será suficiente, no te sientas mal.
Chloé permaneció en silencio, aún indecisa, mientras Zael hizo un gesto a V para que lo siguiera. Mientras se dirigían hacia el coche, V intentaba procesar lo que acababa de suceder. Nada tenía sentido. Las palabras de Zael, la tensión entre ellos, la mención de la Orden, del laberinto... Todo era un caos en su mente. Una vez más, V sentía que estaba atrapado en una trama que no comprendía, pero que lo empujaba inevitablemente hacia adelante, sin darle oportunidad de escapar. Sin saber qué más hacer, siguió a su tío, sus preguntas acumulándose como una tormenta silenciosa en su cabeza.
Antes de entrar en el bar, Axel se giró de nuevo hacia ellos y gritó:
-¡Zael! ¡Tú también deberías ir preparado!
Parecía un mensaje codificado, algo que solo ellos dos entenderían. Zael, sin girarse, levantó una mano mientras caminaba, confirmándole con un simple gesto que lo haría.
Zael y V subieron al coche. Mientras V cerraba la puerta, notó algo que no había visto antes, varias motos aparcadas cerca. Claramente antes no estaban, era obvio que pertenecían a los moteros que habían entrado al bar. V volvió la vista hacia su tío, buscando en su rostro respuestas a todo lo que acababa de ocurrir. Zael, al darse cuenta, sonrió.
-Lo sé, sobrino. Sé que entiendes poco... pero te contestaré a lo que necesites. Además, pronto entenderás todo.
V no esperó a que Zael dijera más.
-¿Qué hay allí abajo? -preguntó con ansiedad.
Zael arrancó el coche y respondió, con un tono más sombrío:
-Era nuestro hogar.
Comenzó a dar marcha atrás, pero en ese momento cuatro motos aparecieron por la entrada del callejón, bloqueando la única salida. V sintió su corazón latir con fuerza, casi como si quisiera salirse de su pecho.
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V el origen
FantasiEncontrado en circunstancias extrañas de niño, V, nunca tuvo una vida fácil... sus sueños, tan reales para él, le llevarán a intentar descubrir sus orígenes. Sabe que está solo pero tampoco tiene nada que perder, sin familia, siente que no pertenec...