Capítulo 38

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—HACE CINCO AÑOS—

Aleksander Blair

Recuerdo bastante bien cuando la vi por primera vez. Ella debía tener al menos catorce años ya que se suponía que era un año menor que yo, pero parecía mucho más pequeña, era menuda y de apariencia frágil.

De acuerdo a mi investigación asistía a BlairCollege y sí, la había investigado. No sólo a ella, a toda su puta familia.

En ese entonces mis pensamientos estaban nublados como el cielo de aquel día, todo había sido nebuloso desde la muerte de mi madre. El dolor y la ira calaban profundo dentro de mí y sentía como si estuviera perdiéndome a mí mismo.

Se suponía que ella estaría en mí cumpleaños número quince, pero decidió intoxicarse con pastillas semanas antes. Aún así no la culpada, no podía. Su vida era una mierda desde siempre y su depresión nunca pareció mejorar, aún así el hecho de que no haya sido su culpa no quería decir que no hubieran culpables. Los había, y pagarían por eso, yo me aseguraría de que así fuera.

Deseaba hacer algo por la memoria de mamá, quería ceder a mis impulsos e ir hacia aquellas personas y agredirlas al menos verbalmente, quería herirlos, tal vez tendría un poco de justicia de aquel modo.

No, debía tener paciencia. La paciencia era una virtud y la venganza se debía servir en plato frío. Incluso si me tomaba años, terminaría por vengar la muerte de mi madre, sólo debía ser paciente.

Sabía que desde esta distancia no podrían verme, por eso los observe descaradamente como si mi vida se fuera en ello. Saqué un porro y comencé a fumarlo, tosí un poco debido a que este era exactamente el segundo porro que había consumido en mi vida, aún era inexperto.

Volví a mirar en la dirección de la ceremonia funeraria que se realizaba a unos metros de distancia, por suerte no se habían percatado de mí tos y mucho menos de mí presencia.

Simplemente continuaban llorando y lamentando la perdida de su familiar, aquella chica más que todos.

Los odiaba aun cuando no tenían la culpa de nada, no podía dejar de odiar a toda esa familia. Y esa chica que no dejaba de llorar entre hipos desenfrenados me estaba volviendo loco. Parecía la peor de ellos porque su sufrimiento demostraba que era quien más amaba a la persona dentro del ataúd.

"No llores por esa escoria, no vale la pena" quería gritarle.

Llevaba un vestido negro y un abrigo del mismo color, después de todo es lo que se viste en los funerales. Su cabello del color del fuego cubría su cara mientras miraba sus propios pies, pero era notorio lo mucho que estaba llorando pues hipaba y llevaba sus manos a su cara de vez en cuando como para limpiar sus lágrimas. Por alguna razón necesitaba observar sus rasgos y las lágrimas rodando por sus mejillas. Odiaba ver a las mujeres llorando, mamá siempre solía llorar hasta que sus ojos se hinchaban. Pero quería ver a esa chica porque a pesar de que sufría por ese hijo de puta, yo entendía su dolor, me sentía igual con respecto a la muerte de mamá.

Pensar que alguien muere y simplemente deja de existir es una mierda blasfemica, así de injusta era nuestra existencia.

De pronto la chica levantó la vista y una ráfaga suave de viento azotó su cabello lacio hacia atrás despejando su rostro pálido cubierto de pequeñas pecas en sus mejillas, sus ojos eran grandes y estaban rojos como si llevara llorando durante días. Quería estar más cerca para observarla mejor, quería saber si se parecía a su padre, porque por alguna extraña razón estaba deseando que no fuera así.

Las ojas secas continuaban cayendo a su alrededor y junto a la cripta en donde bajaban el ataúd de esa escoria. Incluso si estaba tres metros bajo tierra no era suficiente para compensar la muerte de mi madre.

Dulzura Disfrazada [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora