Capítulo 28: El fuego de la traición

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Los gritos de agonía resonaban atravesando las intensas llamas de un mar de fuego y lava. El sonido era completamente sobrecogedor. En medio del fuego, se veía un ser celestial retorciéndose de dolor. Muchos otros seres agonizaban entre las llamas, pero los gritos de lo que parecía ser un ángel se escuchaban por encima del resto.

V no podía moverse; su cuerpo parecía atrapado por una fuerza invisible que lo mantenía inmóvil, obligándolo a contemplar ese mar de fuego y lava que se extendía ante él, como si fuera un castigo del que no podía escapar. Su corazón latía con fuerza, golpeando su pecho con un ritmo frenético, mientras sus pensamientos se desbordaban de miedo y una impotencia devastadora. Sabía que aquello que veía era algo más que un simple sueño, algo oscuro y terrible que le hablaba de su propio destino, de una verdad oculta que parecía consumirlo desde dentro. La ira y el dolor de las almas atrapadas en las llamas se mezclaban con su propio pánico, y aunque quería cerrar los ojos, apartarse de esa visión, sentía que algo le obligaba a mirar, a enfrentar la imagen que lo atormentaba. Aquella escena no solo lo aterrorizaba; también despertaba en él una oscura atracción, un llamado inquietante que resonaba en lo más profundo de su ser.

El angel fijó la mirada en V y comenzó a cambiar... De ser una figura de una belleza sin igual, empezó a transformarse hasta convertirse en un ser completamente horrendo, a quien V pudo reconocer, pues ya lo había visto en otros sueños. Era el mismo que le había herido en la cara. En medio de su transformación, cesó el sufrimiento que padecía y parecía absorber las almas de los seres que permanecían en aquel mar de fuego.

Sin dejar de mirar a V, el demonio parecía haber recuperado toda su energía. Tomó impulso y, con un salto enorme, se abalanzó sobre él.

V se despertó sobresaltado y sudando, como si el fuego de su sueño lo hubiera quemado en realidad. Respiró jadeante y recordó que estaba en aquellas catacumbas, un lugar donde nunca sabía si era de día, ni tenía noción del tiempo. No estaba seguro de cuánto había pasado desde que entraron allí. Ahora, sin Chloe y Axel, el lugar parecía desprovisto de vida. Miró hacia la cama donde se había acostado Zael... y no estaba.

V se levantó nervioso al no verlo y se dio cuenta de que tampoco estaba su mochila.

-¡Zael! -gritó buscándolo, pero en la habitación no estaba.

En ese momento, Lysander apareció desde la zona oscura que lindaba con la estancia.

-Zael se ha ido -dijo Lysander, esperando la reacción de V.

-¿Qué? ¿Pero cómo ha podido irse sin mí? -V no daba crédito.

-Dijo que te cuidara hasta su vuelta -respondió Lysander con tono tranquilo.

V comenzó a ponerse nervioso de nuevo; escuchaba el latido de su corazón cada vez más fuerte.

-¡Aún no estaba bien como para irse a ningún lado! -exclamó V, claramente enfadado.

-No puedes hacer nada, V, tranquilízate. Tu tío vio que era el momento de salir sin que lo siguieras; no quiere que estés en peligro y quiere acabar él con la Orden... -dijo Lysander.

-No... no puede... no quiero quedarme aquí -replicó V, mientras sus ojos comenzaban a brillar, como le ocurría cuando la situación lo superaba.

Lysander se acercó a V, intentando tranquilizarlo:

-No puedes hacer nada; no podrías salir tú solo de aquí...

La respiración de V empezó a acelerarse, y aunque trataba de controlarse, la ira lo invadía, sintiendo que debía salir de allí como fuera. De repente, notó un pinchazo en el cuello.

-¿Qué haces? -exclamó V, sorprendido y alterado, mientras sentía que comenzaba a desvanecerse.

Antes de perder la consciencia por completo, escuchó a Lysander susurrar:

-No vas a convertirte aquí, muchacho...

Fueron las últimas palabras que escuchó con claridad. Cayó al suelo, todavía algo consciente pero incapaz de moverse, viendo todo borroso y sin poder pensar con claridad. Logró vislumbrar que lo arrastraban hacia la zona oscura del escondite de Lysander, hasta que finalmente perdió la consciencia.

V empezó a volver en sí. Estaba en plena oscuridad y silencio. Aún mareado, su consciencia iba y venía hasta que, poco a poco, fue plenamente consciente de su situación. No tenía fuerza para moverse y notaba grilletes en sus muñecas y en sus piernas.

Lysander entró en la habitación con una pequeña lámpara de aceite. Se escuchaba un goteo incesante de agua filtrada cerca de donde V permanecía sentado y atado. Con esfuerzo, consiguió decir:

-Lysander, ¿qué estás haciendo...? Déjame salir...

Lysander colgó la lámpara de aceite en la pared, se acercó a V y, mirándolo fijamente, le dijo:

-Eres un peligro para todos, hasta para ti mismo. No puedes traer nada bueno a este mundo... Tu tío va directo a su muerte; no puedes hacer nada por él, en ese monasterio al que se dirige hay un arcangel esperandole.

-Mi madre confiaba en ti -dijo V de nuevo con esfuerzo.

-Tu madre era una inconsciente y no veía lo que realmente eres tú... Yo mismo avisé a la Orden cuando Amy y Zael iban a ir a buscarte... y ahora, por fin, va a acabar todo -dijo Lysander.

Los ojos de V volvían a brillar y su corazón, que latía débil, empezó a acelerarse.

-Nos has traicionado a todos... -dijo V mientras la ira comenzaba a quemarlo.

Lysander sonrió y sacó otra jeringuilla que inyectó de nuevo en V.

-Pronto estará aquí la Orden, mientras... duérmete -escuchó decir a Lysander mientras volvía a desvanecerse.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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