Los labios de Hailey son más suaves de lo que pensé. Me he quedado viéndolos más veces de las que puedo admitir a lo largo de los años en que hemos sido amigos y siempre pensé que eran más ásperos porque tiene la mala costumbre de romper sus labios cuando está nerviosa, ansiosa o estresada, así que suelen estar con algunas grietas, aunque eso no le quite lo hermosos que son. Pero me equivoqué todo este tiempo. Son suaves, al igual que sus besos y la forma en la que juega con mi cabello, enredándose algunos mechones rojizos en mis dedos.
Le admití que he querido besarla por mucho tiempo y la sonrisa que me entregó en ese momento hizo que valiera la pena cada jodido segundo que he esperado por ella.
Sujeto a Hailey de la cintura mientras ella está sentada sobre la cómoda de la habitación del hotel en el que nos estamos quedando. Nuestros labios están hinchados por todos los besos que nos hemos estado dando y la intensidad que posee cada uno de ellos.
Con cada beso que le doy, intento eliminar todas las preocupaciones de su cabeza. Quiero que se olvide de Lawson, la audición y todo lo malo que le ha pasado estos últimos días. Solo quiero que se concentre en nuestros labios moviéndose al unísono, como si se conocieran de toda la vida.
Siento que las manos de Hailey se alejan de mi cabello. Sin quererlo, emito una queja porque estaba disfrutando de ese pequeño gesto de cariño. Me relajaba. Mi reacción hace que se forme una sonrisa en los labios de Hailey. No la estoy viendo, pero puedo sentirlo con nuestros labios sin despegarse ni un segundo.
Poco a poco, siento como las manos de Hailey bajan por mi pecho hasta levantar un poco la camisa que tengo puesta y meter sus manos debajo, tocando mi piel.
Qué bien se siente, joder.
El contacto de sus manos con la piel de mi pecho hace que el fuego que se estaba creando en mi interior agarre fuerza. Intento acercarme más a ella, deseando más contacto entre nuestros cuerpos. Todo el que pueda darme, pero hay un jodido mueblo que nos lo impide.
- Cam, espera un poco – me detiene Hailey, llamando mi atención de inmediato.
Alejo mis manos de su cuerpo y me separo un poco de ella, aunque sus manos siguen debajo de camisa.
- ¿Quieres que paremos? – pregunto, preocupado. ¿Fui muy brusco? ¿Le hice daño? Tal vez estoy yendo muy rápido y ella solo necesita un poco de espacio...
- No es eso, Cam – me detiene con dulzura y firmeza al mismo tiempo- Es solo que... ¿trajiste protección?
No dejo pasar que sus mejillas se sonrojan de una forma que muy pocas he visto en ella. Una oleada de ternura me inunda y no puedo dejar de verla con una sonrisa en la cara, aunque ella evita mirarme a los ojos, seguramente por la vergüenza que está sintiendo al hacer esa pregunta tan poco propia de ella.
Vuelvo a acercarme a ella, respondiendo solo con un asentimiento de cabeza.
No es que esperara que sucediera algo con ella. Eso jamás estuvo en mis planes. Hailey siempre fue algo más platónico para mí, pero soy de los chicos que llevan un condón en la billetera solo por si acaso. Una costumbre que tomé cuando perdí el control y me acosté con cualquier chica que estuviera dispuesta a hacerlo conmigo. Al menos algo bueno salió de eso...
- ¿Estás segura de que eso es lo que quieres? – le pregunto chocando suavemente nuestras frentes con cariño- Porque si no quieres, podemos solo besarnos, ver una película y disfrutar de estar juntos.
- ¿Harías eso por mí? – pregunta ella, con sorpresa en sus ojos aunque intenta ocultarla. Me duele pensar que los chicos que ha tenido en su vida amorosa le han hecho pensar que tener sexo es algo obligatorio cuando sucede algo como esto- Si te dijera que no se me antoja justo ahora, ¿pararías?
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La estrella que guía mi camino
Roman pour AdolescentsHailey y Campbell han compartido una amistad inquebrantable desde su primer encuentro en una fiesta, donde sus almas se conectaron al hablar sobre el vasto universo y la soledad que lo acompaña. Mientras Campbell navega por un oscuro camino de autod...