Estamos a mitad de camino de Nueva York a California. Hemos estado manejando como locos, turnándonos para poder recorrer más, comiendo en el auto y parando solo si necesitamos ir al baño. El ambiente entre nosotros es diferente. Cuando estoy manejando concentrado, me encuentro con la mirada de Hailey en mí, mirándome de arriba abajo como si fuera uno de esos pastelillos que le encantan. Cuando eso sucede, quito la mirada un segundo de la carretera y me acerco a darle un pequeño beso en los labios entre risas y suspiros.
Llegamos a Nebraska a eso de las una de la madrugada y decidimos que es hora de dormir un poco. Pedimos una habitación con una sola cama doble y nos recostamos en ella, cansados hasta más no poder, pero con una sonrisa en la cara.
- Pone la alarma a las ocho de la mañana – me dice Hailey cuando salgo del baño luego de darme una merecida ducha con agua caliente, mientras que ella descansaba en la cama.
Tomo el teléfono y programo la alarma que me pide. Apago la luz de la habitación y me recuesto a su lado, tapándola con las sabanas porque para protegerla del frío. Hailey se acurruca junto a mí, así que paso mi brazo por sus hombros y ella apoya su cabeza en mi pecho. Le doy un beso en la cabeza y me relajo, sintiéndome completamente pleno, como pocas veces en mi vida.
- No quiero quedarme dormida – dice entre sueños a los dos minutos de habernos acostado- Cuéntame algo para aguantar.
- Duerme, Halley- respondo en un susurro que intenta ser tranquilizador- Mañana tú tomas el primer turno en el auto, ¿sí?
Siento como Hailey asiente. Unos pocos minutos después, su respiración se siente constante y profundo. Sé que se quedó dormida de inmediato. Cierro los ojos, sintiendo todo el cansancio en mi cuerpo, esperando quedarme dormido tan rápido como ella, pero parece que será una de esas noches donde mi mente no me permite descansar como debería.
He pasado muchas noches en vela en mi vida, sobre todo cuando vivía con Erica. Sé cómo se siente el insomnio así que no me sorprendo cuando llega y no quiere irse en las primeras horas de la madrugada.
¿Saben qué es lo peor del insomnio? Que tu propia mente te juega en contra. La ansiedad por no poder dormir se activa como si fuera tu peor enemigo y pone cada célula de tu cuerpo en tu contra. Eres capaz de sentir todo el cansancio del día, pero al mismo tiempo no poder dormir. Tu mente se encarga de crear los peores escenarios posibles de tu vida y te hace creer cosas que en verdad no son así. Cuando iba al psicólogo, hace muchos años atrás, me dijo que esto se llama "pensamientos intrusivos".
Puede que lo intente evitarlo con todas mis fuerzas, pero mi mente viaja directamente a la habitación de ese hotel en el que vivía con Erica, tal como lo hacen mis sueños muchas veces. Por eso me sorprende que eso no ocurra esta vez, si no que mi mente me lleve a otro momento, hace un año atrás, quizá un poco más, cuando volví a ver a Erica después de todo el infierno que me hizo pasar.
Odio parecerme tanto a ella. Odio tener su cabello, la forma de la cara y el color de sus ojos. Odio que, con un par de palabras que me dijo ese día, terminé convirtiéndome en ella todo un año. Odio que, en mis momentos de debilidad, ella aparezca en mi cabeza, arruinándome la vida como siempre lo ha hecho.
Odio a mi madre. La odio tanto que la rabia me ciega y me hace querer llorar por la frustración de no poder hacer nada al respecto.
¿Qué clase de persona me hace el odiarla de esta manera? Imaginarme unos millones de formas de hacerle daño y que sufra como me ha hecho sufrir a mí tantas veces...
Siento como Hailey se remueve entre sueños, al parecer en una pesadilla. Eso hace que mi mente elimine inmediatamente a Erica y se preocupe por Hailey. Permanezco en silencio y la escucho sollozar un poco. Puedo sentir que está asustada.
- Hey, Halley- le digo en un susurro, mientras acaricio su cabeza con suavidad, esperando que ese gesto la tranquilice y, espero, elimine la pesadilla que está teniendo- Estoy aquí, cometita. No voy a dejar que nada te pase.
Eso parece tranquilizarla un poco. Sigo diciéndole palabras tranquilizadoras, haciéndole cariño, besando suavemente su cabeza, hasta que deja de moverse y vuelve a su sueño profundo.
No puedo ser tan malo si tengo este efecto en ella, ¿verdad? Hailey Torres es la persona más dulce de este planeta y, aunque tiene sus momentos, también es la mejor persona que conozco. Algo bueno tengo que estar haciendo si es que ella confía tanto en mí.
Con ese pensamiento en mente, cierro los ojos y me repito esas mismas ideas una y otra vez. Hailey me hace ser mejor persona. Soy mi mejor versión por ella.
Me gusta la persona que soy cuando estoy junto a Hailey, pero ¿ella querría seguir estando conmigo si supiera todo lo que pasó con Erica cuando era un niño? ¿Podría seguir mirándome con los mismos ojos o me miraría con lástima? Como esos policías que me encontraron ensangrentado en la habitación, solo, muerto de hambre y deshidratado...
No quiero que ella me mire a mí, pero también se merece que le digan la verdad. Que sepa con quién se está acostando. A quién está dejando entrar en su corazón...
Cuando ya me estoy quedando dormido, decido que le diré todo cuando lleguemos a casa y ella decidirá si aún quiere seguir teniéndome en su vida. Si sigue confiando en mí. Si puede mirarme de la misma forma que lo hizo este viaje.
Solo espero que me acepte con mis demonios. No sé si aguantaría perder a la única persona que me he dado el permiso a mí mismo de querer.
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La estrella que guía mi camino
Teen FictionHailey y Campbell han compartido una amistad inquebrantable desde su primer encuentro en una fiesta, donde sus almas se conectaron al hablar sobre el vasto universo y la soledad que lo acompaña. Mientras Campbell navega por un oscuro camino de autod...