Cuando una persona ama a alguien, busca la manera de gustarle y sino... pues se fuerza el destino.
Draco odiaba a Harry, lo odio desde el primer momento en que rechazó su amistad.
Harry se había enamorado de Cedric, y quería que él se fijará en él...
—¿Lo notan? —preguntó, con una pizca de diversión en sus ojos.
Draco y Cedric intercambiaron una mirada rápida antes de volver a mirarlo con curiosidad.
—¿Notar qué? —preguntó Draco, tratando de adivinar.
Harry frunció el ceño apenas.
—Observen bien —se acercó un poco más, dejando que ambos le vieran de cerca.
Draco entrecerró los ojos, examinando a Harry. Tras unos segundos, una sonrisa satisfecha cruzó su rostro.
—Ah, ya veo… te cortaste el cabello, ¿no?
Harry negó con la cabeza mientras Cedric chasqueaba la lengua y añadía con aire seguro:
—No, está claro que cambiaste de perfume.
—¡No! —Harry exclamó, un poco exasperado—. Me lancé un hechizo de belleza, ¿es que no lo ven?
Cedric y Draco se miraron con escepticismo. Cedric fue el primero en hablar.
—¿Pero para qué? Te ves igual que siempre, Harry.
Draco lo miró con disgusto.
—¿Igual? ¿Cómo va a verse igual? Su piel está claramente más brillante, como si estuviera… iluminado —dijo Draco, admirando a Harry sin disimulo.
Cedric bufó y rodó los ojos, mirándolo mal.
—A ver, Malfoy, a lo que me refiero es que Harry siempre se ve bien —se defendió Cedric, cruzando los brazos—. Así que para mí, está igual de atractivo que siempre.
