Capitulo 27 - Miedo

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Mientras tanto, El Coleccionista y Lucia se enfrentaban en un duelo igualmente feroz. Lucia, aún controlada por Belos, atacaba con una precisión letal, su arma brillando con un aura negra que la hacía más rápida y mortal. Se movía como una sombra, cada golpe dirigido a puntos vitales.

El Coleccionista se defendía con un estilo fluido y elegante, invocando esferas de luz que flotaban a su alrededor y se transformaban en escudos y cuchillas de energía. Cuando la hoja de Lucia casi cortó su garganta, una de las esferas se expandió, creando un escudo que la desvió justo a tiempo. Sin embargo, cada impacto contra las protecciones del Coleccionista hacía que estas se desvanecieran más rápido de lo que él podía conjurarlas.

No quiero lastimarte, Lucia —dijo, su voz cargada de pesar mientras esquivaba una estocada que rozó su hombro—. Eres más que un peón en el juego de Belos.

Lucia no respondió, sus ojos brillando con aquella luz que hablaba de la influencia de Belos sobre ella. Pero sus movimientos, a veces, parecían vacilar, como si dentro de ella algo intentara resistirse. El Coleccionista aprovechó esos momentos, lanzando ráfagas de luz que la desorientaron, buscando romper la conexión de Belos.

El rayo de luz impactó en el pecho de Lucía, atravesándola como un eco de pura energía. Fue un destello cegador, y el grito que arrancó de su garganta resonó en el aire, helando la sangre de todos los presentes. La sacudida la arrojó hacia atrás, dejándola vulnerable, desarmada, casi como si aquel golpe le hubiera arrancado la esencia. Antes de que el control de Belos pudiera retomar fuerza sobre ella, el Coleccionista trazó un glifo en el aire con movimientos rápidos y precisos. Al instante, lo incrustó en su pecho, apagando su brillo y provocando que Lucía cayera al suelo, inmóvil, casi como si hubiera dejado de existir.

Belos giró hacia ella, sus ojos llenos de furia, desconcierto y, por primera vez, un atisbo de miedo. En el mismo instante en que alzó la mano para volver a tomar control, corrí hacia él, mi cuerpo moviéndose como si todo lo que había vivido hasta ahora me empujara a este momento. Una de mis rodillas impactó directamente en su mentón. Belos cayó al suelo, aturdido, cada vez más desesperado, atrapado entre la furia y el fracaso.

¡Mierda! No, no, ¡no! —murmuró mientras intentaba incorporarse, tambaleándose.

Me acerqué lentamente, ignorando el dolor que ardía en cada fibra de mi cuerpo. No había más que decir, sólo un propósito: terminar con esta pesadilla.

—Ya basta de todo esto... —dije, apuntándole con una de mis espadas, la voz endurecida por la determinación y el cansancio—. Perdiste.

El Coleccionista avanzó hacia nosotros, con una mezcla de alivio y resolución en su rostro. Pero Belos, en un último arrebato de desesperación, gritó, levantándose con una agilidad casi monstruosa pese a sus heridas.

¡No he perdido! ¡No voy a morir a manos de ustedes! —Con un movimiento rápido, invocó un portal y, sin mirar atrás, lo atravesó en un salto, desapareciendo en la oscuridad.

El Coleccionista reaccionó en un instante y se lanzó tras él, cruzando el portal justo antes de que se cerrara.

De repente, el silencio se instaló en el lugar, y me encontré sola, rodeada de un eco de gritos y promesas rotas. Por primera vez, el alivio me invadió como una ola. La adrenalina desapareció de golpe, y el peso de todo lo vivido me envolvió, pesado e inevitable. Dejé caer mis espadas al suelo, el sonido metálico resonando en la quietud de la batalla terminada, y todo rastro de energía me abandonó. Caí de espaldas, sintiendo la tierra bajo mí y un dolor profundo recorriendo cada centímetro de mi cuerpo.

Love&Death [Lumity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora