Cuando una persona ama a alguien, busca la manera de gustarle y sino... pues se fuerza el destino.
Draco odiaba a Harry, lo odio desde el primer momento en que rechazó su amistad.
Harry se había enamorado de Cedric, y quería que él se fijará en él...
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𝐇𝐀𝐑𝐑𝐘 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐁𝐀 𝐅𝐔𝐑𝐈𝐎𝐒𝐎. ¿Por qué Lupin no lo había dejado enfrentarse al boggart? ¿Es que lo seguía viendo como un niño débil? ¡Ridículo! Caminaba con pasos enérgicos por el pasillo, intentando sacudirse la frustración, cuando escuchó una voz inconfundible detrás de él.
—¿A dónde vas, Potter? —preguntó Draco, su tono entre desafiante y algo ansioso.
Harry apretó los dientes, exasperado.
—A algún lugar donde no tenga que ver tu espantosa cara, Malfoy —replicó, girando rápidamente por un pasillo.
Pero Draco lo siguió, sin dar tregua.
—¿Podrías ser más específico y darme detalles? —insistió Draco, con un toque de ironía en sus palabras, aunque la leve urgencia en su voz lo traicionaba.
Harry se detuvo y se giró para enfrentarlo.
—¿Y por qué debería, Malfoy? —dijo, mirándolo fijamente, el rostro lleno de irritación.
Draco lo miró con una intensidad que lo hizo estremecer, sus ojos reflejaban algo más allá de la rivalidad de siempre.
—Porque quiero escucharte, Potter. Tu voz, tu... —Draco vaciló, su tono se volvió apenas un susurro, como si tratara de confesarse en contra de su voluntad—. No me estás ayudando a resistir el impulso de... de querer estar cerca de ti. Esto no tiene sentido.
Harry rodó los ojos y avanzó un paso hacia él, decidido a hacerle entender.
—No tiene sentido porque no es real, Malfoy —gruñó, alzando la mano y tomando la de Draco, presionándola firmemente contra su pecho—. Todo esto es un hechizo. Si tu corazón late rápido, es por la poción, no porque sientas nada real por mí. Si fueras el mismo Malfoy de siempre, no estarías aquí persiguiéndome.
