Capítulo 22: Los angeles de Baal

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La música rock sonaba en el bar como de costumbre, mientras Lucié se preparaba para otra jornada. A pesar de estar anocheciendo, se sorprendió al notar la falta de clientes. La noche anterior, tras el incidente entre los moteros y Zael, el bar había quedado casi vacío, y hoy tampoco parecía que fuera a llenarse. Suspiró y comenzó a limpiar los vasos, pensativa.

Estaba a punto de caer la noche cuando la puerta se abrió, y entraron Phill con otros dos moteros. Lucié notó cómo miraban a su alrededor más de lo habitual; probablemente buscaban a Zael, pensó. Phill respiró tranquilo al no verlo y se dirigió a la barra.

-Hola, chicos, ¿qué os pongo? -preguntó Lucié, contenta de recibir finalmente a algunos clientes.

-Lo de siempre, Lucié -respondió Phill.

Mientras llenaba la primera jarra de cerveza, Phill lanzó una pregunta casual:

-¿Hoy no apareció Zael por aquí?

Lucié lo miró de reojo y, con un tono firme, contestó:

-No quiero problemas en mi bar, Phill.

-Solo preguntaba -replicó él, apoyándose en la barra y mostrando una mueca de dolor por las heridas de la noche anterior.

Lucié colocó las jarras en la barra, y Phill tomó un buen trago. De repente, la puerta del bar volvió a abrirse. Era Marcus, acompañado de cuatro moteros más. Lucié sonrió, aliviada de ver algo de movimiento.

Marcus se acercó a la barra, saludó a los moteros que ya estaban allí y le lanzó a Lucié una mirada de complicidad.

-¿Lo de siempre, chicos? -preguntó ella.

-Claro, Lucié, las buenas costumbres no cambian -contestó Marcus mientras se apoyaba en la barra.

Mientras ella servía las bebidas, Marcus lanzó una pregunta:

-Oye, Lucié, ¿quién era el chico que acompañaba ayer a Zael?

-¿Por qué lo preguntas, Marcus? Ya le dije a Phill que no quiero más problemas aquí -dijo Lucié, con el semblante volviéndose más serio.

-Yo tampoco quiero más problemas de los que ya tenemos, Lucié, pero ese chico... nunca lo habíamos visto por aquí -respondió Marcus, intentando sacarle información.

-Por lo que se ve, es hijo de Amy -dijo Lucié, mirando a Marcus de reojo.

Phill se sobrecogió, sorprendido.

-¿Zael nos dijo que Amy murió? -comentó Marcus, intentando obtener más detalles.

-¿Por qué no los dejáis en paz? Es verdad, Amy murió; también me lo contó Zael, y luego Chloé cuando pasó por aquí más tarde -dijo Lucié.

-Entonces, es cierto... -murmuró Marcus, pensativo.

-¿Pero tanto dinero os debe? -preguntó Lucié, intrigada.

-Ya no es solo el dinero, Lucié. Nos metió en un lío muy grande el último día en las catacumbas. Aunque Zael nos ayudó a salir de ahí, también fue por culpa de Amy que estábamos allí -dijo Marcus, con un tono oscuro.

-¿Qué pasó exactamente, Marcus? Apenas sé nada de aquello -insistió Lucié.

Marcus comenzó a relatar:

-En aquellos tiempos, nos movíamos mucho por las catacumbas. Íbamos a fiestas con los cataphiles... Amy nos pidió dinero para un viaje, nos prometió que nos lo devolvería. Ella y Zael desaparecieron unos días, y cuando regresaron, nos dijeron que habría una fiesta en las catacumbas, y que allí nos devolvería el dinero. Todo parecía normal, hasta que unos tipos, vestidos como miembros de una orden religiosa oscura, entraron disparando y matando a todo el que encontraban. Algunos de los nuestros murieron. Zael apareció cuando comenzó aquella matanza, y gracias a él, conseguimos escapar. Después de aquello, no volvimos a verlos.

Lucié, interesada en la historia, asintió y comentó:

-Sé que algo muy malo sucedió allí abajo...

-Buscaban a Amy y a Zael, eso es lo único que sé con certeza. Ayer, cuando vi a Zael, pensé que al menos nos devolvería el dinero... -Marcus hizo una pausa.

-Amy está muerta, Marcus. No puedes reclamarle nada -interrumpió Lucié.

-Sí, pero también queríamos entender por qué pasó aquello. Nos sentimos engañados... -Marcus hizo una pausa antes de añadir-. Pero ese hijo de Amy es alguien fuera de lo normal. Ayer, cuando lo vimos, todos notamos algo raro... sus ojos brillaban. Y pensándolo bien, algo muy extraño está ocurriendo -dijo Marcus, aún atónito.

Lucié sonrió y respondió:

-¿No será que habéis encontrado alguna droga nueva?

-No, Lucié, en serio. Hay algo raro en ese chico -respondió Marcus con el rostro serio.

-No sé, chicos. Lo mejor será que los olvidéis y no les deis más problemas; ellos claramente también tienen los suyos -dijo Lucié, tratando de aliviar la tensión.

-Quizá tengas razón... -dijo Marcus, pensativo.

-¡O quizá no! -gritó Phill, enfadado-. ¡Zael me dejó inconsciente aquí mismo! Yo eso no lo olvido.

-También insultaste a su hermana. Y si está muerta... -dijo Lucié, observando a Phill, quien quedó en silencio, pensativo.

-Ellos solo vinieron buscando a Axel y a Chloé. No sé más, pero no son mala gente. Dejadlos en paz, o no os serviré más jarras -bromeó Lucié, intentando distender el ambiente.

Marcus se quedó reflexionando unos momentos, y finalmente dijo:

-Si vinieron buscando a Axel y a Chloé, seguro que fue para volver a las catacumbas.

-Marcus, déjalo, será lo mejor, en serio -dijo Lucié, tratando de apaciguarlo.

-Quiero explicaciones, Lucié, al menos eso -contestó Marcus, con firmeza.

Phill golpeó la mesa, haciendo temblar las jarras.

-Yo quiero mi dinero, Marcus, y de paso darle su merecido a Zael -dijo, claramente dolido por lo que Zael le había hecho-. Después, cuando lo teníamos, huimos como cobardes.

Marcus se levantó de golpe y se dirigió a Phill.

-Phill, tú también saliste rápido de allí y ni siquiera viste bien a ese chaval. Fuiste igual de cobarde, o más, que todos nosotros -dijo Marcus, sin rodeos.

Phill, enfadado, apartó a Marcus de un empujón y salió del bar dando un portazo. Lucié los observaba en silencio.

-Se le pasará... siempre está igual... -dijo Marcus con un suspiro-. Estaremos atentos por si vemos a Zael o a los cataphiles. Quiero saber qué se traen entre manos.

Lucié suspiró, exasperada.

-No os vais a rendir, ¿eh?

Marcus levantó su cerveza con una sonrisa desafiante y gritó:

-¡Los Ángeles de Baal no se rinden nunca!

Todos levantaron sus jarras, chocándolas con fuerza, casi como si fueran vikingos.

-Pero si salisteis todos corriendo a la mínima -replicó Lucié con ironía.

Marcus la miró fijamente y dijo:

-No volverá a suceder nunca más.

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