Hailey

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¿Qué está pasando conmigo?

¿Qué está pasando con Cam?

¿¡Qué está pasando en mi vida!?

No puedo creer que estuve a punto de besarme con Cam, mi mejor y único amigo en el mundo desde siempre.

Voy en la grúa junto a Carlos, el conductor que nos salvó y al mismo tiempo nos interrumpió, mientras que Cam está en su auto en la parte trasera, por si algo llegara a pasar.

No estar junto a Cam me da el espacio para pensar en lo sucedido con mente fría. O al menos eso es lo que intento hacer, pero cada vez que recuerdo el momento, la cercanía a Cam, la forma en la que nos miramos... mi corazón comienza a latir más rápido de lo normal y no me gusta esa sensación. No. Para nada.

Pero es que la forma en la que hablaba de las estrellas fue tan mágica que me olvidé de todo lo demás por unos minutos y solo me concentré en Cam. El brillo de sus ojos al emocionarse por compartir algo que le gusta tanto. La cercanía y ese magnetismo que me incitaba a acercarme cada vez más.

El viaje a Iowa es largo. Luego de dos horas sentada junto a Carlos, quien no habló nada en todo el camino y no me dejó poner música en la radio, llegamos a una estación de combustible para poder alimentar al pobre auto de Cam.

Le doy los billetes a Carlos cuando desengancha el auto de su grúa, los cuenta meticulosamente, y sonríe complacido.

- La próxima vez que no se les olvide echar combustible para el camino, niños- dice mirándonos alternativamente a Cam y a mí.

Ruedo los ojos en su dirección y asiento con la cabeza. La verdad es que no me agradó ni un poco el señor, pero igual tiene que ver con que son casi las tres de la mañana y estoy tan cansada que podría dormir doce horas seguidas sin ningún problema.

Giro la cabeza en dirección a Cam y me doy cuenta de que ya no está a mi lado. Lo busco con la mirada y lo veo comprando combustible para su querido auto.

Como puedo, camino hasta el auto y entro en él. Inspiro lentamente, intentando no quedarme dormida en el proceso.

Mientras Cam termina de echar combustible al auto, busco en internet un lugar donde podamos descansar un poco. Por más tentador que suene, dormir en los asientos incómodos de un auto antiguo no está en mis planes.

Encuentro un pequeño motel a unas cuadras de aquí. No es lo ideal, pero al pagar la grúa se fue una gran parte de nuestro presupuesto y no creo que podamos pagar algo mejor. Lo coloco en el mapa para ir al tiempo que Cam entra al auto con el mismo aire de cansancio que el mío.

- Encontré un lugar donde podamos dormir- le digo en un susurro.

- Daría mi vida por una cama justo ahora- me responde prendiendo el auto.

El motel está a solo cinco minutos en auto, por lo que ocupo ese tiempo en darme cuenta si es que hay alguna atmósfera extraña entre Cam y yo, pero todo parece estar normal. Simplemente estamos cansados.

Una pregunta se pasa por mi cabeza, instalándose allí, aunque yo no lo quiera... Lo que pasó, ¿estuvo solo en mi cabeza? Quizá para Cam no pasó nada. Quizá ni siquiera se dio cuenta de nuestra cercanía.

No me gusta el dolor de cabeza que me produce ese pensamiento.

Llegamos al motel y una señora de unos cincuenta años nos recibe en el mostrador. Nos mira extraño, como si no fuera normal que dos chicos vengan a mitad de la madrugada a pedir una habitación para poder dormir.

Quizá es que no es normal. Ya siento que no sé nada de la vida.

- Buenas noches- saludos Cam, tomando la iniciativa, lo que agradezco porque estoy muy cansada como para hacerlo yo- Quisiéramos dos habitaciones, por favor.

La estrella que guía mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora