Campbell

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Se suponía que ese iba a ser mi último año en el instituto. Todo iba bien. Tenía buenas calificaciones y, aunque no tenía ni la más mínima idea de lo que iba a ser mi vida más adelante cuando fuera a la universidad, estaba seguro de que quería asistir. Lo otro lo podía ir viendo en el tiempo.

Eso era antes de que Erica Grant volviera a mi vida.

Era un jueves. Lo recuerdo porque Hailey había estado hablando todo el camino a casa de lo mucho que odiaba a su profesora de matemáticas y que iba a arruinar su vida. Estábamos llegando a casa cuando Hailey se detiene en seco.

- Mierda – dice con miedo en la cara, tratando de mirar hacia cualquier lado menos al frente- Vamos a mi casa, Cam.

- ¿De qué hablas? – le contesto, solo mirándola a ella – Se supone que íbamos a ir a mi casa hoy.

Hailey se queda en silencio, intentando pensar en una excusa rápido, pero nunca ha sido buena para trabajar bajo presión y su cara me decía que estaba bajo mucha presión ahora mismo.

Hago lo que debí haber hecho desde el principio. Desvío mi mirada hacia donde estaba clavada la de Hailey y me encuentro con la mayor pesadilla de mi vida.

Mi madre, Erica Grant, sentada en el pavimento de la calle frente a la casa de mi abuela, con una botella de ron en la mano y un cigarrillo de quizá qué tipo de droga en la otra.

Un montón de recuerdos aparecieron en mi mente al ver nuevamente su cabello liso y rojizo, del mismo color que el mío, y sus ojos fuera de este mundo. Es más, estoy seguro de que estaba en otra galaxia. Recuerdos de ella inyectándose miles de drogas distintas, con gente desconocida a nuestro alrededor. Estar encerrado en un closet mientras escucho como tiene sexo con uno de sus muchos proveedores de drogas. El hambre, la sed y el olor al no haberme bañado en semanas.

Todos esos recuerdos se habían ido cuando vine a vivir con mi abuela. Ella los eliminó con el cariño con el que siempre me trataba. Se demoró años, pero lo hizo. Todo el trabajo desperdiciado porque Erica Grant hizo que volvieran a la superficie solo con su presencia.

- ¿Cam? – escucho detrás de mí a Hailey.

Hasta ese momento no me había dado cuenta de que me estaba acercando a ella poco a poco y al parecer ella tampoco porque seguía sentada en donde estaba, bebiendo de su botella y drogándose como solo una experta podría hacerlo.

La rabia me inundó. Nunca había sentido tanto asco hacia una persona como lo sentía hacia ella ahora mismo.

- ¿Qué haces aquí? – le pregunto con los dientes y los puños apretados

Erica gira la cabeza y se demora sus buenos segundos en enfocar la vista, seguramente por culpa de la mierda que esté consumiendo ahora. Se demora otros segundos más en reconocerme, pero, cuando lo hace, una sonrisa aparece en sus labios, mostrando unos dientes amarillos y rotos.

Lo que sea que le haya pasado en estos años en que no nos hemos visto definitivamente empeoró su condición de vida.

- Miren a quien tenemos aquí- arrastra las palabras, pero se da a entender muy bien – El pequeño Campbell ya ha crecido.

- Si, eso es lo que pasa cuando abandonas a tu hijo de nueve años y lo vuelves a ver ocho años después.

Siento a Hailey detrás de mí, caminando hasta que se detiene junto a mí. Parece que ha escuchado lo que le dije, porque pone su mano en mi hombro a modo de apoyo.

La mirada de Erica va justamente a ese lugar, donde Hailey tiene su mano, y siento unas ganas enormes de llevarme a Hailey a su casa y encerrarla hasta que Erica se vaya de aquí. Cualquier cosa para protegerla de este monstruo.

La estrella que guía mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora