Cuando una persona ama a alguien, busca la manera de gustarle y sino... pues se fuerza el destino.
Draco odiaba a Harry, lo odio desde el primer momento en que rechazó su amistad.
Harry se había enamorado de Cedric, y quería que él se fijará en él...
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—𝐎𝐘𝐄, 𝐏𝐎𝐓𝐓𝐄𝐑 —la voz de Blaise lo hizo detenerse de inmediato, justo cuando Harry, Hermione y Ron cruzaban el corredor. Detrás de Blaise, Pansy lo seguía con una sonrisa traviesa.
Harry se volvió, levantando una ceja.
—¿Qué quieres, Zabini? —gruñó Ron, con evidente irritación.
—Nada que te interese, Ron-Ron —respondió Blaise con una sonrisa burlona, poniendo énfasis en el apodo. Luego volvió la mirada a Harry—. Oye, ¿es cierto que te lo dio?
Harry frunció el ceño, confundido.
—¿Que me dio qué?
Pansy soltó una risita y lo miró con una expresión astuta.
—No te hagas el tonto, Potter. Nos referimos al anillo de la familia Malfoy.
Los ojos de Harry se abrieron con sorpresa.
—¿Cómo saben eso…?
Pansy sonrió aún más.
—Así que es cierto, ¿eh? —preguntó, mirándolo de arriba abajo—. ¿Ya están comprometidos entonces? Él parece convencido de que sí.
—Quizás por eso Draco no ha regresado —agregó Blaise con una sonrisa maliciosa—. Probablemente está anunciando la “gran” noticia a sus padres. Vaya, Potter, ustedes no pierden el tiempo, ¿eh?
Harry sintió sus mejillas calentarse, su tono era más sorprendido que molesto.
—Están equivocados —balbuceó, intentando mantener la compostura—. Draco y yo no somos nada…
