V siguió a su tío dentro de aquel local de mala muerte, intentando imitar la seguridad con la que Zael caminaba. Jamás habría puesto un pie en un sitio como ese por su cuenta. El ambiente estaba cargado de un aire opresivo. Las paredes, oscuras y apenas iluminadas por unas pocas luces titilantes, parecían absorber cualquier atisbo de calidez. La música de rock retumbaba en el lugar, demasiado alta para su gusto, haciéndolo sentir incómodo.
Mientras avanzaban hacia la barra, V no pudo evitar fijarse en la decoración lúgubre que dominaba el espacio. Una de las paredes estaba cubierta de lápidas falsas, con epitafios grotescos escritos en ellas. El sitio, a medio camino entre una taberna y una especie de santuario macabro, no era un lugar para el que se sintiera preparado.
A pesar de lo oscuro y denso del ambiente, ninguno de los pocos presentes pareció prestarles mucha atención, lo que hizo que V pudiera relajarse ligeramente. Sin embargo, la sensación de peligro no abandonaba su mente. Se sentía fuera de lugar, pero tenía que confiar en su tío, que caminaba con una seguridad tranquila hacia la barra.
Al llegar, la camarera, una mujer mayor con un aspecto algo descuidado, levantó la vista de manera distraída. En cuanto sus ojos se posaron en Zael, su expresión cambió de inmediato. Pareció que el tiempo no había pasado para ella, y una mezcla de sorpresa y alegría se reflejó en su rostro envejecido.
-¿Zael? -exclamó, con una sonrisa torcida-. ¡Esto sí que no me lo esperaba!
Zael elevó la voz al acercarse a la barra.
-Hola, Lucié, ¿cómo te va?
La camarera, algo descuidada y con el rostro marcado por los años, lo miró sorprendida antes de esbozar una sonrisa.
-Me va mal, como siempre, pero no me quejo, ya sabes... tengo lo que necesito. -Dejó escapar una risa apagada-. Hace casi tres años que no te veía. Me alegra que estés bien... He oído que te estaban buscando a ti y a tu hermana. Por cierto, ¿dónde está Amy?
El tono de preocupación en la voz de Lucié era evidente, pero Zael mantuvo la calma y sonrió con nostalgia.
-Es una larga historia, Lucié. Algún día te la contaré -respondió, desviando la conversación-. Hoy he venido con mi sobrino. -Giró la cabeza hacia V, que se mantenía en silencio junto a él.
Lucié arqueó una ceja, mirando a V con curiosidad. Sin cambiar su expresión, preguntó:
-¿El hijo de Amy? Ella nunca dijo nada.
Zael sonrió, encogiéndose de hombros.
-Ya la conoces, no le gusta hablar de su vida. -Luego, intentando desviar el tema, añadió-: Sácanos dos cervezas, Lucié.
-Marchando dos cervezas para los caballeros -dijo la camarera, sonriendo con cierta complicidad.
Sacó dos botellas de cerveza, las destapó y las colocó en la barra. Zael tomó la suya sin vacilar.
-Estoy buscando a Axel y Chloé. Pensé que estarían por aquí -comentó mientras llevaba la botella a sus labios.
-Llegarán pronto. Vienen todas las noches. Ya los conoces, esos cataphiles son mis mejores clientes -respondió Lucié, siempre sonriendo.
Zael asintió antes de beber un largo trago.
-Les esperaremos aquí.
-Bien. Si necesitáis algo, estoy por aquí. Voy a seguir trabajando -dijo Lucié, antes de girarse para atender a otros clientes.
V permanecía inmóvil, observando la botella frente a él con una mezcla de desconcierto y reflexión. Zael notó su vacilación y lo miró con curiosidad.
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V el origen
FantasyEncontrado en circunstancias extrañas de niño, V, nunca tuvo una vida fácil... sus sueños, tan reales para él, le llevarán a intentar descubrir sus orígenes. Sabe que está solo pero tampoco tiene nada que perder, sin familia, siente que no pertenec...