Campbell

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Me gusta Hailey. Sería muy estúpido que lo negara ahora. Es algo que puedo decírmelo a mí mismo, pero jamás podría decirlo en voz alta a alguien más, mucho menos a Hailey en sí.

Anoche, cuando estábamos mirando las estrellas, me sentí más conectado a ella que nunca. Como si le estuviera dando una parte de mí que jamás me había atrevido a darle a nadie. Le mostré una parte vulnerable de mí... y me sentí bien al hacerlo.

Lo que sucedió luego... aún estoy buscándole explicaciones lógicas.

Hubo un momento en que estuvimos muy cerca de besarnos, ¿o fue parte de mi imaginación?

Esa pregunta me persigue hasta que despierto a la mañana siguiente con la luz del sol entrando por la ventana y las cortinas que tiene parecen solo de decoración porque no cumplen el trabajo de tapar esos rayos.

Hailey sigue en la misma posición en la que la dejé anoche. Su cabeza está sobre mi brazo adormilado. Mi otro brazo también está siendo atrapado por ella, pero porque lo está abrazando como si fuera un oso de peluche.

Me acerco un poco más a ella para poder ver su cara mientras duerme, como todo un psicópata, lo sé, pero creo que hay una belleza natural en la forma en la que duerme, con todos sus músculos relajados, la boca levemente abierta y respirando tranquilamente, como si todos sus problemas desaparecieran mientras duerme.

Me gustaría poder dormir así. A mí los problemas me persiguen hasta en los sueños.

De pronto, siento a Hailey moverse. Sus ojos se abren poco a poco hasta que se encuentra con la molesta luz del sol entrando por la habitación.

- Cierra la cortina, Campbell Grant, a menos que quieras que te golpee- dice entre sueños, con la voz ronca.

- La cortina está cerrada, cometita- le respondo en un susurro, sin querer perturbar demasiado su sueño por si quiere seguir durmiendo.

- Jodido hotel de mierda- se queja.

Hailey Torres es de las chicas tiernas que se pueden volver un ogro fácilmente cuando le quitas el sueño. Tampoco suele decir malas palabras a menos que esté demasiado enojada o tenga muchísimo sueño, como ahora.

Sonrío al mirarla, sin poder evitarlo.

Es tan hermosa que me duele verla, pero, al mismo tiempo, no puedo alejar mis ojos de Hailey Torres.

...

Nuestro plan jamás fue parar en Iowa. La idea era detenernos un poco más cerca de Nueva York. La fecha para la audición de Hailey se está acercando y no hay mucho tiempo que perder.

Tomamos nuestras cosas y las guardamos en nuestras respectivas mochilas. Decidimos ir a tomar desayuno a una pequeña cafetería que vimos de camino aquí para después manejar todo el camino hasta Nueva York. Son casi dieciséis horas en auto y me toca manejar a mí.

Nos sentamos en una mesa en el exterior de la cafetería. Es un lindo día, soleado, raro en esta época del año.

Una chica, de mi edad, quizá un poco más grande, se nos acerca para tomar nuestro pedido.

- Me gustaría tomar un café con leche y un brownie de chocolate caliente- dice Hailey prácticamente babeando al ver todas las cosas dulces entre las que puede elegir.

- Yo quiero un café americano doble con un sándwich de queso fundido.

La chica toma nuestros pedidos y se aleja sin decir una palabra.

Hailey se queda leyendo la carta, seguramente buscando alguna cosa más que pueda pedir después de su brownie. Justo en ese momento, me doy cuenta de que hay un chico sentándose en la mesa justo detrás de la nuestra, a la espalda de Hailey y frente a mí.

La estrella que guía mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora